Capítulo 24

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Danielle.

Corría el reloj y se llegó las 6 en punto de la mañana, sonó la alarma y yo apenas pude estirar el brazo y apagarla.

>> Otro rato mas << decía mi mente. Pero me había convertido en una mujer con responsabilidades asi que me levanté.

Cuando pude abrir los ojos, miré a mi lado pero Will no estaba, asi que me puse el uniforme y baje a la sala.

No había rastro de el. Tomé una manzana de la encimera y procedí a buscarlo.
Hasta que lo encontré concentrado en el gimnasio. Hacía unas sentadillas espectaculares, que me daban una vista privilegiada de su trasero.
¡Madre mia! Este hombre era dinamita pura.
Agradecí internamente que las mujeres no tengamos un pene, si no ahorita mismo mi entrepierna me delataria mis bajas pasiones.
No quise interrumpirlo y sólo le deje una pequeña nota en la mesa y salí de casa.
Sabía que si le decía que ya me iba, me haría esperar hasta que él estuviera listo para llevarme, pero ya me hacia falta un poco de aire fresco matutino.

Cuando por fin llegue a la agencia me encontré con Lilian o lily como le decíamos de cariño. Una pequeña de tez morena muy simpática, y digo pequeña porque era muy bajita.

- ¡Hola lily! - la salude doblemente en la mejilla.

- ¡Hola Dani! ¿Lista para hoy? Se acercan las fiestas de fin de año y Londres está lleno de turistas, asi que estamos a tope.

- ¡Listisima!. - contesté.

- ¡Danielle! - gritó mi jefe desde la oficina. - Es tu turno. - me indicó el autobus en el que iba a dar mi primer tour del dia.

Yo sólo asentí y subí.
Después de presentarme, el camión comenzó a andar.

- A mi lado derecho tenemos el Big Ben. - comencé con mi trabajo - El Big Ben, nombre por el que se conoce a la torre norte del edificio del Parlamento Británico, esta torre además, tiene el reloj de cuatro caras más grande del mundo, famoso por su fiabilidad... - mis dialogos ya los sabía de memoria. Mientras estaba concentrada en lo que estaba haciendo, mi celular no dejaba de vibrar en mi bolsa del pantalón.
Una vez que acabé con mi primer recorrido saque rápidamente mi celular.
Era "el señor Willam" cómo aún lo tenia registrado en mi teléfono.
Eran mensajes:

- "¿Por qué no te despediste de mi?"
"¿Sabias que no puedo empezar bien mi dia sin un beso tuyo?"
"Odio que tengas cosas que hacer y que no contestes"
"Te extraño"
"¿Y si cocinamos la cena? ¿Que te parece?"

Sonreí como una tonta al ver los mensajes. Después sin intención se me salió un suspiro. El era mi perdición, ya estaba completamente enamorada de el.

- "Sólo si tu cocinas y yo te observó. Te quiero señor Willam, nos vemos mas tarde" - le contesté y guarde el teléfono.

- Esa sonrisa solo puede ser porque tu novio está llamando - Lily se puso frente a mi y me extendió un café.

- Es mi esposo. - dije con orgullo, aceptando gustosa el café. Necesitaba algo para despertar.

- ¡Wow! Una de las cosas por las que no creo en el matrimonio es porque sinceramente pensaba que una vez que te casas se acababa el amor. Y me sorprende que eres la primera mujer que veo que se pone así por un mensaje de su esposo.

- Esque si tan sólo lo conocieras... - suspiré de nuevo.

- ¿Como se llama? Tal vez y en una de esas lo conozco.

- William, William Beckett.

- No me digas que el William Beckett dueño del London Palace, sería...

Yo sólo asentí, no me encantaba alardear de el trabajo de mi marido.

Un amor que te estremezca la vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora