Cuando nos conocimos | Ohmnanon

02: La casa

Probablemente nunca fue para mí, el vivir de esta forma tradicional.

Coger con una sola persona, casarme, tener hijos, un trabajo promedio y una casa medianamente buena.

Pienso en cómo era antes de Nanon y esa es la vida que quiero.

Una persona diferente cada noche, pasar mis días comiendo hamburguesas frente a una buena serie, drogarme un poco, y gastar lo que gano solamente en mí.

Eso suena mucho mejor.

Son las ocho cuando llego a casa.

Le prometo a Dios que voy a ir a misa el domingo, si permite que estén dormidos.

—¡Papi, papi, papi! —grita Chae golpeando la ventana, porque ya me ha visto y mis esperanzas se esfuman.

Abro la puerta, solo deseando llegar a mi habitación.

—¡Papi dice que podemos ir a cenar fuera hoy! —me avisa aferrándose a mi pierna e intento apartarla, pero es intensa.

—¿Podemos ir a McDonald’s? —pregunta Junior sin despegar la vista de su teléfono.

—Nanon —digo sin responderle a él, caminando a la cocina.

—Amor, lo lamento, no ha llegado la niñera que pedí, ¿puedes ayudarme a vestir a Chae?

—No.

—Es que necesito...

—No quiero salir con ellos, he tenido un día terrible, así que voy a dormir —menciono interrumpiéndolo, mientras camino a las escaleras.

Doy dos pasos arriba, cuando siento la mano de mi hija en mi pierna y giro hacia ella, de peor humor.

—¿Te puedes quitar?

—No le hables así —dice Nanon jalándola con una mano y veo en sus ojos que está culpándome.

No lo soporto y ahí está, en mi garganta.

Las ganas de decirle que no quiero tenerlos cerca.

—Entonces quítamela de encima, porque no puedo trabajar más de 12 horas al día por un salario de mierda, y además aguantar a un niño que no puedes educar, y a una niña que no me deja en paz.

—Ohm, basta —dice mirándome a los ojos, y sé que es para que me detenga.

Resoplo, cerrando la boca, y continúo subiendo las escaleras.

Es otro día de mierda en esta vida de mierda.