3. Estoy enamorado de la idea de no estarlo más de ti

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La casa de la familia de Matthew era una mansión digna de película

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La casa de la familia de Matthew era una mansión digna de película. Cuando Jungkook la había visto por primera vez, había pensado que debería ser horrible tener que caminar tanto para llegar hasta la cocina o el baño.

Luego, cayó en el punto de que probablemente contaban con servicio doméstico y lavabos privados, pero eso su cabeza de estudiante y trabajador con dificultades para llegar a fin de mes no pudo haberlo previsto.

Matt tenía el tercer piso de la casa —y el último— casi que para él solo. Allí se encontraba únicamente su habitación, la sala de juegos con un billar, arcade y una tele con diversas consolas, la sala de cine y un gimnasio. Era básicamente donde su novio hacía toda su vida, porque no salí de allí más que para fiestas o ir a la universidad.

Si Jungkook tuviera todo eso, tampoco querría salir nunca de su apartamento. En cambio, le había tocado una vitrocerámica que tardaba demasiado en calentarse y un mejor amigo ruidoso que no lo dejaba estudiar.

—Mamá y papá no están —le comunicó el mayor, cuando aparcaban el coche en el enorme garaje de cinco plazas. Estaba llenos con distintos modelos de coches, todos ellos híbridos o eléctricos en su totalidad, pero faltaba el de los señores Kim—. Tenemos la casa para nosotros solos.

Y Jungkook sabía lo que eso significaba. Le sonrió a Matt, porque en realidad sí le hacía un poco de ilusión pasar tiempo con él a solas, y poder tener intimidad sin estar más callados que en un entierro para que no los pillaran.

—Primero tengo que estudiar —le fue avisando, con mirada autoritaria. Matthew le puso un ridículo puchero—. ¿Por qué tienes tanta prisa? Tendremos toda la noche.

—Hum, no sé, señorito... —el moreno se inclinó hacia él. Jungkook no sabía cuándo se había desatado el cinturón de seguridad—. Llevo sin tocarte como un mes, amor...

—He estado ocupado.

—Lo sé, lo entiendo —le besó sus labios lentamente, lo que lo llevó a pensar que Matt sería el novio perfecto si no fuera tan intenso y mimoso, tan... él—, pero te he echado de menos.

Y pese a ese pequeño momento caliente donde se besaron con lentitud y se acariciaron un poco más allá de los límites, Kook fue firme con su postura de priorizar los estudios. Matthew le dio su espacio, porque él siempre cumplía sus promesas, y le prestó su escritorio para que estuviera más cómodo.

La habitación era más grande que su sala de estar y su cocina juntas. Se asemejaba más a la suite de un hotel que a una habitación común, pero era acogedora. El tono cremoso de la pared era perfectamente homogéneo e iba a juego con los tonos oscuros de los muebles. Una cama de tamaño XXL se alzaba en el centro, sobre un canapé de piel sintética y tras un cabecero del mismo material. Había tantas almohadas de tonos grises y negros que Jungkook probablemente podría apilarlas en una torre, y las sábanas de invierno eran claras con bordeados oscuros.

Si Fueras Una ChicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora