Baje ya lista mientras ataba mi cabello en media coleta.
—Buenos días —saludaron todos en un unisonido.
—buenos días —respondí amable, estaban todos menos Allison y Luther...
—Vany...-
—Viktor —interrumpió Diego.
—¿Eh? —hice una mueca en mi confusión.
—No es Vanya, es Viktor —explicó mi mellizo.
—Oh... —le mire un segundo— genial, ese corte es muy... tú —agregué.
Sonrió tímido —gracias —murmuró, igual con timidez.
—Bueno, ¿ahora que haremos? —interrogue, aprovechando que todos estaban ahí, o bueno, casi todos.
—Cinco dice que hay que quedarnos —contestó Luther tomándole un sorbo a su té.
—¿quedarnos?, no, no, no, no nos podemos quedar —me exalté un poco.
—¿por que no? ¿Estas casada? —interrogó Diego.
Luther se sorprendió y me miró algo aterrado —¿también tienes un hijo?
—¿También? ¿Que? No, no, no, no estoy... casada, y tampoco tengo un hijo —pensé de nuevo lo que dijeron—, ¿como que también?
Diego y Luther se miraron unos segundos y luego Diego le hizo una seña de advertencia.
—Ah... —Diego miró hacia atrás de nosotros y luego comenzó a tartamudear nervioso— am... —se levantó de su lugar—, debo, yo... ya... ya regreso —siseo y se fue.
—Bueno... ¿entonces nos quedamos? —Cinco reintegro la conversación.
Todos se miraron y murmuraron respuestas afirmativas mientras se levantaban para irse.
—No —respondí intentando que regresaran para discutir el tema—, Luther, ¿Klaus?
Klaus me miro y se acercó a mí —Linda, no es tan malo, tenemos la oportunidad de empezar de nuevo... —puso una mano en mi hombro para mostrar calidez.
—Klaus... no lo se, no creo que sea lo mejor...
—Hace mucho que quiero que hablemos —cambio de tema—, creo que estamos muy alejados, ya no somos como antes —comenzó.
—Antes eramos niños —tome un sorbo a la taza añorando aquellos años.
—Lo se, pero siempre hemos sido tu y yo, y cuando creí que te había perdido, también me sentí perdido yo, sabes, ya no tomo, estoy limpio —confesó.
—¿Y las drogas? Y...
—Lo deje todo, ¿sabes por qué? —cuestionó.
Lo miré y pregunté lo obvio —¿por que?
—Por qué tenía la esperanza de encontrarte un día, y que me vieras sobrio, que volviéramos a estar juntos como hermanos, como mellizos y todo estuviera bien... —explicó.
Era verdad, de niños fuimos como "la uña y la mugre" de adolescentes también, fue de adultos cuando las cosas cambiaron, pero aún así siempre hablábamos y estábamos apoyándonos, cuando Klaus comenzó a beber fui yo la que estuvo con él para que dejara de hacerlo, vi como vomitaba y no podía parar la ansiedad por consumir esas porquerías, vi como decía que no tenía hambre por que no podía pensar en otra cosa que no fuera consumir, vi como recaía una y otra vez mientras lloraba por que "me había fallado" creí en él aún cuando todos en esa casa decían que era "un caso perdido" y siempre supe que Klaus podía, conmigo y sin mi...