Capitulo 2

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— ¡Papá! — la princesa se inclino ante el regente con una encantadora sonrisa en su rostro. — Me da gusto verte.

Athanasia se acercó a la mesa y tomo asiento bajo la mirada inexpresiva de su padre. Los ojos azules chocaron entre si, uno más brillante que el otro. Claude aparto la mirada y se concentro en su té, solo observando la bebida e ignorando la presencia de su hija.

— ¡Papa! ¿Adivina qué pasó hoy?  — el tono usado captó la atención del regente, quién la observó de manera perezosa.— La maestra de danza dijo que bailaba muy bien y me felicitó por mi avance ¡Estoy segura que dentro de poco podré dominar por completo los pasos!

Félix y Lilian sonrieron ante tal escena. La forma de expresarse, sus gestos, los lindas risas, eran verdaderamente un encanto. La sirvienta de ojos azules tuvo un leve recuerdo, su sonrisa se borró y la tristeza inundó sus facciones. Félix noto esto y trato de advertirle con un leve apretón en su brazo. Solo entonces, la mujer volvió en si y continuo con una sonrisa forzada. No quería que la Princesa ni mucho menos el emperador la descubriera de esa forma. Ya tendría tiempo para llorar a solas.

Aunque lo siguiente dicho por la princesa la hizo palidecer.

— ¡Vi a un hombre muy apuesto en el jardín del palacio! Sus ojos eran rosas y su cabello azul. Nunca había visto a un hombre así de hermoso, parecía un príncipe. — la rubia divago sin darse cuenta del estado de los presentes. Solo cuando termino, el silencio la perturbó

El emperador fijo su vista en ella asustando a la rubia. Aquellos hermosos ojos azules cuál gemas, la observaban con frialdad y un odio puro que hizo helar su sangre, su cuerpo comenzó a temblor de miedo al darse cuenta de su error.

— ¿Un hombre ...dices? — el emperador sostuvo la taza con indiferencia, sin apasatr la mirada de su hija, importandole poco si temblaba o no. — ¿Dónde lo viste?

— E-en la parte sur del j-jardin, cerca de unos r-rosales — su voz temblaba y trato de calmarse al respirar profundamente pero no parecía funcionar. Su padre daba miedo.

Observó a su nana y al escolta en busca de apoyo pero solo encontró su mirada asustada.

La joven princesa noto algo extraño, muy extraño en su padre. Una sonrisa adornaba sus facciones. Tenía un mal presentimiento de esa sonrisa.

— Félix. Vamonos.

— Si, su majestad.

Ambos hombres abandonaron el lugar. Lilian se apresuro a la mesa para ayudar a su pequeña protegida. Abrazo con fuerza a la rubia y tomo su rostro entre sus manos temblorosas.

— N-No mencioné eso otra vez princesa. Es un tema demasiado delicado. Nunca. NUNCA lo haga otra vez. — susurro lo más bajo que pudo, asustando más a la rubia.

¿Que pasaba? ¿Por qué su padre actuó de esa manera? Si solo pregunto por aquel hombre.

¡Que miedo!

¡Que miedo!

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— Félix. ¿Viste algo?

— No, su majestad.

— Si mientes, te cortare la lengua.

— Estoy seguro su majestad, cuando encontré a la princesa estaba sola, aunque...

— ¿Que? — pregunto el regente del mal humor.

— Bueno, creo que fue cosa mía pero...al momento de ver por la ventana a la princesa, ella solo estaba parada en los rosales y de repente comenzó a caminar...cómo si estuviera guiando a alguien.

— Bien. Vigila lo que hace.

— Si, con su permiso. — dió una reverencia y salio.

El emperador se quedó solo. Y con la salida de Félix, su expresión cambio por completo.

Irá, frustracion, odio...dolor.

— ¿Qué me pasa?...

Murmuró sin comprender. Sentía muy en el fundó que algo estaba mal, había olvidado algo importante. Y le molestaba no saber que era.

¿Se trataba acaso de aquel hombre de cabellos azules? O ¿De ese terrible sentimiento cuando su hija la describió y...logró ver a un hombre de espaldas a el?

No. Su cabeza solo le estaba dando una mala racha.

Solo era eso, nada más.

Querido...

El regente levanto su cabeza rápidamente. Había escuchado algo, un susurro apenas audible cerca de el. Tan solo ese sonido logró alborotar su corazón de una manera inexplicable.

Cerro sus ojos cansando.

Mi querido Claude...

¿Quién es mi mamá? / PEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora