Capitulo III: Déjà vu.

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La noche ya había llegado, Harry subía por las escaleras nerviosamente, ansioso y expectante. Llegó en un parpadeó a la torre de astronomía, vio primero el bastón negro, un elegante diseño de cuervos plateados adornaban la madera de ébano, su dueña se dio la vuelta y vio al chico aproximarse.

T/N: Que puntal, Harry —elogió, y devolvió la vista al cielo—

Harry: ¿Por qué tienes un bastón? —preguntó extrañado, mirando al objeto apoyado en barandal—

T/N: La pierna me falla de vez en cuando, más concretamente la izquierda... es una molestia. Creo que estar tanto tiempo petrificada le pasó factura a mis articulaciones —gruñó con pesadez—

De repente, Harry se dio cuenta que no sabía cómo o qué conversación iniciar exactamente. Miraba nerviosamente a la que era su madrina y le costaba creer que fuera así, una chica que no parecía tan mayor que él ahora era como su figura materna, era extraño, extraordinario. Pero, en un mundo mágico pocas cosas lo podían impactar ya.

T/N: A tu madre le encantaba este lugar —murmuró, con el gesto serio perdido en las estrellas—

Harry: El profesor Lupin dijo que ustedes eran cercanas —recordó en voz alta—

T/N: Lily era mi mejor amiga, y prácticamente un pedazo de mi —admitió, y se contuvo de expresar cuanto sentía realmente por la pelirroja— Solíamos venir aquí después de clases, y jugábamos a ver quien conocía mejor los nombres de las estrellas —narró, y Harry le sonrió— Ella era muy inteligente, pero yo tenía la ventaja de que todos en mi familia tienen un nombre relacionado al cosmos.

Harry: ¿Todos? —preguntó admirado—

T/N: Si, todos —reafirmó, con una débil sonrisa— Recuerdo que papá me dijo que ésto era para que todo mundo que mire al cielo nocturno viera a la noble familia Black encima de ellos... y acertó, Veo a mi hermano en la estrella Régulo... metafóricamente hablando, claro —especificó con rapidez—

Otro silencio se formó, pero ya no era incómodo, de alguna forma esa falta de habla se sentía mucho mejor, era como un silencio hogareño. Hasta que Harry decidió acabarlo lanzando una pregunta.

Harry: ¿Por qué nos dejaste escuchar lo del poema?

T/N: Por que eres mi ahijado, eso es como ser parientes. Y nunca me ha gustado tener secretos con mi familia —dijo, evocando en sus pensamientos aquel secreto que a nadie más le había confiado: su amor por Lily Evans—

Harry: Entiendo —dijo sonriendo, hasta ahora era la primera persona que alegremente llamaba "familia"— ¿Crees que Sirius lo sepa ya?

T/N: Honestamente me es irrelevante —gruñó, y exhaló con irritación—

Harry: Me dijeron que... que tú y Sirius se pelearon —recordó con nervios, sentía que se estaba metiendo en terreno pantanoso, en uno de los amargos conflictos internos de la familia Black—

T/N: Si, así es. Y, ya que se que lo estarás preguntando, no tengo intención de hacer las pases con él —reconoció con disgusto— Pero si tengo que estar en paz con él lo haré.

Harry: Ustedes son hermanos, estoy seguro de que si hablaran se arreglarían —opinó esperanzado—

T/N: No lo creo... Tienes un adorable positivismo, chico. Sin duda heredado de Lily —observó con nostalgia—

De repente, el menor se emocionó. De alguna forma la manera cariñosa en que T/N le hablaba sobre su madre le resultaba sumamente enternecedora. Inequívocamente estaban en camino de forjar la cercanía que Lily esperaría que tuvieran.

Pietra [Hermione Granger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora