JAYDEN
Han pasado tres días desde que desperté en el hospital, setenta y dos horas que se han sentido como la mayor de las torturas. El dolor en las costillas me impide moverme, así que tengo que estar en cama casi todo el tiempo, solo levantándome para lo extremadamente necesario.
No he querido ver mis redes sociales, ni encender la televisión porque sé lo encontraré, noticias hablando sobre la pelea, imágenes mías en el cuadrilátero y siendo honesto, es algo que no quiero ver. Suficiente tengo con la tortura de los recuerdos.
Mis padres han estado conmigo todo el tiempo, mis tíos también vinieron y los abuelos han estado pendientes de todo cuanto pudiera necesitar, sin embargo, parecen no entender que lo único que necesito, es salir de aquí.
Pero el doctor fue claro, como tiempo mínimo tendría que permanecer una semana. El golpe en la cabeza fue lo suficientemente serio como para preocuparlos, y la afección en el ojo izquierdo, que ahora es mínima, hicieron que no pudiera debatir de ninguna forma.
Tess no ha vuelto desde que se marchó luego de la discusión con el idiota que vino a verla, no consigo recordar el nombre ahora, pero es evidente que le molestaba el hecho de que Tessandra estuviese aquí. No tuvimos que esforzarnos mucho para escuchar la discusión en donde dejaba muy en claro lo que opinaba sobre la pelea.
Una parte de mí casi lo creyó. El termino "fracasado" ha intentado colarse en mi mente desde que desperté, y no es nada sencillo ignorarlo con todo lo que se habla y mis intentos de no pensar en eso comienzan a volverse débiles.
Le he enviado un par de mensajes que tuvieron una corta contestación y quiero creer que mi estado de inquietud, es solo por la condición en la que me encuentro. Después de todo, no sería tan ilógico, ¿cierto?
—¿Crees que todo esté en orden? —inquiero hacia mi padre. Mi resentimiento hacia él ahora es casi nulo, es bien sabido que no puedo estar enojado con papá por mucho tiempo.
—¿Por qué habría de ser lo contrario?
—No me respondas una pregunta con otra pregunta —me quejo y él ríe. —Escuchaste lo que ese chico dijo.
—Sí, y también escuché lo que Tessandra respondió —objeta —yo que tú no prestaba demasiada atención, ella ha estado aquí desde que llegaste, es justo también que se tome tiempo para resolver sus cuestiones.
—Sí, tienes razón —murmuro, me acomodo sobre las almohadas y retengo el quejido de dolor que se produce en mis costillas.
Es la primera vez que me rompo las costillas y es la cosa más dolorosa del universo. No es lo mismo conocer el grado de dolor que puedes sentir, solo como simple información, a experimentarlo y tener cuatro huesos rotos.
El teléfono de papá suena, lo mira por un par de segundos antes de incorporarse.
—Es sobre las galerías —informa —vuelvo enseguida.
Sale de la habitación tomando la llamada, cierro los ojos por un par de instantes tratando de erradicar la leve pero aún dolorosa sensación en mi torso.
No ha pasado mucho rato cuando el sonido de la puerta al abrirse se escucha, no abro los ojos porque deduzco que se trata de mi padre.
—Fue rápido —no obtengo una contestación, así que abro los párpados y por un instante, no sé como reaccionar al ver a un hombre desconocido frente a mí que evidentemente no es un doctor.
—Jayden Lewis —dice acercándose —que honor conocer al joven campeón, lastima que sea en estas condiciones.
—¿Quién es usted? ¿Y cómo lo dejaron pasar?
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Uppercut
Teen FictionJayden Lewis, salvaje, brutal, despiadado. Tres palabras que lo describen a la perfección, al menos sobre el cuadrilátero. Tessandra Green, testaruda, orgullosa, y reina de las apuestas de la vieja bodega abandonada de los barrios bajos. Jayden, c...