𝐖𝐄 𝐀𝐑𝐄 𝐌𝐎𝐌𝐄𝐍𝐓𝐒 ;; Shirbert

❝ los recuerdos pueden ser amargos

Cada que Gilbert recordaba malos momentos en los que sufrió mucho, podría jurar que sentía un extraño sabor amargo en el paladar que le incomodaba durante el resto del día. Y no, no es un sabor amargo como el de un café puro sin endulzar, o el de un chocolate negro. Es un sabor desagradable, sin gracia, sin gusto, que te aseguro que nadie jamás disfrutarías.

Los recuerdos amargos son esas situaciones que a pesar de pasen años y el tiempo avance, siempre tendrán un mal sabor. Que cuando los recuerdas te siguen causando la misma mala impresión que la primera vez, y que aunque hayas aprendido a superarlo, siempre va a doler. Eso son los recuerdos amargos, y Gilbert tenía muchos.

Los recuerdos de su madre ignorándolo era un claro ejemplo de un recuerdo amargo; cuando aquella
Mujer alta de cabello oscuro a la que ese niño inocente juraba amar, lo hacía de menos; cuando falta a sus presentaciones escolares; cuando no lo escuchaba. Para él, esos eran recuerdos amargos. La última discusión que tuvo con su familia, los días que estuvo vagueando de motel en motel intentando mantenerse con solo trescientos euros. Más recuerdos amargos.

Y así podíamos enumerar muchísimos más, casi infinitos. Recuerdos amargos que lo hacían odiar el pasado, a pesar de que algunos dijeran que el pasado es tu amigo más cercano. Gilbert odiaba ver hacia el pasado, y no soportaba a las personas que lo hacían. Creía en superar, perdonar, y seguir, para bien.

Él llegó a la conclusión de que, aunque lo superase, sabía que le iba a doler. Pero tenía que dejarlo, no podría amargarse por siempre. Y un día, con pocas horas de sueño y mucho café en su organismo, buscó y buscó entre los empleos de su ciudad hasta por fin dar con uno. Comenzó una nueva vida, y con el paso del tiempo y de muchas mudanzas, aprendió a vivir.

Aprendió a vivir sin esos recuerdos amargos y atormentantes, y eso era muy importante. Y a pesar de que cada vez que lo recuerda, sabe mal, solamente tiene que pensar en Avonlea, en sus amigos, y en ese par de ojos celestes que brillaban cuan estrellas para darse cuenta de que ya nada era lo mismo, él ya no era igual, todo había cambiado, y para bien. Y que todo eso qué pasó en el pasado no es más que eso, un recuerdo amargo.

Un recuerdo amargo el cual hay que superar y dejar atrás, entre ese montón de cosas que ya solo son una mala experiencia que tú decides si contar o guardar. Solo algo que logró marcarte y ahora reconoces como lo que te ayudó a salir adelante sin mirar atrás.

Gilbert ahora mismo agradecía a su madre por odiarlo, a sus hermanos por despreciarlo, y a su padre por nunca estar, porqué gracias a eso él era esa versión actual la cual él amaba.