Momentos y decisiones 3ra parte

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Pasaron dos semanas entre dormir hasta tarde, correr en las tardes por la larga carretera empedrada que conducía desde la entrada Hasta dividirse a cada una de las cabañas, dónde se había colocado una enorme matera de cemento con algunas flores sembradas en su interior, lo que también servía de asiento los bordes de la misma. Nadar en el lago cerca a la cabaña, la mayoría de veces desnudos, mientras cometían pequeños actos de placer sintiendo la adrenalina al sentirse descubiertos, hacer el amor todas las noche sin falta y al despertar, sonreír la mayor parte del tiempo, no necesitaban otra cosa, quizás dormir en la tarde, en la refrescante sombra de un ejercito de árboles, entre lazados los dos en una hamaca, respirando el perfume de sus cuerpos. Mirando el atardecer llanero sentados sobre el césped recostados sobre si, sintiendo tanta tranquilidad en sus corazones.

Esta mañana Cristian despertó antes que Sara, había decidido decírselo, le pedirá que se quedará con él, que hicieran bien las cosas. Bueno si podían salir a delante juntos sería un punto a su favor. Así que cuando despertó, se quedó recostado en la cama de a aquella cabaña observando a Sara dormir, paso una mano por el capul y retiro el cabello de entre sus ojos muy suavemente para no despertarla, admirando la tranquilidad con la que dormía, luego la recorrió con sus ojos bajando por su cuello, caminando por la curva que se formaba entre sus costillas y sus caderas, en la posición fetal que Sara había optado por tomar frente a él, inconscientemente bajo la mano y La puso en la parte de la espalda que se podría apreciar desde adelante y la bajo asta sus caderas recorrió con un dedo su tatuaje grande que abarcaba su pierna de un elefante, Pensó en besarla pero se contuvo, prefirió quedarse, apreciarla un poco más, hasta quedarse nuevamente dormido. Sara se despertó un poco más tarde y encontró a Cristian frente a si a un dormido. Se acercó suavemente hasta su rostro y lo beso muy cuidadosamente en sus labios, y se quedó allí mirándolo dormir tan cerquita a su cara que podía sentir su respirar. Pensó en lo feliz que era en ese momento, sintió, que nunca se había sentido tan feliz en toda su vida y deseo que esas pequeñas vacaciones durarán para siempre. Sé imagino que rompería la condición loca que se le había ocurrido de no enamoramiento, y que le diría que estaba loca por él desde el día en que se acostaron en el hotel antes de marcharse a su pueblo. Sonrió y se mordió los labios al recordarse de esa noche, ¿tan loca?, No tan, ¡tan intensa!, si ¡increíble!, podría decir que una noche —«memorable» —se dijo. Suspiro—, una de las noches más memorables de toda su vida, una de tantas otras que hasta ahora tenían a diario.
Y allí estaba él, tan tranquilo, quería abrasarlo, no, quería que le hiciera el amor. Pero bueno, aún quedaban unos pocos días así que lo dejaría dormir. ¿O no?. Se quedó un poco más contemplando su rostro, que para ella era hermoso. ¡Para ella todo de él era hermoso! y luego se levantó con cuidado para no despertarlo. Tomó una toalla y cubrió su cuerpo desnudo, entro al baño y se ducho, se tomó su tiempo. Al salir Cristian estaba despierto y al pasar, él la miro con ganas de arrancarle la toalla y echársele en cima, pero solo sonrió, resulta que ahora sonreía a cada rato que ella lo miraba. El resto del día luego de comer, se recostaron en la hamaca bajo los frescos árboles y se quedaron adormecidos con el fresco viento que corría a través de ellos hasta llegar la tarde. En la tardecita ya a punto de esconderse aquel sol rojo, propio de los atardeceres llaneros, que ellos miraban abrazados, sentados en una silla fuera de su cabaña, decidieron ir a trotar por el sendero que unía a las demás cabañas asta llegar a la matera grande de cemento, dónde se sentaron a descansar, mientras se perdía toda visión de la luz que les regalaba el sol, se juntaron pegando sus caderas inmóviles mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad. Sara puso su cabeza en el hombro de él y sus manos en sus piernas, él paso un brazo por encima de sus hombros y la apretó junto a él. A Cristian le dio por bajar su mano hacia el trasero de Sara y lo apretó, ella hizo un sonido de una risita maliciosa sabiendo de que se trataba, el parecía no llenarse nunca, siempre quería estar encima de ella, y a ella le emocionaba cada que él la buscaba, le encantaba sentirse mujer con él.

—¿¡Aquí!? —Murmuró Sara con una clara sonrisa en sus palabras.
—¡Aquí! —Afirmo él sin una pizca de inseguridad en sus palabras.
—¿En cerio? —Se río nuevamente.

Cristian bajó sus sudaderas hasta las rodillas y corrió los brazos hacia atrás mientras Sara se quitaba la sudadera de un lado y se encaramaba sobre la superficie plana de la matera encima de Cristian, mientras él entraba en ella al ritmo que ella deseaba, lo besaba despacio y con los ojos lo miraba en la oscuridad imaginándose los ojos claros que a ella la ponían nerviosa, y esto hizo que deseará moverse más sobre él para sentirlo mejor. Esto la excitó demasiado, estás locuras que se le ocurrían a él era algo que la mantenían alerta siempre y le encantaba. Estaban agitados allí mientras Sara llevaba el ritmo sobre él. De repente una luz los iluminó a lo lejos de la entrada al recinto vacacional. Ella se lanzó de encima de él y corrió tratando de ponerse la manga de la sudadera mientras Cristian la seguía, los dos riéndose alocados y Cristian que corría con las sudaderas a la rodilla se las subió de golpe y le ayudo a Sara a terminar de subirse las suyas dando brinquitos, luego Corrieron hasta perderse en la penumbra. Él sujeto que voltio hacia otra cabaña iba riéndose  —¡Chicos locos!  —pensó.

Al llegar a la cabaña muertos de risa, se sentaron a reírse en los muebles acolchados, un poco y luego ella se calló y lo miró fijamente con una de esas miradas maliciosas que dicen muchas cosas pervertidas, sin necesidad de decirlas con palabras, Cristian la miro de reojo y se levantó, se acercó a ella y se incorporó la besó en la mejilla, ella respiro profundo, sabía que él la tendría de nuevo, estaba ansiosa, excitada, necesitada, habían quedado a mitad de ese algo que ella siempre obtenía de él.

—Estoy cansado, me dormiré temprano —dijo luego de estamparle el beso en su mejilla. Y se quitó la ropa, se entro a la ducha y se dio un baño.
Mientras ella lo miraba con los ojos grandes y su boca abierta. —¡Maldito!, ¡maldito!, ¡maldito!, ¿Acaso vas a dejarme así?, ¡No te atrevas! —Dijo en su mente incrédula
Luego él salió del baño secándose el cabello completamente desnudo y paso frente a ella hacía la cama y ella lo siguió con la mirada aún sorprendida, con esta mirada acusadora que sabía poner y con el deseo a flor de piel en ese momento. Él sonrió y continuo hacia la cama, se tiró de lleno, tomando la cobija y cubriéndose de pies a cabeza mientras se moría de la Risa por dentro. Ella cerró la boca se levantó y camino bruscamente hacia la cama, mientras se desasía de su ropa.

—!No!, ¡no!, ¡no!, ¡no!. ¡Tu no me vas a dejar así —dijo. Subió en la cama arrancando la cobija de encima de él, mientras él luchaba por qué ella no lo hiciera.

El río descaradamente. Ella lo acomodo boca arriba mientras el exclamó ahogado entre la risa:

—Auxilio —exclamo Cristian mientras, ahora se reía a carcajadas.

Ella se montó encima de él y puso su manos sobre su pecho, mientras se introducía ella misma el pene, sintiendo que su piel se electrizaba por la sensación de él dentro de ella,  Movió desesperada sus caderas, buscando aquello que conseguía tan fácil con él. Él se calló, concentrándose para no decepcionarla, vio como ella cerraba los ojos después de que blanquearan, mientras sus respiración se agitaba incontrolable, alzaba su cabeza hacia atrás, sintió como ella apretaba sus caderas con sus piernas mientras exclamaba un gemido de placer, ¡de descanso!, moviendo sus caderas ahora suave, mientras ella disfrutaba la sensación por su piel. La dejo disfrutarlo un momento, Luego  Cristian Aprisionó las manos de ella tras la espalda de ella misma, Poseyéndola salvajemente asta regalarse su propio descanso, acompañado de jadeos y cansancio con el placer en sus cuerpos, como si fuese la finalización de un siglo de la espera de dos amantes, separados por alguna razón tonta, que evitaba juntar sus cuerpos deseosos de si.

Después de ducharse, Sara salió al jardín y reviso el celular, sus mensajes y demás, encontró un mensaje de su hermana Ana que estaba viviendo en República Dominicana.

—¡Hola Sara!, ¿como haz estado?. Háblame en cuanto veas este mensaje, te tengo buenas noticias.

Sara abrió entusiasmada el mensaje y se preparó a responder.

—!Hola!, ¿Cómo estás?,¡que tal estás hermanita! —Escribió mientras su rostro se llenaba de alegría y mando el mensaje.
——!Hola Sarita!, nena te quería preguntar, tengo un dinero para que te vengas a vivir acá. ¿Que te parece la idea?, seríamos ¡tu y yo!, como en los viejos tiempos.
—!Que!, ¿en serio?, ¡estaría genial!. claro me encantaría. ¿cómo sería?, ¿como hacemos? —Pregunto Sara emocionada.
—Nena muy simple yo te mando el dinero mañana y te vienes con tu pasaporte, viajas lo antes posible.

Sara entro a la habitación con el corazón palpitando de alegría.

—¡Bueno mamita!, me pone muy feliz poder volver a estar con Ti…—Y de repente levanto su mirada viendo a Cristian que estaba sentado sonriéndole desde la cama. Sintiendo de repente un choque de sentimientos, de tristeza y alegría e impotencia y sintiendo estrés de repente, se puso ansiosa y con ganas de llorar—. Mañana hablamos hermanita, ¿si? —Escribió y después de Mandar el mensaje, cerró el teléfono, camina con la cara agachada hasta sentarse junto a Cristian y lo detalló un momento, mientras él seguía sonriendo orgulloso de lo que había pasado hace muy poco.
—Oye, yo quería decirte una cosa que creo que es importante —le Dijo Cristian ya decidido completamente, en ese momento a declararle sus sentimientos.
—Espera —Interrumpió Sara—, sabés mi hermana me ha invitado a vivir con ella a republica Dominicana.
—¿Que, en serio?, ¡pero que bueno! —Dijo Cristian perdiendo la sonrisa, haciendo una mueca con la nariz.
—¿Te parece que está bien? —pregunto Sara un poco entristecida en medio de su alegría.
—!Si claro!, además es una buena oportunidad para tu vida y eso —Expreso Cristian forzando una sonrisa.
—Si lo sé, ¡pero estás tú!, y mis cosas, las cosas están bien ahora ¿no? —Dijo Sara con lagrimillas en sus ojos, como si estuviera más triste que feliz.
—¡Oye! tranquila yo no moriré. Estaré aún por aquí —Sonrío
—¿Y si tú vas después? —Propuso Sara—. Pienso, ¡no se!, qué opinas, si tú luego te vas allí con migo.
—No lo sé, tengo mis cosas aquí… —Frunció la boca Cristian.
—¡Dale!, no seas así —Sara dijo casi rogando.
—Tal vez lo piense —dijo él intentando animar a Sara.
—¿Que me ibas a decir hace un momento? —Pregunto Sara algo curiosa.
—¿Quién, yo? —Intentando parecer despistado.
—Ibas a decir algo antes de hablarte sobre mi hermanan —dijo ella acariciando el cabello de él
—!Ha!, no es nada importante, era algo sobre la travesura que acabamos de hacer —sonrió, preguntándose si no debía realmente decirlo.
—¿Seguro? —Pregunto una vez más Sara acercando su rostro contra el de Cristian, para luego besarle—, ¿No quieres darme algún anillo?
—¿Que anillo? —Puso una sonrisa en su boca, a la vez que su mirada malvada—, dame tu el anillo…

Luego se echaron a reír y Cristian la abrazo y la volcó en la cama, mientras en sus pensamientos pensaba: —que hay quedó su propuesta de intentar algo, al fin y al cabo no puede ser el culpable de que pierda una buena oportunidad, que le cambié la vida. Suspiró y se quedaron entrelazados en la cama.
—¡Estas loco!, ¡Cochino! —Sara hizo una mueca de susto.

Luego de terminaron sus vacaciones aprovechando cada momento en estar en la cama, despidiéndose cada día, mientras Sara sentía que no se quería ir al final.

Ya en su casa, Sara y Cristian la última noche.
Estaban sentados en el sillón mirando una película. Sara Estaba sobre él y los dos estaban en ropa interior. Cristian comenzo a meter sus manos por entre la brasileras de Sara jugando con su clítoris y las demás partes de su intimidad, mientras mordía su cuello hasta sus hombros, por unos minutos jugando un poco más con sus dedos, Sara solo se dejaba tocar ignorando la pantalla, mientras cerraba los ojos para concentrarse en la sensación que subía desde su vagina hasta su vientre, mientras su cuerpo erizado se movía sobre Cristian.  Cristian sacó su pene de sus bóxer y corrió la brasilera, comenzando a entrar en Sara muy suavemente sin si quiera entrar completamente, haciendo de su vagina se habrá y cierre poco a poco hasta que dio un empujón entrando enteramente. Provocando que Sara pujará por el corrientazo que subió por su espalda. Luego se descontrolan los dos jugando con sus cuerpos. Sara termino frente a él, Moviendo sus caderas agresivamente recibiendo cachetadas de Cristian entre su mejilla y su boca, con una sensación de gusto por cada cosa que pasaba, (la película ha Sido completamente olvidada), pero aún así las voces suenan ocultando los jadeos de los dos. Hasta que los dos explotaron a la vez, provocando que Cristian también gimiera al sentir un placer que nunca antes pudo conseguir en su orgasmo, mientras Sara lo besaba alocada, complacida de escucharlo hacer ruidos extraños de placer, que hicieron que ella disfrutará más su orgasmo viéndolo con ojos de loca y pervertida. Coleccionando una noche más de las que ella denominaba, «memorables».

Al día siguiente Sara se marchó con el corazón triste y algo enojada, pues en su corazón no deseaba marcharse y aunque Cristian intento besarla ella prácticamente le esquivo el beso. Así que a pesar de la noche anterior, esta despedida fue algo vacía o almenos eso sintió Cristian. Quedándose parado en la estación viendo partir el autobús que se llevaba a Sara. Sintió mucha nostalgia, pero sabía que era lo mejor para ella, se quedó allí parado mientras el bus desapareció de su vista y luego se marchó a su casa encontrado un inmenso vacío y los pantis favoritos de Sara en el bolsillo, que hacía un rato ella se había quitado y se los guardado en el bolsillo del pantalón de Cristian, comenzando a echar de menos a Sara.

Sara regreso a su pueblo para arreglar algunos documentos y luego pensaba viajar a republica Dominicana, así que estaría allí unos pocos días y luego de pasar tiempo con su madre, su padre y sus hermanos, arreglo maletas, se despidió de todos y se dirigió al terminal, pero estando allí, a punto de comprar el tiquete para Bogotá, de pronto como si fuera de esas lluvias que caen de imprevisto en pleno rayo de sol. La empaparon pensamientos de miedo y deseos inmensos de comprar un tiquete a Villavicencio, dejar todo esto del viaje a un lado y volver al lado de Cristian. No se podía imaginar no volver a verlo, a no sentir sus besos, sus caricias, las miradas fijas y secas que le erizaba la piel. Se lo imagino parado en la puerta de su habitación mirándola con deseo y con ternura. Se lo pensó un momento y dio una vuelta por el lugar, tomo algo y lo medito. Su corazón se ensanchaba de sentimiento al imaginar cómo sería llegar de sorpresa a casa de Cristian. —¿Se alegrará? ¿se enfadara? ¿Que diría su hermana?. Tomo el celular y llamo a Cristian.

—¡Alo! —Respondió Cristian llevándose su pocillo con café a la boca.
—Hola Cristian, ¿cómo estás, qué haces? —Dijo algo impaciente por encontrar la respuesta que buscaba.
—Hola Sara, bien, aquí trabajando, ¿y tú?. ¿Cómo vas, cómo va tu viajé, ya vas a salir del país? —Pregunto dándole otro sorbo ligero a su pocillo.
—No aún no, apenas estoy por salir para Bogotá. Estoy aquí… en el terminal —dijo Sara moviendo un pie, como intentando hacer una figura sobre la baldosa dónde estaba de pie, con las manos cruzadas y su celular en su mano. Con su gran maleta rosa puesta a un lado de ella.
—¡Ha!, pero ya estás de viaje, ¿a que horas sales? —Pregunto Cristian viendo en el interior de su pocillo, mientras movía su mano haciendo que el líquido oscuro pintara los lados vacíos del pocillo.
—No, es que no he comprado el tiquete aún… —Se mordió un poco las uñas de los dedos de su mano y suspiro profundamente mientras tomaba valor para expresar su escusa, ya muy bien elaborada—. Sabes es que pasa que ahí que demostrar unos dólares al pasar en el terminal de República, pero aún no los completo y no se tal vez me devuelvan.
—¡Mmmm! —Cristian movió la boca de lado a lado, mientras se le metía en su mente una idea loca, que lo atacó de improviso, con las palabras de Sara. ¿Por que no te devuelves?, pensó en decir, ¿que tenía ella que perder?, ¡bueno!, él estaba perdiendo más en ese momento, aunque se imagino que ella le quiso dar a entender algo. Apenas unos días de su partida y ya se veían algunos indicios de el efecto que causaba en Cristian la ausencia de ella, pues tenía su barba desarreglada y algunas ojeras por su desvelos después de cerrar su bar y dedicarse a jugar en su computadora—.  ¿por que no?.
—¿Que? —Pregunto ella sintiendo como su corazón se aceleraba y la invadía unos nervios que no sabía controlar.
—¿por que no te? —¿Que estoy haciendo? ¿Acaso sería justo hacerla perder esa oportunidad? ¡bueno igual si se va no va a ser feliz allá!, pensó. De seguro con migo estaría mejor, ¿o no?.
»Tenía esta tentación de no dejarla ir. Pero, ¿por qué no?. O solo era su egoísmo que no quería soltarla, ¿que es lo mejor?. Se rasco la cabeza y se dio por vencido—. ¿Por que no te animas a hacerlo, ve inténtalo no pierdas esta oportunidad? —Se puso la mano en su rostro y lo paso hacia atrás de su cabeza respirando profundamente, ahogando su resuello para evitar ser escuchado
—Sara tenia sus ojos llenos de esperanza, rogando en su interior que la obligará a quedarse o almenos le diera una escusa la más mínima. Tuvo esperanza cuando tardo en responder la frase pero luego «DESEPCION», dijo esto y sus esperanzas se agotaron.
»Si él hubiese dicho una pequeña escusa, ella hubiese colgado el teléfono y corrido hasta la caseta de tiquetes, compraría el primer boleto que la llevara hasta sus brazos y hay se hubiera quedado agarrada, si fuese posible. Pero no, él no dio alguna señal de querer que se quedará y sintió como su corazón se despedazaba como una rosa cayéndose pétalo a pétalo—.  !Pues si! ¡Lo intentaré! — Suspiró algo enojada—. ¿Y tú cómo estás, cómo va el negocio?
—Mira —Respondió Cristian notando la molestia en las palabras de Sara—, puedes intentarlo, y si no pasas te vienes, no  ahí problema.
Sara volvió a sonreír —¿En cerio?
—Claro, ¡te vienes si no pasas! —Dijo Cristian una vez más terminando su café de un sorbo pues ya se encontraba frío, mientras salía afuera del local, buscando encontrar algún vendedor ambulante para hacerle señas de que le vendiera un poco más del excelente café colombiano.
Sara que ya sentía volver su energía y su alegría a su alma, volvió a sonreír y esta vez más grande, sintiendo unas ganas inmensas de abrasarlo —Si,  está bien, voy a comprar el tiquete y ya te hablo, o mejor cuando llegue a Bogotá, ¡te quiero mucho!.
—Yo también —dijo Cristian mientras pagaba su nuevo café recién servido en su pocillo personal.
—¿Yo también que? — Sonrió ella
—¡Yo también! —Dijo Cristian sonriendo también.
—¡Dime no seas malo! —Insistió, mientras su corazón daba salticos de alegría
—Tú ya sabes —se rió un poco más fuerte.
—Bueno —dijo Sara aceptando la simplicidad de él, pero con mucha felicidad en su corazón—. ¡Te llamo si!, chao ¡besos!.
—Chao pequeña —murmuró Cristian con algo de tranquilidad en sus palabras, mientras tomaba un trago de café caliente pensando en que ella pronto regresaría a su lado, así que entró en su local con una sonrisa en sus labios y se puso a organizar con una alegría en su mirada que su hermano julio noto.

Sara se seco las lágrimas que se le habían aflojado por la alegría del momento y guardo su celular, camino hasta la cabina, compro su tiquete directo y se marchó a Bogotá. Llegó al terminal de autobuses busco un taxi que la llevo al aeropuerto, fue hasta su sala de espera con los tiquetes de avión comprados de antemano se registró para el vuelo y espero. Chateo un poco con Cristian y su madre y sus hermanos. Se despidió de Cristian antes de salir corriendo para coger su vuelo al ser comunicados por el altavoz, con el corazón lleno de sentimientos encontrados, con ganas de que la devolvieran y también de poder ir hasta donde su hermana.

Al llegar a republica dominicana, llegó a donde estaba el guardia revisando maletas y pidiendo documentos, ella Iba nerviosa y emocionada a la vez. Cuando fue su turno entrego sus documentos y revisaron su maleta. El guardia encontró un objeto extraño, escondido en su maleta, guardado en un estuche improvisado echo de una toalla, dónde dentro de una bolsa oscura estaba algo gelatinoso, entonces el guardia abrió, un pequeño vibrador que Cristian le había regalo en uno de sus días de lujuria y exploración de sus gustos mutuos, se encontraba allí

—¡Ay, guarda eso chismoso!

Ella chilló de pena y le pido que guardara eso en la maleta mientras miraba apenada alrededor, si acaso la tierra podría hacerle el favor de tragársela de un bocado. El guarda sonrió y guardo el vibrador en la bolsa cerró la maleta y la dejo seguir, mientras murmuraba un:
—¿Y usas eso  —¿Mientras ella haciendo mala cara le daba un: —¡Que te importa! —Por respuesta.

Ya pasando la entrada al país ella se sintió triunfadora no le pidieron ningún dinero, ni le evitaron pasar, a excepción de lo del vibrador, que ahora seria una anécdota bastante graciosa que contar, todo iba muy bien. Mientras caminaba se sentía triste, por que no tendría que devolverse a Colombia y no sabía en cuanto tiempo volvería a ver a Cristian, pero a la vez estaba emocionada por que conocería algo nuevo, vería a su hermana después de un buen tiempo sin verle, tendría la oportunidad de trabajar y ahorrar algún dinero para hacer algo con su vida. Sé imaginaba muchas cosas buenas para su futuro. Su hermana le había contado muchas cosas buenas de este lugar y ella estaba bastante emocionada. Además pensó que al final convencería a Cristian de viajar hasta allí y lo tendría solo para ella, y quizás sería el final de un largo y molesto cuento de hadas mal contado. Pero quizás sería pedirle mucho a la vida, ya que siempre solía sorprenderla de formas que no esperaba.

Antes de amarla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora