Pasaron los años, la princesa Athanasia logró lo que nadie más espero. Lograr entrar en el corazón del frío emperador Claude.
En ese tiempo llegó a vivir de una buena manera, conociendo gente maravillosa, preparándose para ser algún día la regente de aquel gran imperio.
Su debut estaba tan cerca y los preparativos seguían a buen ritmo.
- Muy bien princesa Athanasia. - aplaudió alegremente su instructora de baile - Su talento en el baile es increíble, debe ser de familia...- felicito con un poco de nervios. Hablar sobre el origen de la princesa era un tabú aún después de tantos años.
- ¡ Muchas gracias! - la princesa trato de aminorar el incómodo ambiente con una sonrisa encantadora.
Era todo por el día, sus clases habían terminado. Relajando su cuerpo, camino por el pasillo de su palacio, apreciando la decoración. Por qué nunca se cansaría de apreciar algo tan hermoso.
- Que maravilloso...
Se dio el tiempo de observar las bellas flores tras la ventana que daba a su jardín. Rosas rojas, rosas, blancas, azules... ¿Azules?
Regreso su mirada al punto en específico, ese punto azulado a la lejanía que parecía no moverse pero se veía distorsionado por algún motivo. Extrañada, decidió salir al jardín y avanzar con rapidez esperando que aquella cosa no se moviera de su lugar.
La suave brisa soplo detrás suyo, alzando su vestido y desordenando su cabello. Descubrió su rostro y presto atención a lo que sucedía frente suyo.
Un hombre de espaldas a ella parecía hablar con las flores. Acercaba su respingada nariz, disfrutando del aroma natural. No lograba ver sus ojos pero si su cabello, ese cabello azulado era de ensueño, se notaba suave y muy bien cuidado. Por alguna razón desconocida, llevaba un traje de gala muy hermoso a su parecer.
Armandose de valor, camino hasta quedar a unos cuantos metros de el, llamando al parecer su atención, más no parecía querer voltear a verla.
- D-disculpe, señor - la rubia llamo al desconocida de manera suave, el hombre sostuvo una rosa roja entre sus manos sin hacerle caso - ¿Que está haciendo aquí? Es propiedad d-de su majestad el emperador...
Trato de llamar su atención más parecía ignorarla. Giro su mirada tras ella, esperando que Félix, su escolta, llegará para resolver el problema pero no había nadie. Regreso su atención al hombre.
Ahora podía verlo con más claridad pues había ladeado su rostro, solo un poco pero lo suficiente para verlo mejor.
Y que belleza era.
Labios rosados, brillosos y una firme piel blanca. Su cabello cubría sus ojos pero las mejillas estaban sonrojadas. Un aspecto tan llamativo.
- Lo siento mucho, solo...caminaba por aquí y me perdí - la suave voz parecido a un susurro hizo latir su corazón. Algo en aquel hombre le hacia querer llorar - ¿Podría ayudarme?
La princesa asíntio a duras penas, conteniendo sus lágrimas. El hombre estiró su mano. Athanasia acepto el gesto y comenzó a caminar en lo profundo del jardín. Tratando de manera desesperada de controlar sus emociones.
- Y-yo, señor - aclaro su garganta nerviosa. El hombre no parecía querer verla a los ojos pues si rostro estaba ladeado hacia otro lado - ¿Quien es usted?
- Soy... No soy nadie importante señorita - una sonrisa se plasmó en sus labios, no era fea ni mucho menos aterradora...era una sonrisa llena de tristeza, de alguien que sufrió mucho - Espero no ser grosero, no he hablado con nadie desde hace mucho tiempo.
- Oh, no hay problema, entiendo.- le dio una sonrisa, no una falsa, una comprensiva. - llegamos señor. Solo tiene que cruzar por ahí y encontrará la entrada principal
Detuvo su andar en la entrada del jardín. Sin mirar al hombre pues el parecía no querer hacerlo tampoco. Estaba a punto de girar para irse pero la suave mano del contrario la detuvo. Había tocado su cabeza.
Levanto su cabeza lentamente.
Los ojos rosadas devolvieron la mirada. Tan brillantes y cargados de amor...
Hizo latir con fuerza el corazón de la princesa. Las lágrimas no tardaron en aparecer. Nublando su vista.
- Espero volver a verla pronto...
El hermoso hombre parecía brillar con cada paso que daba. Era rodeado de mariposas azules, tan azules cómo su deslumbrante cabello.
La imagen aturdió la mente revuelta de la princesa. Solo logró deslumbrar su silueta a lo lejos, por un momento, su vista fallo al no ver al hombre.
¿Había desaparecido de la nada?
¿Cómo?
— ¡ Princesa Athanasia!
Félix apresuro el paso al verla a la distancia, había estado muy preocupado por la desaparición de la princesa. Por lo que al llegar, reviso por completo a la rubia. Suspirando con alivio al verla bien.
— ¿Por qué se fue de esa manera? Princesa, no puede hacer eso.
— Lo siento.
— vamos, volvamos al palacio, su majestad la espera.
Tal vez fue el susto o la adrenalina del momento pero no logro notar las lágrimas secas de la princesa. Había limpiado rápidamente su rostro al escuchar el grito de Félix.
— Andando, Félix.
Comenzó a caminar sin mucho ánimo.
Preguntaría a su padre por aquel hermoso hombre.
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¿Quién es mi mamá? / PE
Hayran KurguAthanasia está muy confundida. Demasiado confundida. Durante toda su infancia creyó que su madre era Diana, la bailarina de Siodonna, aquella mujer que fue en enviada cómo regalo para su padre, el emperador Claude de Alger Obelia. Entonces ¿Por qué...