Advertencia:
**Contenido explicito, apto para mayores de edad
**Menores de edad ya se la saben...
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El ligero traqueteo del automóvil comenzaba a molestarlo, podía sentir como su cuerpo estaba llegando inminentemente al límite, cuando si ni siquiera podía tener la posibilidad de mantener los ojos cerrados.
Sabiendo que lo único que deseaba era cerrar los ojos, y dejarse llevar por la efímera oscuridad de un profundo sueño, donde todo el conflicto y caos de su mente se mantenía raya por un limitado tiempo.
Ver con vida a cada uno de sus caballeros, que, vistiendo con un claro orgullo sus armaduras de oro, lograba adormecer el dolor en su interior. A su vez podía mirar con claridad el recuerdo de las almas de ellos, aprisionadas en el hielo del Cocitos.
Había tomado una decisión, había elegido. Y no podía retractarse, de ahora en más tenía que continuar, tenía que cumplir con su deber.
-Joven Satoru... -la repentina voz le hacía volver la mirada hacia el frente, viendo superficialmente la nunca del calvo sirviente-, ¿se encuentra bien?
Un sonoro suspiro se escapaba de sus labios, girando sus ojos nuevamente hacia el translucido cristal de la ventana, mirando las infinitas hileras de árboles que pasaban rápidamente ante sus ojos en una majestuosa cortina verde, que se entremezclaba parcialmente la oscura reja marcando los límites de la propiedad.
-...Sí -inhalando y exhalando, tratando de mantener tranquila su respiración-, debemos organizarnos con la agenda de la Fundación, para poder atender este problema del Santuario.
-... Como ordene, joven Sato... -con un fuerte rechinido de los neumáticos se escuchaba a la vez que se detenía el auto con una fuerza, jalándolo y empujándolo contra su asiento.
-¿Qué sucede, Tatsumi? -el joven dios giraba la mirada al frente, mirando como el mayordomo salía del automóvil.
Sin pensarlo en un movimiento rápido desabrochando el cinturón de seguridad, para abrir la puerta del vehículo.
Bajando rápidamente del vehículo, girando su mirada hacia la misma dirección que Tatsumi, en un instante, que le parecía congelarse ante su mirada, sobresaltándose, su corazón, comenzaba a latir acelerando su intranquilo ritmo cardiaco. Con los ojos casi desorbitados, sentía en cada parte de su cuerpo tensando y paralizándose.
Con cada inhalación y exhalación tomando un ritmo cada vez más rápido, únicamente podía mirar a lo largo y lo ancho de la vieja mansión, la herida en su pecho comenzaba a acentuar el dolor.
Brutalmente adornado con una zanja que empezaba débilmente marcada cercana a la entrada de la propiedad, que conforme avanzaba iba llegando a ganar profundidad hasta que precisamente en el centro de la Mansión Kido un descomunal hueco, sus pies se mostraba diversos pedazos de diversas y deformes dimensiones de roca quedando completamente dispersos en todo lo que había sido el jardín.
Los bordes de las paredes blanquecinas severamente negruzcos bañados en un notablemente impregnado hollín, pedazos de roca íntegramente carbonizados, revueltos con los restos de retorcidos e inservibles pedazos de metal.
Un paso a la vez se adentraba en medio de la lamentable escena.
-¡¿Qué sucedió aquí?! -Los gritos estridentes del sirviente, provocando un sobresalto en su cuerpo, Satoru únicamente se limitaba a mirar fijamente en cada una de las deplorables ruinas-. ¡La mansión del señor Mitsumasa! ¡¿Qué le han hecho?!
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El Cautiverio de la Oscuridad
FanfictionPor fin se encontraban frente a frente. Po fin, en esta era, Atheno había logrado llegar a los Campos Elíseos, donde por fin podía enfrentarse cara a cara a Hades, el dios del Inframundo. Sin saber que un repentino ataque traicionero, pondría en mar...