Tiempo

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En la mañana, Cristian pago el próximo Día de estadía en el hotel, y le dejo dinero para que comiera en el restaurante del mismo lugar. El tenía que salir a hacer algunas cosas y volvería en la tarde, así le quedaba tiempo para que ella diera una vuelta y viera algo de interés o tal vez encontrará algo a que hacer.
Sara estuvo dando vueltas aunque no encontró nada, aún así, por algún motivo, al saber que Cristian estaba cerca sentía mucha tranquilidad. En la tarde regreso Cristian y le propuso que se mudara a una habitación, él se encargaría de la renta los primeros meses, mientras ella se acomodaba y encontraba algo.
Estuvieron buscando esa tarde pero no encontraron nada. En la noche sucumbieron de nuevo a su insaciable deseo, pues parecieran que a pesar que solo eran amigos, se comportaban como amantes adolescentes en sus primeros meses de amorío, (en lo que a el sexo se refiere). Al día siguiente, de pronto en la tarde encontraron un cuarto y lo rentaron, sin darse cuenta, que habían pasado por alto, necesitar de una cocina, pues allí no permitían cocinar, pidieron el reembolso, pero la señora argumento que se había gastado el dinero por que vivía de la renta de estas habitaciones,  y que así como llegaba el dinero se Iba. Así que acordaron que apenas arrendara le devolvía el dinero, “han pasado doscientos años desde entonces”, (una pequeña broma, muy real). Al final terminaron por aceptar, aunque ese mismo día encontraron un buen sitio donde se mudó Sara. Cristian le amueblo algo sencillo su apartamento, para que Sara estuviera cómoda, y además le obsequio una hermosa taza roja con la silueta de un gato negro pintada y algunas rayas Del color del gato, (taza cuál, Sara convirtió en su gran tesoro ). Estás acciones, causaron, que Sara empezará a enamorarse de Cristian un poco más, pues era alguien que estaba siempre presente, aunque ella hubiera querido que las cosas hubieran sido distinto, tal vez que fueran compañeros de departamento o mejor, ¡novios!, de los que viven juntos... Aunque la verdad Cristian comenzó a quedarse casi siempre allí con ella, que era como lo mismo. Por que a demás de que eran compatibles cómo nadie en la cama, tenían otras cosas en común: A Cristian le gustaba escribir canciones o poesía, y a Sara se le daba muy bien cantar, además de eso Cristian hablaba de todo: De sus metas y sueños. También hablaba de Laura, de las cosas que harían cuando se casarán, de que hacía un tiempo ella había cambiado con él, etc.
Y verdad era que Laura estaba siempre ausente, ya nunca contestaba sus llamadas o siempre estaba de afán, así que no podía hablar con ella más de un minuto, el la excusaba que sería por sus trabajos, o tal vez las clases no le daban tiempo de nada, además de eso también estaba entrenando para ser patinadora profesional o futbolista, aunque la realidad era otra, nunca imaginaba que su mente, sus miradas, su sonrisa increíble atrás de aquellos labios morenos y perfectos, eran para Daniel, a la vez que sus besos y su cuerpo, sus gemidos y todo aquello que Cristian hubiese deseado y que jamás pudo tener solo para él.

En la cama metálica de Sara, ella y Cristian estaban desnudos, con el pequeño ventilador ruidoso enfriando un poco la habitación y de repente él Murmuró:
—¿Tú qué quieres ser cuando seas grande? —respiro hondo.
—¿Cuando sea grande?, pero si ya soy grande — dijo ella y sonrió haciendo una mueca de curiosidad y sorpresa.
—No es que seas muy grande —dijo mirándola divertido, desde sus pies a la cabeza, ella hizo una mueca y le puso la boca en su hombro mirándolo desde allí—. No, me refiero a cuando puedas cumplir tus metas, ¿que quieres ser? ¿donde irías? ¿a que lugar específico te gustaría mudarte, y permanecer el resto de tu vida?
—¡París! —dijo con entusiasmo—, París sería donde yo iría, y no estoy tan pequeña —dijo golpeando el pecho de Cristian, con su puño algo suave, con una sonrisa de par en par.
—¿París…? Pareciera que todas las chicas quisieran vivir en París... —Hizo una mueca de desprecio hacia la idea—. Aunque dicen que tiene su encanto, almenos en sus fotos se ve genial esa torre —, Cristian ya lo sabía o lo había imaginado, por los adornos en las paredes, en los cuales había una gran torre Eiffel, echa de pegatinas.
—¿Y tú qué quieres ser cuando seas grande, a donde quieres ir? —ahora Sara, acomodo su pierna sobre la pelvis de Cristian y con su mano acaricio el pecho de el, dándole un beso en el hombro.
—¿Yo? —Se dio un hondo suspiro—, me gustaría viajar a algún país, donde se gane bien, Australia o Canadá —dijo sin un poco de duda en sus palabras. como si ese fuera el plan de vida que había escogido para él, desde hacía ya mucho tiempo.
—¿Estados Unidos?, ¡se gana mucho dinero! —dijo Sara mientras se perdía en la mirada de Cristian, la cual estaba pegada al techo, a lo que ella lo miraba con ternura.
—No me gusta estados Unidos, No me gustaría que alguien me denigrara por ser latino, ¡el racismo allí existe! ¿Sabes? Ese Donald Trump es una persona poco interesante, sus leyes dejan claro el odio hacia los de este lado —dijo poniendo los ojos sobre Sara, como si estuviera contando un secreto—, prefiero estar en algún lugar donde no les importe mucho de donde vengas, tal vez valla con Tigo a París…
Sara sonrió mirando a la enorme torre de pegatinas en la pared de su pequeña habitación, con cierta decepción —París... París.... Siempre será mi sueño, pero para mí —torció la boca—, ósea, para personas como yo, esas cosas no pasan…—dijo, un tanto melancólica.
—¿Que sabes tú?, pueda que sí —Se quedó un momento en silencio sin decir una palabra, solo respirando, observando la desnudes de Sara—. ¿Y tú vas a conseguir algún novio?, ¿o ya estarás hablando con algún enamorado?.
Sara lo miro con un tanto de vergüenza. —No, la verdad no me interesa nadie, ¿pero sabes?, no quiero que dejemos de ser… amigos —se acercó y le besó en la boca.
—¿Y si te enamoras de mi? —dijo él respondiendo a su beso.
—¿¡Yo!? —Frunció el seño y lo miro escapándosele una risa nerviosa—, ¿¡Que dices!, ¡no!, jamás me quisiera enamorarme de ti, ni tener algo serio con —dijo mientras alejaba su rostro del de él (de momento)—, pero tampoco quiero dejar de verte…—Luego volvió a besarle los labios suavemente, cerró los ojos para disfrutar más la sensación que le producía besarlo.
—¡Mmm ya!, está bien, como quieras, por mi está bien así —aunque Cristian se sintió incómodo, se sereno y no dejo que el rechazo de Sara lo hiciera perder su tranquilidad, pensó que no estaba mal ser solo amigos, de los que se besan y van a la cama, además estar con ella en cama le encantaba, nunca se había sentido más complacido de sentir a una mujer como a ella.
Sara estaba algo preocupada por lo que había dicho, —¡JAMÁS TENDRÍA NADA CON Él!, ¡SI ERA  LO QUE MÁS QUERÍA!, ¡pero que va!, él nunca se enamoraría de mi, además estaba comprometido con alguien… y cuando ella vuelva de seguro no volverá a verme… Así que para que ilusionarse, él solo está para complacerse y luego ya no está, a no ser que se sienta solo y venga a Buscarme... ¿Será que siente algo por mi?, a la final parecemos algo más que amigos.
—Amigos solo amigos pensó Cristian. está bien, así no tendré que preocuparme por reclamos, ni por nada que tenga que ver con celos, además me agrada estar con ella, siempre está sonriente, siempre está hay para cuando yo quiero a alguien o necesito saciar mi sed de nuestros increíbles Encuentros,  amigos.
»¿Y si no quiero ser solo su amigo que?, bueno, no sé para qué preocuparme, al final en algún momento dejaremos de hablarnos.
 
La cosas se tensaron desde ese día. Cristian no se imaginaba que tan importante se iba volviendo Sara para él, nunca imagino que tan importante sería para su vida.
A partir de ese momento Cristian ya no volvió más a la habitación de Sara por un mes. Hablaba de vez en cuando con ella, igualmente ella no le decía alguna cosa, aunque lo extrañaba tanto cada noche, se sentía tan vacía y además no encontraba algo que hacer, pero Cristian siempre aunque no viniese a su apartamento a quedarse,  se encargo del arriendo y que no le faltará lo común de su comida, aún así, ella quería que se volviera a repetir la relación que tenían, quizás había sido cruel con lo que había dicho o quizás él se lo tomó a pecho, por qué en realidad no dijo que no pudieran seguir acostándose, solo que no se comprometieran… Inocente de que aquello sería la gran espina en toda su relación, si ella lo hubiera imaginado, se lo hubiera dicho en ese momento, que lo quería, que lo necesitaba, para ese día, para el día después, ¡Para toda su vida!, Pero siempre queremos arreglar las cosas cuando se es imposible.
Después de ese mes que pasó volando, mientras él se dedicó a su trabajo a extrañar a Sara, a extrañar a Laura, a beber de más en su negocio con los clientes, a intentar sacarse de si su soledad que se había vuelto su mejor compañía, mientras Sara daba vueltas por la ciudad pasando hojas de vida, aburrida de la vida y hastiada de su soledad, sin tener deseos de conocer a nadie, pues ella llamaba la atención y a pesar que abundan los pretendientes a su alrededor, ella solo tenía en su cabeza a Cristian.

La primera tarde del siguiente mes. Aquella tarde Sara estaba sentada en el parque cerca a su casa, cuando vio que Cristian pasaba en su motocicleta. Ella se emocionó y le gritó para que se detuviera:
—¡Epa! —Le gritó moviendo sus brazos.
Cristian miro de reojo y no alcanzo a reconocer a Sara, pero bajo la velocidad para ver bien, estacionó la motocicleta, se dio a la tarea a reconocer quién la llamaba, después que la vio sintió gusto de verla, de esos gustos de ver a un ser querido después de tanto tiempo. Ella, se le acercó sonriendo, con una inmensas ganas de saltarle encima y devorárselo a besos, o por lo menos darle un abrazo, se moría por tocarlo.
—¿Cómo estás ingrato, que  ahí de tu vida? —Pregunto Sara viéndolo con sus ojitos llenos de alegría, algo inquieta por las ganas de tocarlo
—Hola pequeña, ¿como has estado?... —Se movió la nariz al restregarse un dedo contra ella de lado a lado, y luego sonrió—. No nada, he estado un poco… ocupado —se excuso él sin decirle que se había tomado apecho lo que ella le había dicho—. ¿Cómo te va, ya haz podido conseguir algo que hacer?.
—Si, tengo una entrevista de trabajo mañana en un local de comidas rápidas, espero que me salga, necesito comenzar a ganar dinero —se quedó viéndolo, mientras en su mente se fabricó una pregunta, que la dijo al momento que Cristian comenzaba a buscar una escusa para marcharse—. ¿por qué no haz vuelto, que te hice?, ¡acaso te queme cacho!.
—No, que dices solo he estado ocupado, ¿Cacho?. incluso estoy de paso, por que tengo que arreglar un asunto…, pero prometo que te visitaré —dijo él, hablando algo esquivo, sin perder la sonrisilla de sus labios.
—¡Oye, no te vallas tan pronto!, Acompáñame si, quédate a conversar un poco —Sara le apagó la motocicleta y le regaló una sonrisa.
—En Cerio te prometo que te visitaré, y es cierto que voy apurado —él volvió a iniciar la motocicleta, tomo de la mano a Sara suavemente y la acercó a él, le dio un beso en la mejilla para despedirse e irse de allí.
Sara se sintió un poco triste al ver que Cristian se alejaba. Pero guardo la esperanza de que él la visitaría, realmente deseaba sentirlo o tan solo platicar un poco, ya que se sentía muy sola.

Antes de amarla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora