Capítulo XXIX: ADN

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Harry pasó gran parte de la última semana de vacaciones cavilando sobre el proceder de Malfoy en el callejón Knockturn. Lo que más le inquietaba era lo ufanos que habían salido de la tienda él y su madre. Nada que lo hiciera tan feliz podía ser una buena noticia. Sin embargo, ni Ron ni Hermione parecían tan intrigados como él por las actividades de Malfoy, y eso le fastidiaba un poco; es más, pasados unos días, sus amigos se habían cansado del tema.

Hermione: Harry, ya te lo dijo Pietra. Draco solo fue a visitar a su madre —le explicó por décima vez en el día, con paciencia— No hay nada raro en eso.

Harry: Creo que T/N se equivoca —replicó, mirando a sus amigos con incredulidad— Estoy seguro de que hay algo más. Malfoy y su madre están planeando algo, y T/N no se da cuenta.

Ron: ¿Se te olvida que ella es legeremante? —preguntó, mientras intentaba arreglar las ramitas de la cola de su escoba— Si ellos estuvieran tramando algo, T/N podría leer sus mentes y descubrirlo.

Harry: Tal vez saben oclumancia —contradijo, tercamente— Tal vez han aprendido a bloquear sus pensamientos.

Hermione: ¿Y cuándo habrían tenido tiempo de aprender eso? —cuestionó, con exasperación— Harry, tu madrina tiene todo bajo control. Además, pensé que te llevabas mejor con Draco últimamente.

Harry: Solo hemos aprendido a tolerarnos, pero sigue siendo el mismo idiota de siempre —gruñó, cruzando los brazos— Y lo peor es que ha logrado engañar a T/N con su farsa. Es irritante.

Ron: Lo que pasa es que estás celoso —dijo, mientras raspaba un poco de suciedad del mango de la escoba— No te gusta compartir a T/N.

Harry: ¡No tiene nada que ver con eso! —exclamó, enfadado—

Hermione: Harry, desde que Pietra llegó a tu vida, todo se trata de tus celos —dijo, con una evidente frustración— No solo es Malfoy, también es el hecho de que no quieres que ella tenga pareja.

Harry: ¿Por qué sigues hablando de eso? —preguntó, irritado— T/N no piensa tener pareja ahora mismo... ¡Y esto no tiene nada que ver con...!

Ron: No cambies el tema, Harry —dijo, dejando a un lado su escoba— Yo vi cómo reaccionaste cuando esa chica le coqueteó en el transporte muggle. Pasaste horas refunfuñando que esa muggle era una atrevida.

Harry: Pero lo era —se defendió, con obstinación— ¿Quién le coquetea así a una completa desconocida?

Ron: Pues si esa desconocida está tan guapa como tu madrina...

Hermione: ¡Ronald Weasley! —le regañó, roja de rabia—

Ron: El punto es que tarde o temprano T/N va a conseguirse una pareja nueva —concluyó logicamente— Y ya sabes que ella quiere tener hijos, obviamente empezará a pensar en eso pronto. Cuando el reloj biológico llama...

El sonido de la puerta interrumpió a Ronald.

Hermione se quedó tensa. Era cierto que el deseo de T/N era tener una familia, era alguien conservadora que soñaba con una esposa y dos o tres hijos, quizá un perro. Una familia tipo. Pero a la castaña le faltaban muchos años para empezar a pensar en todo aquello. Estaban a destiempo, en momentos distintos de la vida.

T/N: Hola, Harry. Buenas tardes, señor Weasley, señorita Granger —saludó con normalidad— Solo venía a decirles que el compartimento de profesores está al frente, y que si necesitan algo no duden en buscarme.

Harry: De acuerdo —respondió en un gruñido, sin apartar la vista de la ventana—

T/N: ¿Pasa algo, Harry? —preguntó con preocupación, al notar su aspereza—

Pietra [Hermione Granger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora