Capitulo 17

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Ya amaneció.

Me encuentro acurrucada junto a un matorral y empiezo a preocuparme.

Hasta que Bastián aparece.

Lo sigo de vuelta al pueblo en silencio.

No me dirije la palabra hasta que estamos frente a mi casa.

- ¿ahora si vas a dejarme pasar? - pregunta.

- No.

- Como quieras. Te veo aquí a las doce, cuando tus padres vayan al templo los seguiremos.

- No estoy segura de que vengan esta noche.

- Si no es así, iremos a buscarlos.

- Está bien.

Y como pensé, no vuelven.

Bajo a las doce como acordamos y Bastián ya esta esperándome en la entrada. Todavía no me acostumbro a mirarlo a los ojos así que mantengo la mirada baja, caminamos al mismo paso rumbo al templo y tropiezo varias veces.

- ¿Qué hay de tu padre? - susurro.

- ¿Qué hay de qué?

- Pues... no lo sé, ¿Dónde está?

- Esta en casa. Esta esperándome. Después de solucionar todo este asunto nos iremos. Que tonto ¿no? Prácticamente acabo de llegar a este lugar y ya me están preparando para irme de nuevo.

- No es tonto, tiene sentido. Y muchas cosas últimamente no lo tienen.

- Hablando de eso... Mabel - se para en seco y me detiene sujetando mis hombros - ten en mente que hay una gran posibilidad de que tus padres ya se hayan convertido en, bueno tu sabes....

- Lo tengo en mente.

También pienso que ellos podrían estar muertos en este instante. Una oleada de arrepentimiento me invade. Debi irme con Erick, debí huir con ellos... no, alto, "deja de pensar asi Mabel" me digo, tengo que comprobar con mis propios ojos si mis padres están muertos o convertidos en zombies chupa sangre.

Estamos cerca del templo. Puedo ver luces a lo lejos. Conforme nos acercamos me doy cuenta de que las luces no son luces... es más bien...

¿Fuego?

- Creo que están prendiendo una hoguera - me dice Bastián.

- Eso parece - corro y me detengo frente a la reja de madera que rodea el lugar. A través de las separaciones entre tabla y tabla puedo ver montones de basura incendiándose.

Varias personas apilan grandes bolsas desde una de las capillas, las arrastran una tras otra.

Me parece identificar a mi profesor de inglés.

- Ayúdame a subir - susurro - hay que entrar.

- Yo no puedo, no puedo irrumpir así, recuérdalo.

- No importa, te ayudaré a saltar la reja.

- No, no puedo saltar. Tengo que entrar por la puerta, tendrías que abrirla e invitarme a pasar.

- Demonios Bastián.... de acuerdo lo haré sola. No tendré tiempo de ir hasta el otro lado del templo a abrirte la puerta.

- ¿estas segura? Podríamos rodear ahora mismo.

- No hay opción. Nadie debe darse cuenta de que estamos aquí o habrá problemas.

- Pero ...

- Este es el plan: revisaré las capillas hasta llegar a la iglesia, cuando los encuentre los traeré aquí y me ayudarás a llevarlos hasta el túnel. Yo iré detrás ¿de acuerdo?

- De acuerdo.

- Bien. Nadie debe vernos, no lo olvides. Aquí vamos.

Tomo aire antes de dejarme caer sobre un arbusto. Me raspo la cara y mi pantalón se rompe de las rodillas. Creo que estoy sangrando.

- ¿Estás bien? - susurra Bastián desde el otro lado.

- Lo estoy.

Veo sus ojos rojos mirándome detrás de la madera.

Inhalo y exhalo profundamente y comienzo a correr usando las jardineras como resguardo de la luz que proviene de la hoguera.

Reconozco varios rostros llevando bolsas de basura. La mayoría son profesores. Aún no veo a mis padres.

¿Dónde están? ¿¡DÓNDE!?

La primera capilla está vacía y oscura.

Corro a la siguiente.... Sin suerte, solo más bolsas de basura.

Alguien parece estar cerca. Me pego a la pared y rezo porque no me descubran. Corro con todas mis fuerzas y lo más silenciosamente que me es posible.

Al entrar a la iglesia siento que todo se congela.

El tiempo, la temperatura y yo.

Las butacas están apiladas en las esquinas y hay cuerpos regados por el piso.

Sin pensarlo me acerco y los miro sin respirar; lo que más me intriga son las estacas de madera que llevan clavadas en el pecho, perfectamente talladas, hechas con madera del árbol más antiguo de San Lázaro... algo así solo pudo haber sido elaborado por...

Papá...

Me froto los ojos para que las lágrimas no me dejen sin visión.

Papá... mamá... sus cuerpos heridos y deformados por golpes yacen junto al resto. Asesinados por el arma que mi propio padre pasó horas haciendo encerrado en su taller. Ahora entiendo por qué no quería que yo me acercara. Camino hacia atrás instintivamente y tropiezo con otro cuerpo. Suelto un grito al identificar a Amanda.

Se acabó, este es el fin. Estoy sola ahora, ya no tengo padres, así de rápido han dejado de existir en mi vida.

Debería correr, pero no me muevo. Todo gira a mi alrededor. "No, no te desmayes ahora" pienso, y trato de recuperar la compostura.

Escucho pasos entrando en la iglesia.

- ¡Una se levantó! - grita alguien.

Tardo unos segundos en darme cuenta de que se refiere a mí.

Más personas irrumpen en el lugar, no tengo hacia donde huir, todo está bloqueado. No sé de donde saco las fuerzas y el valor para correr hacia ellos y pasar por la puerta hacia el patio.

Pero me atrapan, me tiran al suelo y me sujetan de pies y manos.

Intento zafarme pero no puedo. Me rindo. Se acabó.

Todo se acabó.

El bosque de las almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora