capítulo ¹⁰

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Perdida.

Esa era la palabra correcta que definía completamente en estos momentos a Sana, su cabeza y su corazón estaban hechos un tremendo lio.

¡Lo había dicho es voz alta!, razón por la cual no podía estar mas aterrada, le temblaba el cuerpo y el corazón le daba un vuelco enorme, apenas y se acordaba de lo que había puesto en aquel mensaje, dirigido a su mejor amigo.

No se acercaba Navidad, pero la noche que caía sobre cielo de Nueva York estaba muy fría, mucho mas de lo normal, lo que provocaba que tuviera muy roja las mejillas.

Sentada sobre uno de los asientos del Central Park, esperaba impacientemente que llegara la única persona que no le armaría un escandalo, ni la juzgaría por su confesión o tal vez si.

—Creí que no vendrías. —dijo Sana apenas y vio a la persona que esperaba, acercarse a ella rápidamente.

—Había mucho tráfico. —se excuso sentándose al lado de ella. —Bueno ya estoy aquí, así que cuéntale a tu mejor amigo cuál es tu problema.

—Últimamente escucho mucho ese cuéntale a tu amigo.

—Bueno ¿Soy tu mejor amigo no?

—Si, Jimin.

—Entonces bueno, cuéntame ¿Qué pasa con Jihyo ahora? —le pregunto sabiendo la respuesta.

—Ya lo sabes. —murmuro Sana bajando la mirada mientras jugaba con sus manos.

—Sí, pero quiero escucharlo salir de tu boca. —dijo tranquilamente el chico y Sana alzó la miraba para ver si hablaba en serio. —Hablo muy en serio... —conocía perfectamente a su amiga y sabia que haría de todo por no decirle nada, pero contra el no iba a poder.

—Me gusta Jihyo... —susurró tan bajo la japonesa que apenas Jimin pudo escucharla.

—¿Qué? ¿Qué dijiste? —preguntó el chico y Sana rodó los ojos exasperada.

—¡Que me gusta Jihyo! ¿Ya estás contento? —Se cruzó de brazos con el ceño fruncido y Jimin reía por la situación.

—Si estoy contento. —Respondió Jimin divertidamente. —Pero el punto es...

—Si ya sé que es la mujer de mi hermana, que no debería gustarme, que cree que yo soy Momo y está enamorada de ella y por último y no menos importante, le estoy mintiendo y es posible que después de enterarse de todo me odie y me mande al cuerno.

—Bueno yo iba a decir que estas enamorada, pero tienes razón en todo lo que dijiste, pero ve el lado positivo, Momo no la quiere, así que también le estás haciendo un favor en alejarla de tu hermana y de una mentira.

—Pero le estoy haciendo vivir otra.

—Sí, pero el fin justifica los medios.

—Deja de llenarme la cabeza de cosas. —susurró Sana lamentándose y llevándose las manos a la cabeza de manera frustrada.

—Lo peor que podía pasar ya paso Sana, ya no hay vuelta atrás. —dijo Jimin abrazándola por los hombros. —Y así quieras negarlo el sentimiento se hará cada vez más fuerte y no te podrás detener.

—Esto no debía haber pasado, no a mí, hay tantas mujeres en el mundo y yo como siempre, me fijo en la que no debo. —continuaba la japonesa lamentándose.

—Lo prohibido siempre termina atrayéndonos más, aunque no lo queramos.

—¿Qué voy a hacer? —le preguntó Sana a su amigo con los ojos llorosos y muy tristes.

—Creo que ya sabes lo que tienes que hacer.

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las gemelas minatozaki | sahyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora