Te veo y eres mi esperanza

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______ caminaba distraída por el Área, el ruido de las herramientas y las conversaciones apagándose poco a poco en el fondo

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______ caminaba distraída por el Área, el ruido de las herramientas y las conversaciones apagándose poco a poco en el fondo. El viento seguía moviendo su cabello, y su mente se perdía en pensamientos confusos sobre el pasado y el futuro. Los muros seguían proyectando su sombra sobre el campamento, recordándole constantemente la incertidumbre que rodeaba su vida. A lo lejos, los demás clarianos estaban ocupados en sus propias tareas, pero ella, en ese momento, no podía concentrarse en nada. Necesitaba despejarse, aunque fuera por un instante.

Fue entonces cuando lo vio: Gally, de pie junto a uno de los muros, observando cómo otros clarianos levantaban cajas y reorganizaban algunas herramientas. Su postura era tan rígida como siempre, sus brazos cruzados sobre el pecho, y una expresión que parecía permanentemente dura en su rostro. Había algo en Gally que siempre la había intrigado. A pesar de su dureza, de su actitud arisca, había momentos en los que creía ver algo más, algo más profundo que los demás no parecían notar.

Por alguna razón, decidió acercarse a él. Tal vez porque necesitaba una distracción, o tal vez porque, después de la noche anterior, sentía que había algo sin resolver entre ellos. Caminó hacía él con paso firme, aunque su corazón latía un poco más rápido de lo normal.

— Hola —dijo en voz baja cuando llegó a su lado.

Gally giró la cabeza hacía ella, su mirada afilada se suavizó por una fracción de segundo al reconocerla, aunque enseguida recuperó su habitual seriedad.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó, sin dejar de observar los movimientos de los trabajadores delante de él.— No pensé que este fuera tu tipo de lugar.

— ¿Y cuál sería mi lugar, según tú? —replicó ella, alzando una ceja, pero sonriendo levemente.

Gally dejó escapar un pequeño bufido, sin dejar de observar los alrededores.

— No lo sé, pero seguro que no es aquí, mirando cómo un montón de idiotas intentan cargar cajas más grandes que ellos.

Ella rió suavemente y, sin pedir permiso, se sentó en una pila de cajas vacías cerca de él. Gally no protestó, pero la miró de reojo, como si intentara adivinar qué estaba haciendo allí.

— ¿Cómo te sientes? —preguntó ella, rompiendo el silencio. Era una pregunta simple, pero con todo lo que había pasado, sentía que necesitaba preguntárselo.

Gally frunció el ceño, no acostumbrado a ese tipo de preguntas. De todas las cosas que le habían dicho, la preocupación genuina no era algo que escuchara a menudo.

— Estoy bien —respondió, seco, pero al ver que ella no apartaba la mirada, suspiró.— Bueno, tan bien como se puede estar en este lugar. Ya sabes, haciendo lo que tengo que hacer.

______ lo observó, notando la tensión en su mandíbula y cómo sus dedos se flexionaban ligeramente como si estuviera tratando de liberar algo de la presión interna que lo consumía. Gally siempre había sido así, duro, impenetrable, como si llevara un peso invisible sobre sus hombros.

 Corre y nunca mires hacía atrás (Gally y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora