Capítulo XX: El cuervo

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Hermione se sentía al borde de la histeria. Umbridge había sustituido a Dumbledore como directora del colegio, a más de un alumno esto le sentó como una soga al cuello.

Lo único que sabía de Pietra era que finalmente había llegado a Azkaban. El ministro Fudge había hecho alarde de capturar a una “mortifaga altamente peligrosa” por la radio. Harry casi tira por una ventana la radio, la sarta de mentiras e injurias que le atribuían a su madrina lo habían cegado de ira. Pero fue peor cuando lo leyó en el periódico, bajo el título de “La tercera es la vencida, T/N Black es la tercera de su familia en conocer Azbakan”.

La profesora McGonagall no podía dar sus clases tranquila y serena como de costumbre, más de una vez su clase se tubo que cancelar y pasó horas en la enfermería llorando en el regazo de su esposa.

Los granos ahora le parecían poco castigo para Marietta. De haber sabido que atentaría directamente contra su querida Pietra, hubiera puesto un embrujo peor. Ahora solo le quedaba recurrir a Tonks, que luchaba por la legítima liberación de su tía.

Pero su principal consuelo era ese pequeño cuervo metálico, con sus alas abiertas y su alargado pico mirando al frente, como si volara. Debía haber una razón para que T/N se lo hubiera dejado antes de ser encerrada en Azkaban, algún mensaje debía haber y lo tenía que descifrar. Debía ser algo relacionado a su familia, puesto que el cuervo era parte del escudo familiar de la casa Black. Cada que sentía que estaba a punto de comprender alguna cosa, las palabras finales de T/N regresaban a confundir su mente.

“Confíen en el cuervo”… ¿Qué rayos quería decir?

Indagaba segundo a segundo. Sentía una silenciosa tortura interna cada que Harry le hablaba de T/N, atemorizado por la sola idea de que su madrina durmiera entre dementores. Al chico le quitaba el apetito la culpa, cada palabra hiriente que le dijo pesaba una tonelada sobre sus hombros.

Harry: Es que no es justo —gruñó, pinchando con brutalidad la pata de pollo en su plato— T/N no merecía esto.

Hermione: ¿Te dijo si planeaba…  si planeaba…?

Harry: ¿Escaparse? —susurró, solo para Hermione y Ron— No, no dijo nada. Solo que no pesaría mucho tiempo allá.

Ron: No nos engañemos, estamos hablando de que la mandaron a Azkaban —dijo con desesperanza—

Hermione: Debe estar planeando algo. Estoy segura —dijo en voz baja, apretando el tenedor en su tensa mano— Me dijo que no pensaba pasar más de dos días en Azkaban… no lo diría si no tuviera un plan ¿Verdad?

Harry: O tal vez dijo eso solo para tranquilizarnos... —repuso agachando la cabeza—

Ron: No creo… T/N es astuta, no deja nada al azar —remarcó, dejando sobre el plato el impecable hueso que había limpiado con sus dientes sin dejar un solo trozo de carne— Pudo haberse escapado, como Dumbledore, pero se dejó arrestar. Debe ser por algo ¿No creen?

Hermione: ¿Por qué quería ser llevada a un lugar tan horrible? —cuestionó temblorosa—

Ron: No lo sé, no entiendo la mente de T/N ¿Tú si? —dijo encogiéndose de hombros—

Hermione deseaba poder responder afirmativamente, pero no era el caso. La mente de Pietra era cada vez más incomprensible, tan llena de confusiones y sentimientos que ni la propia Black era capaz de esclarecer.

La castaña tuvo un escalofrío, provocado por un soplo imperceptible de viento. Abrió grande los ojos al ver una sombra fugaz atravesando la mesa. Un graznido grave y gutural la alertó, miró hacia arriba con intriga, pero no había absolutamente nada más que el mágico cielo del gran comedor. Para cuando bajó la cabeza, Harry se había levantado y se había alejado para reunirse con Cho Chang.

Pietra [Hermione Granger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora