⛓4: Dias contados

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Salió de enfermería con su muñeca izquierda vendada de nuevo, al parecer no había sanado por completo y de ahí las pequeñas molestías que tenía, de nuevo tenía que estar escayolada durante un corto tiempo

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Salió de enfermería con su muñeca izquierda vendada de nuevo, al parecer no había sanado por completo y de ahí las pequeñas molestías que tenía, de nuevo tenía que estar escayolada durante un corto tiempo.

Andando por los pasillos se encontró a varias enfermeras que lo saludaron al conocerlo, él simplemente les hizo un pequeño saludo con la cabeza. Se acordó que en apenas cuatro días podría salir de este lugar, sonrió aliviado. Era cierto que aquí dentro le habían ayudado mucho, pero ya era hora de irse para siempre, solo dijo Massimo sólo volvería semanalmente para sus consultas.

Todavía no estaba del todo curado, pero a quién quería engañar...

Esto no lo olvidaría jamás, fué algo que marcó su vida para siempre, un antes y un después.

Tenía claro que mataría a quien se interpusiera en su camino comenzando por Trevor el cual estaba en el sótano de la casa. Lo torturaría hasta escuchar los latidos de su corazón bombardear cada vez más lentamente hasta que se detuvieran por completo.

Al principio descartó esa idea ya que no sabía si sería capaz de verlo de nuevo, pero luego pensó que el que mandaría sería él y solo él, que Trevor no tendría nada que hacer nada más que sufrir y suplicar.

El aura a su alrededor se volvió más pesada, sus ojos se tornaron más rojos de lo normal, miró a su alrededor como las personas se alejaban de su lado cuando pasaba.

Cuando cruzó la puerta del comedor puso una cara más amable instantáneamente, todos estaban ya sentados mientras desayunaban, caminó hacia la barra con una bandeja.

Miró la comida aburrido, trozos de fruta con un vaso de leche y galletas...

En esos momentos echaba de menos a Ana y su deliciosa comida.

De lejos pudo ver a Daeghel en la mesa junto a la ventana, fué hacia él sentándose enfrente, notó cómo su vista se dirigió directamente a su brazo vendado.

—¿Roto de nuevo?— preguntó señalando su muñeca con la cuchara de plástico.

—Como me dijiste no sanó por completo.

—¿Y el chequeo general que tal te fué?

—Ni idea— dijo comenzando a comer —Pero supongo que bien, me sacaron sangre, muestras de orina, saliva...

—Te los darán mañana seguramente.

—Sí, de hecho eso me dijo— hizo una mueca —Estoy harto de comer fruta.

—Yo también— se limitó a responder cortante.

—¿Qué pasó?

—Nada bambino, cosas mías sin importancia. Todos tenemos días malos.

—Supongo...— murmuró viendo las expresiones de su rostro, pero no notaba nada raro, ese chico era todo un misterio. Todavía no se le olvidaba el día que le llamó estrellita, no obtuvo la respuesta que quería y sabía que no la tendría.

EROS - [DETRÁS DE MÍ 2] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora