Capitulo 9

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Los días pasaron y con ello la sospechosamente larga conversación del emperador y su favorito.
Athanasia no sabía dónde mirar al ver después de dos días a su querido guardian con un aspecto bastante... Cansado. Sospecho de una pelea con el emperador pero lo descarto al ver la sutiles marcas en su cuello y la actitud nerviosa que tomaba cuando le pregunto por dichos moretones.

Ese rubio había estado con Celestino sin que se diera cuenta.

Con taza en mano, camino hasta la habitación de su querida madre. — Me las pagarás caro, Claude.

Apretó el agarre en la taza. Furiosa no era la mejor palabra para demostrar su desagrado al compartir a Celestino. Ella era su hija, la hija de ambos pero eso no tenía que saberlo Claude.

Quería pasar tiempo de calidad con su madre y poder conocerla, amarla, estar a su lado. ¿Qué tan difícil era?

Suspiro agotada, estaba tan cerca de la habitación. Recompuso su postura y sonrió de manera Encantadora para disimular.

Al doblar por el pasillo sintió como era jalada de su antebrazo con una fuerza monstruosa que la hizo gritar.

— ¡Celes—!

— Shhh, baja la voz, tonta. — mordió a Lucas con fuerza al sentirse tan presionada. — ¡Oye! ¿Que rayos te sucede? ¿Por qué me muerdes?

— ¡¿Y todavía lo preguntas?! ¡Eres un idiota!

— Si, si, si. A mi también me da gusto verte, princesa.

— Solo cállate. — miro a todas direcciones en busca de la taza, sin éxito alguno. — ¿Dónde rayos está la maldita taza?

— Amanecimos de mal humor. — sonrió con burla al ver el rostro desesperado de su amiga. Bufo al verse ignorado. — No importa esa taza, tenemos que irnos ahora.

Athanasia detuvo su búsqueda y lo miro enojada. — No lo haré, mi mamá está a punto de enseñarme a tejer y no quiero perderme la lección.

— ¿Tejer? — Lucas miro anonadado a la princesa, su ceño se frunció y casi termina por arrojarle aquella taza. — ¡¿Tejer?! ¡¿Estás bromeando, Athanasia?! ¡Esto es serio, no tenías por que intervenir en el pasado, tonta!

— ¡Lo intenté! Pero Celestino me tomo como su protegida y...— sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. — paso tiempo con el, me ama y no duda en decirlo cada que puede. ¿No puede tan siquiera disfrutar un poco de tiempo con mi madre?

Lucas observó a la princesa llorosa. Lo pensó por un momento y después suspiro aparentemente derrotado.

— No es correcto, Athanasia. — negó con firmeza. — Si seguimos aquí, habrá un sin fin de posibilidades en la cual tu no nazcas o peor aún, que el mismo tiempo se destruya.

Apretando su vestido asíntio un poco en comprensión. Sorbio su nariz e hipo un poco antes de soltar su pedido.

— ¿P-podria despedirme de mi mamá antes de irme?

Lucas la miro por un momento y después asíntio. — Adelante, estaré esperando.

— Gracias, Lucas.

Sonrió un poco y giro sobre sus talones, lista para volver con el peli azul que tanto quería. Lucas la miro retirarse con semblante decaído, suspiro al saber lo prohibido que era aquello que haría pero sinceramente, ya nada podía ser peor que eso.

Atrajo su magia y quitó el disfraz de la pequeña princesa.

Seguía siendo pequeña pero su apariencia no era la misma.

Rodó los ojos fastidiado y la siguió para confundir al personal del castillo para que pudiera irse sin ninguna complicación.  Podría haber desactivado el hechizo cuando estuviera con aquel hombre pero que diversión tendría eso. Necesitaba que actuará cómo de costumbre y sin levantar las alarmas de su madre.

Entrecerró sus ojos al pensar en aquel sujeto. La madre de Athanasia era un misterio para el, tenía cierta presencia que imponía mucho, incluso a él, un alto mago de la torre oscura.

Desconocía su procedencia. El origen pudo concluirlo con ayuda de los libros de su antiguo maestro.

Celestino, su nombre denotaba su origen. Un Celestial caído.

— Vaya sorpresa...— Murmuró al ver cómo la princesa ingresaba a la habitación. — Veamos que pasa.

Athanasia entro con el corazón en la mano. Sentía tantas emociones dentro de su pequeño cuerpo que le era difícil el moverse y pensar correctamente.

— Artemisa. — Celestino llamo a su protegida sin despegar la mirada de los papeles en mano. — Ven aqui, cariño.

Cerro sus ojos con fuerza para no llorar y camino hacia su querida madre. Por alguna extraña razón, desde hace una semana comenzó a vestir de manera más cómoda, con ropajes más sueltos.

Eso no quitaba su deslumbrante belleza, sin importar que usará, siempre se veía magnífico.

Extrañaré verlo... Sentir sus cariños, sus besos, sus abrazos...

Llevo sus manos a su boca y controlo su respiración.

Al estar frente al peli azul, este la observó con una cálida sonrisa. Logró distinguir como abría un poco los ojos, su sonrisa se tambaleo también pero recompuso su expresión y la sentó sobre su regazo.

— Me tenías preocupado, ¿Dónde estabas? — aparto los mechones del regordete rostro con delicadeza, esperando una respuesta que no llegaba. Preocupado, sostuvo su mirada con aquellos azulados ojos.— Artemisa, ¿Que sucede?

—C-celes...m-me tengo que ir...— a duras penas logro decir aquello y ya sentía las lágrimas salir. Se escondió en el pecho de su querida madre, asustada de ya no poder estar con el. — ¡Me tengo que ir!

Celestino abrazo a su querida protegida con ferviente amor. Acaricio sus cabellos, beso su cabeza y aparto ligeramente a la rubia para observar su rostro.

— Si es verdad, no debería preocuparme ¿O si? — beso la coronilla de la princesa y seco sus lágrimas.— Tienes a un buen guardian que te ayudará a irte.

Lucas prácticamente cayó al suelo. ¡Había ocultado su presencia y aquel hombre logro descubrirlo!

— ¿Guardian?

Celestino rio levemente. Los ojos conectaron y por fin permitió el derramar lágrimas. — Mira que bella eres, mi querida Artemisa. — acaricio su mejilla controlando el terrible llanto que quería salir. — Tan solo a pasado unas semanas desde que estás a mi lado y siento que no puedo vivir sin ti.

Athanasia sonrió y acercó sus pequeñas manitas al rostro de su amada madre. Conforme se iba acercando, sus manos crecian más y más, hasta quedar al tamaño de la Athanasia original.

Una suave luz la envolvió haciendo levitar su cuerpo. Miro asustada a su madre, celestino sonrió animandola a seguir.

— Ten un buen viaje, mi querida Artemisa.

Después de eso, todo se volvió negro.

¿Quién es mi mamá? / PEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora