Capitulo 7

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- Te estas volviendo loca. Fin.

- Gracias Erick. No sabes cuánto agradezco tu comprensión.

Erick juega con un ojo de venado que nos pidieron para una práctica de laboratorio. Lleva todo el rato así. Ni siquiera está prestándome atención.

- Estoy escuchándote. Lo siento - dice suspirando, como si leyera mis pensamientos, aplastando el ojo con el dedo - no estoy de ánimo el día de hoy.

- No ha sido nuestro día últimamente ¿cierto? - le digo en un tono más suave.

- Cierto.

Nos sonreímos. Es nuestra manera de decir que todo estará bien cuando ninguno de los dos está bien.

- Podrías venir a dormir a mi casa si te da miedo estar sola en la tuya.

- No creo que a tus padres les parezca.

- Por dios Mabel, papá está en otro continente, y mi madre sabe que eres parte de la familia, no creo que se oponga. Además mis hermanas están ahí también. Nos cuidaremos los cuatro mutuamente ¿qué dices?

- Suena bien. Me aterra mi propia habitación.

- Me aterra que te aterre tu propia habitación.

- Cállate.

- Independientemente de si estas enloqueciendo o no, debes tranquilizarte.

- ...me conoces.

- Y por eso te creo. Hasta tengo una idea.

- ¿acerca de qué?

- Puedo hacer un retrato hablado de tu acosador. Ya sabes, para reconocerlo si lo veo por la calle y gritarle ¡hey tú, deja a esa chica loca en paz, haz visto lo que hace con una rama! ¡prueba la furia del bat de... auch! - le doy un codazo y el ojo de venado sale volando hacia otra mesa.

- Has el retrato si quieres, pero dudo que sirva de algo.

- Hablando en serio. Planeo ir a la policía Mabel. De hecho también deberías decirle a tus padres lo que está pasando.

- No me creerán.

- Al menos deberías tratar.

Las chicas de la mesa de a lado miran a mi amigo y sonríen ridículamente. Erick se levanta de su asiento y va a disculparse por haberles arrojado el ojo.

Para ser alguien que está deprimido, oculta muy bien sus emociones. A no ser que Amanda o Alison estén cerca, es difícil para él comportarse como si nada le importara frente a ellas.

- Disculpen señoritas, esto es mío - dice antes de escabullirse y volver conmigo.

- Oye galán ¿Podrias hacerme un favor? - le susurro, el profesor acaba de llegar.

- Claro, mientras no tenga que ocultar un cadáver.

- Es que... me gustaría que estuvieras ahí cuando hable con mi mamá sobre lo que pasó. Para sentirme más segura.

- De acuerdo, no te preocupes.

- Gracias.

Sin embargo no pienso decirle a nadie más. Es suficiente con que lo sepan mi mejor amigo y mi maestra.

La madre de Erick nos espera en mi casa como ha hecho los últimos días después de la escuela y ambos le planteamos la idea de que me deje pasar unas noches con él y sus hermanas.

- Está sola mamá, entiéndela. - dice Erick.

No es demasiado difícil convencerla, acepta casi de inmediato y, para mi sorpresa, ni se molesta por llamar a mis padres.

- Estaremos en el hospital con los enfermos esta misma noche, puedo hablar con ellos ahí. Siéntete como en tu casa Mabel - asegura la señora antes de irse.

Hay algo muy extraño en todo esto.

- De acuerdo - dice Erick al mismo tiempo que saca su marquilla de la mochila - empecemos con el retrato del acosador.

- Está bien.

- Descríbelo, lo más claro que puedas. Pon a trabajar tu cerebro, piensa, piensa, piensa, piensa, piensa, piensa, piensa...

- No puedo pensar si no te cayas.

- De acuerdo.

Cierro los ojos y trato de visualizar al chico en mi mente.

Su rostro es afilado, moreno, me parece. Creo que tiene ojos grandes y oscuros...aunque parecieron rojos por un momento; su cabello negro y rizado le cuelga por debajo de las orejas, tiene labios gruesos y partidos. Su nariz es difícil de describir... tiene una nariz graciosa...

Al cabo de media hora y después de hacer correcciones, el dibujo está listo.

- Es el - afirmo.

- ¿Te gusta?

- ¿El dibujo?

- Pues... sí el dibujo, tonta - sonríe y hace una mueca. Conozco esa mueca, está planeando burlarse de mí, pero no se lo permitiré.

- Solo es un dibujo. Debería de asustarme ¿no?

- Amenos que te guste que te acose este tipo. Esa debe ser una enfermedad. Como cuando la gente se enamora de sus secuestradores.

- Claro, por eso me vine a esconder a tu casa.

- Lo sabía.

- Déjame en paz.

- Ok. Bueno ahora si lo veo por la calle, ya sé de quién defenderte.

- Sigue sin tener mucho sentido para mí, pero si te hace sentir mejor: te lo agradezco.

Pasamos la tarde y parte de la noche viendo películas con sus hermanas hasta que llega la hora de dormir.

Erick se queda conmigo en la sala. Él sobre la alfombra y yo en el sofá. Nos quedamos un buen rato conversando como cuando éramos niños y de repente se queda dormido.

Y ronca.

Oh dios mío, cómo ronca.

Me quedo tumbada escuchándolo y mirando en la oscuridad esperando a que se calle para poder dormir. Entonces algo golpea la ventana. Tres veces.

Dook, dook, dook.

No sé si asomarme o cubrirme con la frazada hasta que sea lo que sea se vaya. Pero no lo pienso demasiado. Me levanto y corro la cortina.

Es el. El chico del dibujo. El chico que lleva días persiguiéndome.

Le grito a Erick para que se levante, pero no se despierta y sigue roncando como la bestia que es.

El chico sólo sonríe.

- No tengas miedo de mí - me dice - no lo tengas.

Luego desaparece.

Creo que me desmayo.

El bosque de las almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora