Capítulo IX: Interrogatorio

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T/N pasó el resto de la mañana soñando con Lily. En una de sus pesadillas, volvía a estar en la sala de menesteres a oscuras, iluminada únicamente por esa maldita vela que la petrificó. Lily estaba justo detrás de ella, al voltear, la vio caminar hacia la puerta oscura. Su instinto fue correr hacia ella y abrazarla, besarla y no dejarla ir. Pero Lily se dio la vuelta y le exclamó: "deberías quedarte aquí. Allá afuera solo necesito a James para ser feliz. Ya no eres a quien amo".

Despertó empapada en sudor frio. Aun temblando por la pesadilla que había tenido, se sentó sobre la cabecera a llorar. Esa pesadilla le había recordado lo fugaz que había sido su amor para Lily, y lo insignificante de la noche que pasaron juntas, la noche más mágica para ella. El dolor en su corazón todavía estaba fresco, y no sabía cómo sanar.

Pero no podía culpar a Lily por ser feliz, por encontrar amor en otro lugar. Ella misma había deseado que fuera feliz, aunque fuera sin ella. Sin embargo, la idea de que Lily hubiera amado a alguien más, de que hubiera encontrado la felicidad que T/N había anhelado tanto, era difícil de aceptar.

Su habitación en penumbras era iluminada por el sol saliente. Un frío gélido entró y le enfrió la espalda, por lo que se vio obligada a levantarse y ponerse una camiseta. La había dejado sobre la silla de su escritorio la noche anterior, una vez que se la puso, se quedó viendo sobre su escritorio. Y allí estaba, el retrato que había dibujado con lápiz en papel de su amada Lily, con su sonrisa cálida y sus ojos verdes brillantes. T/N tomó un profundo aliento, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con brotar nuevamente.

Pero ya había sido suficiente. No podía permitirse caer en la tristeza. Tenía un propósito, un objetivo por el que levantarse cada día. Su ahijado, Harry, necesitaba su apoyo y amor más que nunca. T/N tomó el retrato en sus manos y lo colocó en un cajón, prometiéndose a sí misma que se enfocaría en el muchacho y encontraría la fuerza para seguir adelante.

Tuvo que vestirse de muggle. Para acompañar a los Weasley debían atravesar el mundo de los no magos, y sus llamativas túnicas no ayudaban a mezclarse en ese entorno.

Cuanto estuvo lista, bajó y pidió a Kreacher que prepare un desayuno para todos, tiempo después todos fueron uniéndose. Cuando llegaron Tonks y Ojoloco para escoltarlos por Londres, los recibieron con regocijo y se rieron del bombín que Ojoloco llevaba torcido para que le tapara el ojo mágico, y le aseguraron sinceramente que Tonks, que volvía a llevar el cabello muy corto y de color rosa chillón, llamaría la atención en el metro menos que él.

Ya en el metro, T/N se sentía nerviosa y emocionada al mismo tiempo. Nunca había viajado en metro, pero le habían dicho que era la forma más rápida y discreta de moverse por el Londres muggle. había seguido las instrucciones que le habían dado Harry y Ojoloco para comprar un billete y pasar por los torniquetes.

Tonks mostró un gran interés por la visión de Harry del ataque que había sufrido el señor Weasley, pero a él no le interesaba hablar sobre eso ni lo más mínimo.

Tonks: En tu familia no hay antepasados videntes, ¿verdad? —inquirió con curiosidad cuando se sentaron juntos en el tren que traqueteaba hacia el centro de la ciudad—

Harry: No —contestó, se acordó de la profesora Trelawney y se sintió insultado—

Tonks: No —repitió, pensativa— No, claro, supongo que lo que tú haces no es profetizar, ¿verdad? Es decir, tú no ves el futuro, sino el presente... Es extraño, ¿no? Pero útil...

T/N: Dora, deja tranquilo a Harry —pidió cordialmente, estando parada y sujetándose a un poste metálico frente a ellos— Tuvo una mala noche.

Tonks: Bien, de acuerdo —dijo bufando—

Pietra [Hermione Granger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora