PROLOGO

646 65 25
                                    

Se quedó en un pequeño shock al darse cuenta de lo ocurrido, pero su cuerpo actuó por inercia, apretó el dedo que tenía encima del gatillo de la pistola. El cuerpo de Melissa cayó sin vida sobre un charco de barro que se había formado en el suelo bajo sus pies.

En ese instante escuchó los motores de los vehículos llegar a la cima, de ellos bajaron un buen número de sus hombres junto a Caleb y Armando los cuales no sabían lo que había sucedido.

Con sus armas en alto formaron un círculo alrededor de Trevor antes de que se escapara.

—¡Bajad ahora mismo, ha tirado a Eros por el puto barranco! ¡Que algunos se queden vigilando a este desgraciado!— exclamó Massimo con un tono de voz alterado.

—¡¿Cómo!?— preguntaron el rizado y el pelinegro a la vez mientras corrían a subirse a uno de los coches.

Una vez ya dentro Ramón no tardó en tomar la cuesta abajo con gran velocidad pero teniendo cuidado, las ruedas resbalaban por el barro y la lluvia cada vez era más fuerte.

Los rayos no paraban de impactar en suelo produciendo momentos de luz al igual que un sonido impactante que los alteraba a tal punto de la desesperación.

Cuando consiguieron bajar la montaña las ruedas se desviaron haciendo que la parte lateral del coche impactara contra una roca.

—¡Sigue por lo que más quieras Ramón!— ordenó Armando a punto de salirse del coche e ir corriendo hacia la orilla del lago.

Ramón pisó el acelerador retomando el camino, esa roca solo había sido un pequeño choque sin importancia, todos estaban bien...

Segundos después consiguieron llegar a la orilla del lago.

Armando sin pensárselo ni un segundo tiró el arma al suelo y de un salto se adentró al lago. En otras circunstancias se quejaría de su ropa mojada o del agua helada, pero la vida de su amado estaba en juego y eso era lo que realmente le importaba.

Comenzó a nadar con toda la velocidad que le permitía su cuerpo, se dió cuenta de que a su lado se encontraba Massimo. Los pequeños peces se apartaban de su camino al sentir el agua tan movida, sus extremidades cada vez se entumecían más debido al agua.

—Justo aquí, debajo de nosotros debe de estar— se apuró a decir mientras le lanzaba unas gafas de bucear con una linterna incluida

En milisegundos se la colocaron en los ojos, metieron sus cabezas bajo el agua y comenzaron a descender, rápidamente pudieron localizarlo, el lago no era muy profundo y el chico resaltaba por su ropa blanca.

Sus cabellos blancos se movían al son del movimiento del agua, su cuerpo estaba completamente extendido boca arriba mientras que sus manos estaban escondidas tras su espalda, el agua a su alrededor poco a poco se iba tornando de un tono rojizo debido a la sangre que salía de la herida de bala en su pecho.

Los dos hombres aceleraron aún más sus movimientos hasta poder llegar a él.

Cuando Armando logró tocar su cuerpo por primera vez en mucho tiempo, su corazón se encogió y lágrimas comenzaron a salir de sus ojos las cuales se acumulaban en sus gafas de buceo.

Una vez lograron agarrar el cuerpo entre los dos comenzaron a ascender de nuevo hacia la superficie. Respiraron una gran bocanada de aire llenando sus pulmones de nuevo con oxígeno.

Armando puso a Eros en su espalda como si estuviera montado a caballito y nadó con todas las fuerzas que le quedaban. Massimo se aseguraba de que el peliblanco no se cayera en ningún momento.

El recorrido hacia la orilla parecía ser eterno, pero lograron llegar.

Con una rapidez casi inhumana lograron meterse en el coche junto al cuerpo de Eros. Una vez dentro Armando extendió el cuerpo del menor en los sillones de atrás, se quitó las gafas de buceo y comenzó a hacerle el boca a boca.

Podía notar lo helado que estaba su cuerpo, en los pocos segundos que lo pudo observar se dió cuenta de que su piel estaba de un tono más blanco de lo normal, sus labios morados y su cara llena de moretones y heridas.

Mientras le hacía boca a boca sus lágrimas empapaban el rostro de Eros con un dolor indescriptible. Estaba viendo la vida del amor de su vida yéndose entre sus propios brazos, aunque no sabía si seguía vivo, no le había tomado el pulso...

Massimo por otra parte avisó por radio a Mason que preparara todo lo que fuese necesario para intentar salvarlo. Sacó un botiquín debajo de uno de los asientos y taponó la herida con vendas para detener el sangrado.

—Caleb, tómale el pulso que yo no puedo— ordenó con sus manos manchadas de sangre.

El rizado con toda la angustia y terror que tenía en su cuerpo dirigió sus temblorosos dedos hacia el cuello de su casi hermano, se estremeció al notar lo fría que estaba su piel.

Una vez sus dedos tocaron por completo el cuello de Eros el frío invadió cada poro de su piel quedando congelado en el lugar, un gran sollozo salió de sus labios....

Comenzaron a escucharse disparos en la zona, pero Caleb no los escuchó, eran un molesto ruido de fondo.

—Los refuerzos de los Sly llegaron...— murmuró Massimo

EROS - [DETRÁS DE MÍ 2] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora