Capítulo 3

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Danielle

Si mi padre se enteraba que había perdido mi empleo, no sólo me esperaba una buena sarta de golpes, me correría de casa hasta que encontrara un nuevo empleo.

Me encontraba sentada en el pequeño borde de una fuente a las afueras del centro comercial.
Eché un vistazo al sobre que me dieron por liquidación y debo decir que habian sido generosos conmigo, pero eso no me alcanzaría por mucho tiempo.

Resople y me permití cerrar los ojos, meditar en que iba a hacer para que mi padre no supiera nada de lo sucedido.
La suerte nunca a formado parte de mi vida.

- Parece que tu tampoco tuviste un buen dia - sonreí espontáneamente porque aunque sólo habia escuchado esa gruesa voz un par de veces era muy peculiar, sabia de quien se trataba sin embargo ni siquiera sabía su nombre.

- No tienes idea. - respondí como el lo había hecho en aquella ocasión. Abrí los ojos y lo encontré a mi lado sentado. Su mirada estaba puesta en mi y aunque sonreía, su mirada reflejaba preocupación.

- ¿estás bien? - preguntó de pronto.

- no me lo tomes a mal pero, ¿sabes que esa es la pregunta mas tonta, cuando la respuesta es tan obvia?. - respondí.

- Lo sé, yo también odio esa pregunta. - rió. - pero es mejor preguntar a suponer ¿no cres?.

- Buena respuesta - sonreí. - Es difícil encontrar un empleo en estos tiempos, eso es lo que me tiene preocupada. - suspiré.

El ya no me respondió nada, nos quedamos en silencio, pero raramente no en uno de esos incómodos, de esos que por dentro estas piense y piense que decir, o que nuevo tema comenzar, por muy extraño que parezca, el hombre del cual no sabia absolutamente nada, tenia la misma sintonia que la mía, parece que a los dos nos gustaba los silencios comodos y odiabamos las preguntas obvias.

- Tengo algo que ofrecerte. - dijo de pronto. - ¿te parece si te invito a comer y te digo de que se trata?

- ¿Como sé que no me vas a secuestrar? - pregunté inquisitiva.

- Fácil, dadas las circunstancias, sé que no tienes dinero para pagar un rescate.

-Touché - respondí.

Se levantó enseguida y abotonandose el saco dijo: - Vamos.
Entonces me dedique a seguirlo. Estábamos en búsqueda de su auto, cuando llegamos frente a un audi negro endemoniadamente hermoso, entonces mis alertas de dispararon.

- Espera. - dije haciendo que el detuviera abruptamente su andar.

- ¿Pasa algo?

- Si, ¿como sé que no eres un sicario y quieres vender mis órganos.? O peor aún, venderme completita para placer de hombres asquerosos.

- ¿Es enserio? - soltó una risita. - ¿Tengo cara de serlo?

- Mh, no lo sé, en ocaciones usan a las personas mas atractivas para atrapar a sus víctimas.

- ¡JA JA JA! - soltó una carcajada. - ¿Cres que soy atractivo?.

- Ese no es el punto. - evadi su pregunta. - No sé ni siquiera tu nombre, hace apenas unos dias te conocí y sólo te he visto dos veces.

- Mi nombre es William y por ahora es lo único que te puedo responder, así que solo te queda confiar en mi.

- Mhh, no lo creeo, asi que mejor me voy en taxi y tu me sigues, asi que me toca elegir el lugar. - me encamine hasta la parada de taxis que estaba a unos cuantos metros.

- ¿ De verdad lo vas a hacer? - escuché a lo lejos, para después oir su risa que terminó por contagiarme a mi también.

Si algo he aprendido a mi corta edad es en no confiar fácilmente, y, aunque William me inspiraba mucha confianza no era suficiente, asi que me adentre en el taxi y le indique al chofer un restaurant de comida china que me encantaba, aparte que era para lo único que me alcanzaba.

Una vez que bajé vi como el auto de William estacionaba a unos cuantos metros.
Observé como bajaba de su coche y quedé embelesada con tanta elegancia. Su saco ya no lo acompañaba, solo su camisa blanca que se ajustaba en los lugares adecuados, sus manos blancas y delgadas con venas prominentes como los actores de peliculas románticas, que se les marcaban de una forma tan... Sexi.

Quité mi vista inmediatamente de ahí.
Mi pecho me alertó de que algo no estaba bien, y que mi niña soñadora que mantenía guardada en mi interior amenazaba con salir.

- De verdad lo hiciste Danielle. - ya lo tenía frente a mi para mi sorpresa.

- ¿Como sabes mi nombre? - pregunté porque me sorprendió que lo supiera a pesar de que nunca se lo había mencionado.

- El tipo que trabajaba contigo lo mencionó.

- Ohh, ya lo recuerdo disculpame. - me sonroje, cuando en mi mente de psicópata pensé que era una loco pervertido que estaba obsesionado conmigo. - ¿Entramos? - le invite.

- Adelante - me instó a pasar primero, como todo un caballero.

Pedimos nuestra comida y después nos sentamos a la mesa.
En eso su celular sonó alertando una llamada, a lo cual con una disculpa se retiró unos cuantos metros para comenzar a hablar.
No podia despegar mis ojos de el, y esque por primera vez lo vi de manera detenida, aquella noche tal vez y era la oscuridad del ambiente y de mi cabeza que no lo observé bien.
William desprendía masculinidad, elegancia y porte. Cada gesto que hacía era como si lo hubieran sacado de una revista, entonces me di cuenta que quizás era un hombre importante porque aunque no lo escuchaba la forma en la que hablaba, lo hacía con firmeza porque fruncia el seño, pero con gracia cuando sonreía.

Caí en cuenta de que tenía que mantenerme al margen de el, porqué William tenía el don de volver loca a una chica con sólo verla. 
Fue entonces que me pregunté que habría pasado para que sufriera de problemas de amor, si con sólo verlo la ropa interior se te empapaba, ahora sentir que te abrazara, te tocara, te besara.... ¡ALTO! me dije una vez más.

Pero era obvio que no solo yo pensaba de esa manera, en el lugar había una que otra mujer que lo miraba y que según ellas discretamente cotilleaban mirándole de reojo.

- Listo, te pido una enorme disculpa. - su voz me trajo devuelta a tierra.
En eso nos trajeron la comida la cual agradecí porque hizo que mis pensamientos se distrajeran un poco.

- No te preocupes, ahora si me puedes hablar de lo que querías decirme. - dije rápidamente porque mi cerebro pedia a gritos salir de allí y de ser posible no verlo en un buen tiempo.

- Eres rapida y al grano. Me gusta.

" Me gusta" dos palabras que quizás no se escuchaban comprometedoras pero en mi causaron escalofríos.
¡Oh Dios esto no puede ser posible!

- Danielle quiero que trabajes para mi. - continuó

- ¿Como?. - pregunté sorprendida.

- Si, quiero que trabajes para mi, en mi casa.

Gracias por leer ❤️

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