08 - DELILAH

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Cuando llegamos al local Dylan comenzó a saludar a casi todas las personas que nos cruzábamos mientras nos mezclábamos entre los presentes. Él era popular y salía mucho de fiesta, pero era un friki de la biblioteca y de todas esas historias antiguas y mitos que se han contado por décadas. Juro que cuando intenté fusionar ambos lados de su personalidad casi me colapsa la mente.

No era posible que ese chico que tiene una perfecta apariencia de surfista californiano fuera un friki de la historia y encima una especie de fuckboy discreto.

Al principio era difícil de entenderlo, pero ahí lo tenía en frente de mí, robándose todas las miradas de las chicas y sonriendo con un trago en su mano, mientras que con la otra me sostenía de la cintura.

Seguro quería dar a entender que andaba con él, no éramos nada, pero le gustaba pensar que le pertenecía aunque él tenía muy claro que no era así. La primera vez que nos besamos tuvimos una larga conversación donde llegamos a la conclusión de que ninguno de los dos estaba en un buen momento para iniciar una relación y realmente no era algo que nos interesara. Solo nos apetecía seguir manteniendo esa amistad divertida mientras disfrutábamos de los privilegios que constituían una relación formal.

—¿Cuándo lo piensan formalizar, chicos?—apareció uno de sus amigos riéndose y haciendo la misma pregunta que hacía cada vez que nos veía juntos.

—Ya déjate de esas cosas, nosotros somos modernos.—Dylan le dió un suave golpe en el hombro y se rieron juntos.

—Además, no hay forma de que pueda soportar a este hombre como novio.—añadí, riéndome también junto a ellos.

—¿Qué quieres decir con eso, Didi? ¿Acaso tengo algo mal? Sería un increíble novio, ¿a que sí, Molly?—esto último lo gritó para poder ser escuchado en medio de tanto ruido.

Esa tipa era su amiga, en algún momento fue su novia, pero Dylan se rehusaba a llamarla ex porque según él esa era una manera fea de referirse a una persona que amaste alguna vez.

Y, claramente yo no era del agrado de ella. Se le notaba a kilómetros. Por eso mismo era que cada vez que caminaba cerca de mí lo hacía con prepotencia, me miraba de forma despectiva y por supuesto que notó lo bien agarrada que me tenía Dylan de la cintura.

Casi siempre nos la cruzábamos en todas las fiestas que íbamos, tenían amigos en común, y aunque Dylan dijera que ellos eran amigos solo era una forma de llamarla porque Molly no le dirigía ni una sola palabra.

—Deja que Molly te supere ya, bro.—otro de sus amigos se sumó a la conversación, riéndose.

—Me gusta hacerla molestar, mira como está ahora mirando para acá porque tiene curiosidad de saber por qué mencioné su nombre.

Tenía razón, ella bailaba con otro chicos, pero su mirada siempre terminaba regresando a donde estábamos. Me sentí un poco incómoda por eso, a veces no estaba muy de acuerdo con los juegos de Dylan. En ocasiones se le iban un poco de las manos.

Noté que uno de sus amigos le pasó una pequeña píldora y ya sabía perfectamente lo que eso era. A mí no me gustaban esas cosas, Dylan lo sabía muy bien y prefería no estar con él cuando estaba de esa forma.

—Voy por una bebida.—le avisé, alejándome de su lado sin ni siquiera esperar una respuesta de su parte.

Me acerqué a la barra y pedí lo de siempre, un daiquirí de fresa.

Más allá del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora