Capítulo 8.

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"Nunca me di cuenta de que tenía que decidir entre jugar el juego de alguien más o vivir mi propia vida."

—Get Free, Lana Del Rey

Cuando Flor le llamó avisándole acerca de su entrevista para el día siguiente no pudo evitar la corriente energética de optimismo que le recorrió la espalda, saltó sobre su lugar apenas terminó de procesar lo que le habían dicho y fue entonces que reparó en la taza rota en el piso. Valentina la juzgaba con la mirada mientras masticaba sus tiras de espagueti, sin mover un sólo músculo ante el trasto roto.

El teléfono inalámbrico había sido habilitado para ella porque la alfa decidió que debía tener la manera de conectarse con ella, era lo idóneo a pesar de que vivieran a unos pocos metros. Para cualquier emergencia prefirió habilitar su línea, misma que era más bien utilizada para el cotilleo de las omegas.

—Muchas gracias, Flor, te debo una muy grande. —Apretó el teléfono entre sus dedos mordiendo su índice para contener su alegría. —Estaré puntual mañana a las seis, lo prometo. —La alfa con la que compartía la última comida del día había desbordado su atención a ella. —Entendido, gracias, Flor.

Sentía que finalmente empezaba a tomar las riendas de su vida y podía controlarla, empezaba a sentirse de nuevo en el juego.

—¿Y bien? —Valentina la miraba desde su lugar esperando una respuesta.

—Oh... —Rio nerviosamente. —¡Buenas noticias! Flor me consiguió una entrevista de trabajo.

—¿En dónde?

—La cafetería Woods ¿La conoces? Pero es algo relacionado con la cocina. ¡Menos mal! Es lo que más se me da. —Se alegró alejándose hacia la alacena de la cocina donde guardaba sus utensilios de limpieza. Regresó con escoba y recogedor en mano para hacerse cargo del trasto roto, completamente ignorante de los pensamientos que atormentaban la cabeza de la alfa.

¿Era siempre así de confiada con las personas? Valentina estaba pasmada porque la omega simplemente sonreía esperanzada como si ya hubiera obtenido el puesto, ni siquiera sabía a dónde se dirigía ni para quién trabajaría. Flor simplemente la había llamado y así de fácil Juliana entregaba su confianza. No es que le importara mucho lo que hiciera con su vida, pero si lo pensaba dos veces, tal vez sí. Al fin de cuentas era la que cargaba a su bebé.

Su casi futuro bebé.

Otra ola de pensamientos se rompe al chocar contra un peñasco e inunda su cabeza de reflexiones acerca de la menor que tenía frente a ella, hablando sobre algo de lo que no había puesto atención a la par que recogía restos de cerámica.

—¿Valentina? —Antes de darse cuenta Juliana ya estaba sentada en su lugar frente a ella, sacudiendo sus manos frente a su rostro. —¿Estabas escuchándome? —Pregunta sonriente, casi burlesca.

—Perdón... —Carraspeó la alfa salida de su ensoñación. —Estaba distraída, pero ¿me decías?

—Dijo Flor que no puede llevarme mañana hasta la cafetería, por algo de su hermana y que estaba loca, la verdad es que no entendí. —Admitió con confusión. —Pero ¿Crees que podrías llevarme? Me da pena pedirte este favor, es sólo que no quisiera llegar tarde a una cita y–

—Te llevaré. —No tengo problema, quiso añadir, pero todavía no tenía bien manejado el arte de la amabilidad. La interrumpió con un movimiento de mano que pareció un poco brusco, pero lo ignoró. —¿A qué hora?

—La seis de la tarde. Y gracias... —Los platos ya estaban vacíos en ambas partes y era hora para que se retirara a su casa. —Por todo, en realidad. No sé cómo podré pagártelo, pero lo haré, tenlo por seguro. —Prometió la omega, Valentina únicamente asintió sin decir nada.

Kerosene |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora