10 - DELILAH

45 17 0
                                    


Mientras caminaba a la biblioteca no podía parar de pensar en lo que había pasado el sábado. Increíblemente lo que pensé que sería un día de fiesta cualquiera terminó siendo un día realmente loco.

Para empezar, me había cruzado con Nathaniel, que probablemente era la casualidad que menos me hubiera esperado en ese preciso momento. Por otro lado, Dylan se había puesto muy intenso esa noche y todo terminó de una forma poco agradable.

Esa madrugada Nathaniel se ofreció a acompañarme a casa, tomamos un bus que nos llevó hasta Manhattan y ambos estuvimos en silencio todo el camino. Él quizás no se atrevía a hacer ninguna pregunta y a mí simplemente me pasaban tantas cosas por la cabeza que no salía ni una sola palabra de mi boca.

Cuando llegamos a Manhattan aún quedaba un tramo del camino por andar hasta llegar a la tienda de la tía, pero él seguía a mi lado. 

—¿No te hiciste daño? ¿Tú reloj está bien? Parece importante para ti.—Nathaniel por fin rompió el silencio.

—Sí, estoy bien.—respondí en un tono de voz muy bajo. Las calles estaban súper vacías, cruzarse con alguien era poco probable, aunque no imposible.—Gracias por lo de antes. 

No volvimos a hablar durante todo el camino, solo cuando nos despedimos y ahora en la biblioteca era demasiado probable que me lo cruzara más de una vez durante el turno. 

Cuando llegué Amelie se encontraba dirigiéndose a su oficina y me hizo señas para que la siguiera, normalmente esta no era la rutina que teníamos cada mañana. Los días que no llegaba tarde solo me instalaba en el mostrador principal y ya allí tenía anotadas las tareas que debía cumplir durante el día.

Amelie siempre llegaba una hora antes y se encargaba de que la biblioteca estuviera lista para la hora de apertura, y siempre dejaba anotadas las tareas o actividades especiales que cada empleado debía estar al tanto.

En cambio, los días que sí llegaba tarde me la encontraba en el mostrador, sustituyendo mi lugar mientras me esperaba, pero esta mañana fue diferente porque nunca teníamos reuniones tan temprano, ni siquiera se había abierto al público la biblioteca.

—¡Buenos días, Lilah! Que gusto verte desde temprano en este día, verás, hay algunas cosas que me interesa hablar contigo.—se estaba sirviendo una taza de café mientras me hablaba en un tono tan animado que era extraño viniendo de ella.

—Buenos días, Amelie. Cuéntame, soy toda oídos.—yo me encontraba sentada frente a su escritorio, curiosa por lo que fuera a decir.

—Ya sabes que apoyo totalmente el proyecto en el que estás trabajando, te di el espacio total para que pudieras lograrlo, pero decidí que lo mejor sería que Nathaniel te ayude en el proceso. Él tiene conocimientos sobre fotografía y sé que es una de las cosas más importantes para la realización del proyecto.

—Disculpa, pero no comparto el mismo pensamiento, Amelie. Quiero decir, llevo casi dos meses trabajando en la investigación y el tema de las fotografías lo tenía bajo control, no considero que necesite ayuda de alguien más. Este proyecto es mi sueño  y no quisiera tener que compartirlo con otra persona.

—Entiendo lo que quieres decir y la visión que tienes, pero créeme que quiero que todo te salga increíble y por eso te quiero brindar el recurso de alguien con ese tipo de conocimientos. Además, él llegó recientemente a esta ciudad así que te puede servir el punto de vista de un turista recién llegado.

Negué levemente con mi cabeza un par de veces mientras miraba a otro punto en la oficina. Este proyecto había sido mi idea, si lo lograba realizar sería solo el primer escalón hacia mis sueños, pero no me apetecía compartir todo lo que he hecho sola hasta el momento con alguien más.

Más allá del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora