Capitulo 8

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Claude camino a paso veloz, el pobre Felix tras de él intentaba hacer lo mismo, sin éxito.

Parecía irreal lo impaciente que era aquel rubio, pero tenía sus razones.
Su humor pareció elevarse al ser informado que su amado lo esperaba en su habitación. Podrían volver a compartir cama después de pasar varios días siendo ignorado por el Celestial.

¿La causa? Aquella mocosa pretenciosa.

- Majestad, por favor, vaya un poco más despacio. - Félix trato de calmar a su amigo pero este lo ignoro y siguió con su camino, perdido en sus pensamientos.

El pelirrojo observó nervioso como el emperador abría la puerta y entraba sin medir palabra o permiso, cerrando está en su cara, con un puchero se posiciono en la entrada para hacer guardía.

El sonido tan fuerte de la puerta sobresalto a la pequeña pelirroja y al elegante peli azul. Ambos regresaron la mirada hacia el intruso.

Celestino sonrió encantado, Athanasia tomo su té mientras daba una sonrisa burlona.

Cólera era lo único que sentía el emperador al ver aquella mocosa aún en su palacio, cerca de su amado, disfrutando de sus suaves caricias. Algo dentro del rubio se agrietó.

- Claude, amor mío. - la suave voz hizo que apartará la mirada de la burlona pelirroja y la centrará en su amado. - Ven toma asiento, el té se enfría.

Obedeciendo, ocupo el único espacio al lado izquierdo, dando a entender que no daría su brazo a torcer esta vez con la rubia. Lucharía con uñas y dientes por la atención y caricias de su amado.

Ignorante de los pensamientos ajetreados del emperador, Celestino comenzó a servir un poco de té. Athanasia aprovecho y le dirigío una mirada de muerte al rubio, el imitó su acción. Una batalla se desató a espaldas del tentador premio.

- Listo. - ambos rubios apartaron la mirada, volviendo a su fachada de indiferencia. Era mejor soportarse por el peli azul.

Celestino colocó la taza frente a su querido amor, miro de reojo a la distraída Athanasia y beso rápidamente los labios del emperador. Claude quedó pasmado ante tal demostración, miro a su amado y este le devolvió la mirada sonrojado.

Una simple muestra de cariño que despertó el hambre de Claude. Relamio sus labios con lentitud, disfrutando de las reacciones de su amado.

Athanasia ajena a esto, recostó su cabeza en el regazo del peli azul, haciéndolo sobresaltar.- Cele. ¿Me voy a quedar contigo para siempre, verdad?

Olvidando de momento las insinuaciones del rubio, dió caricias dulces a su protegida. - Por supuesto, ahora eres mi protegida. Te quedarás bajo mi servicio y cuidado hasta que cumplas la mayoría de edad.

La reacción del emperador no se hizo esperar, endureció su mirada y apretó la quijada con fuerza tratando de controlar los reproches que amenazan con salir. Celestino siguió con las caricias, en un rápido y discreto movimiento tomo la mano del emperador. Claude relajo su agarre y relajó un poco su cuerpo pero aún así puso toda su atención al hermoso hombre frente a el.

- Tranquilo... Lo resolveremos después.- el murmuro suave y aquella mirada angelical hizo que el emperador moderada su temperamento.

Después de todo, tendría mucho tiempo para hablar con su amado. Tal vez uno o tres días sería lo ideal para que la idea se le metiera en la cabeza, era terco y su amado lo sabía.

Espero pacientemente hasta que escucho la suave respiración. Athanasia había caído dormida. Por fin tendría aún momento íntimo con su ángel.

Removió su cuerpo en el asiento, ahora que nada impedía su acercamiento quería besar los labios carnosos.

Respiro profundo y exhaló, se levantó, tomo en brazos a la mocosa, eso sí con mucha delicadeza para no despertarla y se encamino a la puerta para abrirla. Félix lo miro confunso al entregar a la pelirroja dormida.

- Llévala a su habitación, distrae a la mocosa con algún juego o algo. Tampoco quiero que nadie molesto durante tres días. ¿Entendido?

- Si, su majestad.

Dicho esto cerro la puerta, apretó la manija con fuerza y regreso su mirada a su amado. Este lo esperaba recostado en el sofá, con una sonrisa tan...seductora, hermosa, celestial. Suspiro para no arrojarse al delicioso manjar.

Camino lentamente bajo la mirada rosada, quitando su saco y camisa en el corto trayecto. Acercó su cuerpo y abrió las piernas de su amado para acomodarse entre ellas.

Estaba aún vestido pero disfrutaría cada segundo al quitar prenda por prenda para descubrir aquella piel lechosa y suave que tanto le gustaba. Beso su vientre y recorrió con besos su cuello, apreciando los suaves jadeos y el agarre tímido contra su espalda.

Subió su rostro y beso los labios carnosos.

- No saldremos de aquí por un tiempo. Espero estés preparado.

Algo andaba mal, su instinto se lo decía

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Algo andaba mal, su instinto se lo decía. Alguien se estaba burlando de ella.

- Félix, ¿Dónde está Celes?

El pelirrojo se mostró confundido. - ¿Disculpé?

- Sir. Celestino, ¿Dónde está? - pregunto con preocupación.

Félix trato de disimular su vergüenza y tosió un poco para aclarar su garganta.

- En... Con su majestad. - Explico con simpleza.

- ¿Con el emperador? - frunció el ceño. - ¿Por qué? ¿Qué hacen?

- P-pues conversan... Hablan sobre cosas de adultos.

La pelirroja ladeó su cabeza. - ¿Adultos? ¿Y por eso les toma mucho tiempo discutir?

- Oh verá... Amm. - tartamudeo un poco, tratando de buscar una buena excusa. - Puede que Sir. Celestino este tratando de... Convencer, si eso, a su majestad sobre su estadía en el palacio.

Athanasia pensó por un momento lo dicho por el pelirrojo. Asíntio poco convencida y regreso a su dibujo para alivio del nuevo niñero.

Por qué, al no haber nadie a disposición para cuidar a la protegida del favorito de su majestad, el tuvo que hacer de niñero y guardian.

Tuvo la mala idea de ir a la habitación de Sir. Celestino y preguntar sobre que hacer con la pelirroja después de varias horas.
Lo que encontró, no fue muy agradable que se diga. Aún recuerda como el emperador prácticamente le vuela la cabeza a patadas al entrar sin tocar y ver al concubino dormir desnudo bajo las sábanas que apenas y lo tapaban a el y a su majestad.

No miro mucho, solo el pecho del hombre antes de que el emperador despertara y lo echara.

- Sir. Celestino es tan guapo. - el comentario salido de la nada hizo sonrojar al pelirrojo. - ¿Verdad, Félix?

Bajo el rostro apenado y trago con fuerza el nudo en su garganta. - Si, muy guapo.

¿Quién es mi mamá? / PEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora