Quien soy realmente

12 3 0
                                    

El amanecer llegó al Área envuelto en un manto de neblina ligera, una calma inquietante que cubría el claro mientras los habitantes comenzaban a despertarse

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El amanecer llegó al Área envuelto en un manto de neblina ligera, una calma inquietante que cubría el claro mientras los habitantes comenzaban a despertarse. El aire era frío y húmedo, y el habitual bullicio de la mañana había sido reemplazado por un silencio tenso. Nadie hablaba mucho, y cada paso resonaba más fuerte de lo habitual. La mayoría de los habitantes estaba de pie, formando un semicírculo cerca de las enormes puertas del laberinto, que permanecían cerradas.

Newt caminaba entre ellos, con el ceño fruncido, observando el cielo gris con ojos somnolientos. El nerviosismo lo carcomía por dentro, aunque su expresión era calmada. No había señales de Thomas, Minho o Alby desde que se habían internado en el laberinto el día anterior, y el peligro de no regresar antes del cierre de las puertas era algo que todos comprendían demasiado bien.

Gally estaba de pie a un lado, cruzado de brazos, con la mirada fija en las enormes puertas. A su lado, ______ permanecía en silencio, con los ojos clavados en el mismo lugar, aunque su mente divagaba, recordando la conversación de la noche anterior. No había mucho que decir en ese momento. Ambos compartían la misma preocupación por lo que pudiera suceder.

— Van a estar bien —murmuró ella, más para sí misma que para Gally, como si sus palabras pudieran influir de alguna manera en el destino de los tres chicos. El la observó, le preocupaba, pero jamás lo admitiría.

En ese momento, con un chirrido que resonó en todo el Área, las puertas del laberinto comenzaron a abrirse lentamente. El sonido metálico de los mecanismos oxidándose llenó el aire, aumentando el suspenso. Un escalofrío recorrió a todos los presentes mientras esperaban lo que vendría después. La ansiedad en el Área era palpable; se podía sentir en cada mirada nerviosa, en cada gesto inquieto. Algunos habitantes comenzaban a moverse de un lado a otro, incapaces de soportar la tensión de la espera. Los murmullos aumentaban en volumen, y el temor de que ninguno de los tres hubiera sobrevivido al laberinto comenzaba a infiltrarse en el grupo. Para cuando se dieron por vencidos, los habitantes se dieron la vuelta para caminar lejos de las puertas del laberinto.

De repente, Zart, quien estaba más cerca de las puertas, frunció el ceño y se inclinó hacía adelante, como si hubiera visto algo a través de las grietas en las paredes.

— ¡Esperen! —exclamó, alzando la mano para señalar hacía la distancia.— ¡Ahí vienen!

El murmullo de la multitud se detuvo al instante, y todos giraron la cabeza hacía las puertas con renovada esperanza. Los chicos se apiñaron en torno a Zart, sus ojos buscando desesperadamente algún indicio de que sus compañeros habían sobrevivido.

Durante unos angustiosos segundos, no se vio a nadie. El laberinto parecía estar vacío, y el temor de que el grupo no hubiera logrado salir antes del cierre de las puertas aumentó con cada segundo que pasaba. Pero entonces, al borde del horizonte, una figura emergió de las sombras.

Era Minho, y a su lado, apoyado pesadamente sobre él, caminaba Thomas. Ambos estaban cubiertos de sudor, polvo y sangre. Pero lo que hizo que el aire se congelara por completo fue lo que traían consigo. Alby, inconsciente, colgaba entre los brazos de ambos, con el rostro pálido y los ojos cerrados.

 Corre y nunca mires hacía atrás (Gally y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora