El camino del exceso

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Ella caminaba distraída entre una multitud de autómatas, programados para ser calcos de unas actitudes simiescas; era la excepción. Ella estaba hecha de sueños, sacada de una novela negra de los años viente, fluía como el agua, entre la multitud acartonada y rígida ella se desvanecía como el humo de un cigarro que se consume imperceptible. Al desnudo en su mirada podías leer con desdén un fondo oscuro y salvaje, como una jungla que no te atreverías a explorar, era ese tipo de mujer al que llaman femme fatal, ese tipo de mujer de la que fácilmente podrías pensar "me destrozará la vida" y te alejarías rápido en otra dirección, pero yo esa noche tenía ganas de que me desmembraran, de sentir dolor por medio de un placer intenso. Mientras me acercaba, ella me intuía y me clavó un puñal en forma de mirada, me disparó directa al pecho una sonrisa sarcástica y arqueó una ceja inquisitiva. En sus ojos se podía leer un "atrévete" en letras de neón.
Acto seguido, mentalidad nublada, laguna en el raciocinio, disparo a la cordura, locura en el recato y descenso desenfrenado a lo más oscuro del sótano de lo básico. El deseo se encarna en un pestañeo con un nombre cada noche. Nada es comparable al amargo sabor del alcohol sobre la piel de una mujer, buscad la esencia de vuestra propia destrucción y exprimidla. Si lo que quereis es buscar el paraiso mirad al cielo, yo prefiero el infierno en la tierra. La eternidad no es infinita, solo dura hasta el orgasmo.

"El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría" William Blake

El ególatra que dejó escapar la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora