16 - NATHANIEL

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Después de la conversación que había tenido aquel día con mi padre por llamada fue como si me hubiera caído un balde de agua fría encima. Mi madre me lo había advertido y debí esperarme que esto pasara en cualquier momento.

Ese día lo escuché gritarme como nunca antes lo había hecho, desde mi adolescencia en adelante no recuerdo ni un solo momento en que mi padre haya sido cariñoso conmigo, pero nunca me había reprochado tantas cosas en tan poco tiempo.

Aunque había hecho todo lo que él ha deseado durante toda mi vida no parecía que fuera suficiente para él, no podía entender qué más quería de mí. Le era tan complicado entender mis sueños o simplemente aceptar que me podía dedicar a otra cosa y ser igual de exitoso que él, que mi vida no debía estar conectada a la suya y que no tenía que ser una copia de él para asegurarme un buen futuro.

Ya estaba a punto de cumplir casi un mes en esta ciudad y me era increíble darme cuenta de que me he sentido con la libertad de conocerme a mí mismo de una forma que nunca antes pude permitirme. He hecho cosas gracias a mis propios esfuerzos y también puedo exponer mis gustos sin que nadie me cuestione o me juzgue. El camino por esta nueva etapa no estaba siendo sencillo, en el proceso me di cuenta de cosas que había estado dejando pasar solo por la costumbre de ser ese hombre que no me representaba, de vivir con ese miedo de que me fueran a abandonar si mostraba solo una pizca de quien era en realidad.

El día que decidí abandonar Londres sabía que tendría que enfrentar a mi padre en cierto momento y sabía que esto no iba a ser una situación fácil para mi madre, pero si algo había aprendido durante este mes conviviendo conmigo mismo era que no servía de nada callarme las cosas que pensaba o sentía, que siempre me iba a sentir mucho mejor si dejaba salir mis emociones.

—Papá, no puedo regresar a Londres por el momento.—fue lo primero que dije cuando él contestó mi llamada. Esa mañana me desperté seguro y decidido a llamarlo para por fin poder exponerle mis más sinceros sentimientos.

—No digas que no puedes porque tú no estás haciendo nada importante por allá, Nathaniel, tú no quieres, pero tienes que hacerlo. Tu vida está aquí en la empresa.—era lo primero que decía y ya su tono de voz sonaba alterado.

—Mi vida está donde yo desee que esté y te puedo asegurar que no es en la empresa. 

—¡Nathaniel tú te preparaste para eso!

—No, tú quisiste que yo me preparara para eso. ¿Alguna vez me preguntaste si yo quería hacer eso realmente?

—Porque es tu deber, no vas a sacar absolutamente nada de la fotografía.

—Ya no me interesa tu opinión, ni siquiera espero que estés de acuerdo, orgulloso o que apoyes mis sueños.—me sentía seguro de lo que estaba diciendo, pero a una versión más jóven de mí le dolía demasiado.

—Tus sueños.—murmuró con ironía.—Tus sueños son puras tonterías, todavía nos has madurado y por eso es que sigues con esas ideas en la cabeza.

—Sí papá, tengo sueños que nunca te interesaron.

—¿Sabes todo lo que he hecho por ti, Nathaniel? He pagado cada una de las tonterías que querías, cumplí tus caprichos y me encargué de que tuvieras la mejor formación profesional.

—No te pedí ninguna de esas, solo te pedía que escucharas mis opiniones.

—No me interesan tus opiniones, eres mi hijo y tienes que encargarte de la empresa familiar, tienes que hacer lo que te estoy diciendo.—ya se escuchaba mucho más alterado que al principio.

—Tengo suficiente edad para saber y hacer lo que yo quiera.

—Con tus estúpidas decisiones le haces daño a tu madre y a tu hermana, ellas...

Lo interrumpí.

—Papá, ese chantaje no te va a funcionar en esta ocasión, me mantengo en contacto con ellas y sé que están bien con mi decisión.

Se quedó callado por unos segundos, seguramente estaba buscando en su mente de qué otra manera pudiera chantajearme para que hiciera justamente lo que él deseaba.

—Dijiste que no ibas a regresar, ¿cierto? Bueno, que sepas que ya en este momento estás decidiendo esto tú mismo, voy a cancelar todas tus cuentas bancarias que están conectadas al ingreso de la familia y no te quiero ver en esta casa nunca más.

Justamente este era uno de los peores escenarios que se podrían presentar enfrentándome en esta situación, y no me importaba el dinero, actualmente vivo por mi cuenta y sé que lograré tener éxito en algún momento, pero aunque no le tuviera algún afecto especial a mi padre dolía de todas formas que tu propio padre te tratara así. Que dijera esas palabras de que no quería verte nunca más.

—Mi decisión continúa siendo la misma.

—Como quieras entonces, Nathaniel. Que te vaya bien, ojalá no te mueras de hambre.—colgó la llamada.

Dejé el celular a un lado y no podía parar de pensar en mi madre y Ann, sabía que ellas se verían afectadas con esta situación y eso me rompía el corazón totalmente.

Comencé a cuestionarme si realmente había tomado la decisión correcta con todo esto, sabía que había sido algo bastante impulsivo de mi parte que ni siquiera pensé demasiado, pero las cosas estaban cambiando para mejor y no quería alejarme de todo lo bueno que me estaba pasando y las nuevas emociones que estaba experimentando.

Caminé hasta la cocina para prepararme un té, pero mi mente no estaba allí conmigo, tenía tantos pensamientos que me comenzaba a sentir agobiado con todo.

Estaba teniendo ideas de salir a algún bar a beberme mis problemas tal como siempre hacía con mis amigos en Londres, era la única forma que conocía para afrontar mis problemas, o por lo menos evadirlos, pero ya no me sentía tan atraído a ese tipo de acciones.

De todas formas no conseguía la manera de quitarme los miles de pensamientos y cuestionamientos que estaba teniendo sobre el curso de mi vida desde este instante en adelante.

Cuando el agua ya había hervido procedí a continuar con el resto de los pasos para preparar el té en lo que escuché el timbre de mi celular sonar. Me sentí asustado hasta que ví el nombre de Lilah en la pantalla.

—¡Hey, Nathan! Disculpa que te esté llamando de forma tan inesperada, pero quería preguntar si estabas disponible esta noche.

—Claro, ¿para qué?—en este punto cualquier cosa que me dijera esa mujer yo lo aceptaría sin dudarlo.

—Sé que no estamos en día laboral y este es un lugar que forma parte de la lista, pero creo que es el día ideal para ir a Coney Island, será divertido, ¿qué dices?

—¿A qué hora iremos?

—Por la tarde, quizás a las seis.

—Eso queda al sur de Brooklyn ¿no?

—Sí, queda bastante lejos de donde estábamos la otra vez.

—No te preocupes, tú encárgate de estar lista para antes de las seis. Pasaré a buscarte.

—Está bien, te veo más tarde.

Ambos colgamos la llamada y me quedé con una buena sensación en el corazón, por alguna razón sentía que Lilah acababa de ordenar mi vida de alguna forma. Ella limpió todos esos malos pensamientos que tenía, me hizo recordar la razón por la que llegué a esta ciudad y todo lo que había descubierto desde que estaba aquí.

Este no era el momento para echarse para atrás, todo lo que había logrado no iba a permitir que se fuera a la basura tan fácilmente.

Más allá del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora