Recuerdos Olvidados

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Una mujer rubia, con una bata blanca, se acercó mientras observaba a la joven frente an ella, que temblaba ligeramente

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Una mujer rubia, con una bata blanca, se acercó mientras observaba a la joven frente an ella, que temblaba ligeramente.

— Habíamos hablado de esto. Estuviste de acuerdo —susurró la mujer.

Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas. Apenas podía articular sus palabras.

— Sí, lo estuve, pero... no sabía que experimentarían con ellos —su voz apenas fue un murmullo.

La mujer se acercó y le tomó la mano con una frialdad calculada.

— Sé que es por él, pero no podemos hacer excepciones. Todos los chicos irán al laberinto.

La joven negó repetidamente, con el corazón encogido por la impotencia.

— ¡Nunca mencionaron que los usarían para encontrar la cura! ¡Mucho menos que les borrarían la memoria! ¡Él no me recordará! No puedo... no me prestaré para esto, ¿dónde está Mary? —preguntó con decisión, lanzando la bata al suelo y girando para irse.

La mujer hizo un gesto al guardia cercano. Antes de que la joven pudiera salir, el guardia activó un bastón eléctrico y la detuvo con una descarga. Cayó al suelo, su cuerpo débil, y la mujer la observó con lástima.

— Todo esto es un medio para un fin. Tal vez no debimos comentarte nada —suspiró—. Lástima que no lo entiendas como Mary tampoco supo entenderlo. Llévenla con él.

______ despertó sobresaltada, empapada en sudor. El sueño la perseguía como una sombra constante, siempre nublando su mente. Se levantó de su hamaca y, tambaleante, caminó hacía el pequeño baño. Empujó la puerta con fuerza; estaba atascada. El olor era repugnante tanto que cubrió su nariz con los dedos de su mano. Entró, cerrándola de un golpe, y se miró en el pedazo de espejo que colgaba en la pared.

Cabello negro, ojos marrones. Su piel pálida contrastaba con la oscuridad de su pelo. Se examinó detenidamente, con una sensación de extrañeza. Con sus dedos, alisó su cabello lacio y lo acomodó detrás de las orejas. Después, tomó agua de la cubeta junto al lavamanos y se lavó el rostro.

Suspiró al mirarse de nuevo. ¿Quién era?, se preguntaba. Pero no tenía tiempo para dudas.

— Mientras no me toque matar animales... —se murmuró a sí misma mientras salía del baño, dirigiéndose hacía la cocina para su primera tarea del día junto a Sarten, el chef del lugar.

El lugar apestaba a polvo y moho, un gran contraste con los agradables olores del exterior. Luces fluorescentes parpadeaban desde el techo. Todavía no lo había pensado, pero debía cuestionarse de dónde vendría la electricidad en un lugar como ése. Observó a la vieja mujer de la foto pegada en la pared del pequeño porche que se hacía llamar cocina. ¿Habría vivido alguna vez ahí, cuidando a esta gente?

 Corre y nunca mires hacía atrás (Gally y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora