Capitulo 11 & 12

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Capitulo once.


-          ¡En qué lio me has metido!

-          Te recuerdo que nuestro amigo es ciego, no sordo. No seas grosera.

-          ¡Me importa un carajo! ¿qué tramas Erick? De la nada dejas de hablarme y ahora todo anda de maravilla entre nosotros.

-          Hago esto por ti...

-          Ah ¡ahora resulta! Pues explícame, que no entiendo nada.

-          Solo quiero averiguar quién es este tipo, no sé pero algo no me da confianza en él.

-          Debiste pensar en eso antes de aceptar ir a su casa, no tarda en venir.

-          Tengo la sensación de que él y su familia tienen algo que ver con el virus.

-          Estás loco Erick

-          ¡Solo piénsalo un minuto! Desde que empezó la construcción de esa casa la gente comenzó a enfermar y a morir de repente. Yo creo que son dos cosas que van de la mano. Y tal vez sea mi imaginación, pero se trae algo contra ti, de seguro quiere vengarse por la paliza que le diste.

-          ¡Pues menos aún debo ir a esa casa! Me estas metiendo a la boca del lobo...

-          Brandon sabe que estaremos ahí, y también el profesor. Nada puede salir mal.

-          Estás loco.

-          Shhh, ahí viene.

Bastián llega guiado por el profesor, quien me pide cortésmente que cuide de mi nuevo compañero. Vaya ironía, yo debería cuidarme de él.

-           ¿Ya nos vamos? – pregunta Bastián.

Erick me interroga con la mirada. En respuesta tomo el brazo de Bastián y comienzo a guiarlo en dirección al sendero que nos lleva directo a su casa.




Capitulo doce.

Todo parece en orden.

Demasiado en orden.

Pasamos casi toda la tarde con Bastián conversando. Es agradable y se ríe de las tonterías que dice Erick. Sus padres no están en casa, no me atrevo a preguntar por ellos, pero en cuanto puedo ideo una excusa tonta para salir inmediatamente de ahí e irme a casa. A pesar de que todo parece tan tranquilo, me siento incómoda.

-          Tengo que ordenar mi habitación – les digo.

-          Tú nunca la ordenas – dice Erick. No podría ser más inoportuno.

-          No te preocupes, mi padre vendrá pronto, podemos acompañarte hasta tu casa, está a punto de oscurecer – dice Bastián.

-          Me sorprendes – interviene mi amigo, mira a Bastián pensativo – ¿cómo puedes saberlo?

Tiene razón. Falta poco para que el sol se ponga, puede verse en el cielo... pero él no puede darse cuenta.

-          La brisa está enfriando – contesta – por eso lo sé.

-          Oh... como sea, tengo que irme.

Salgo lo más rápido que puedo.

En efecto, está empezando a oscurecer.

Recorro los largos pasillos hasta llegar al jardín, donde un mozo me abre la puerta.

Empiezo a caminar hasta llegar al bosque cuando de pronto algo empieza a seguirme.

Trato de correr. Me alejo y me interno entre los árboles.

Sin querer he llegado al claro del bosque donde están las tumbas.

Aún puedo ver por donde voy, y entonces siento un escalofrio que me recorre todo el cuerpo.

La tumba de Amanda ha sido profanada. La tierra ha sido amontonada a un lado... y su cuerpo no está en el ataúd.

-          Mabel, ¿qué te pasa? – dice una voz detrás de mí.

Casi me pongo a llorar cuando compruebo que es Erick. Gracias al cielo está sólo.

-          Erick, el ataúd... Amanda...

Al darme la vuelta todo está diferente. La tierra está un poco removida, pero la cruz con el nombre de mi amiga sigue ahí.

No entiendo qué está pasando.

-          Siento haber hecho que fueras conmigo a esa casa. Pero te juro que ese tipo esconde algo y me encargaré de averiguar qué es.

-          Haz lo que quieras. Pero no cuentes conmigo.

Erick me mira y se queda callado. Tengo un nudo en la garganta. Me pongo a caminar en dirección contraria a él.

Jamás le había dado la espalda.

No sé qué estoy haciendo. Pero creo que ambos hemos enloquecido.

El bosque de las almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora