Retrato de una vida. Sólo un crío con todas las respuestas, mil melodías inconclusas y orgullo desmedido. No tengo ni idea de que va el juego, no se cómo mover mis piezas. En un arrebato de sinceridad te diré que confío en perder, pero lo cierto es que nunca me salen esas palabras, siempre se duermen en mi garganta y acaban eclosionando en un grito de victoria o rabia, y es que en cierto modo es esperanzador el saber que tarde o temprano volveré a desgarrarme, a cantar alto, a cantar con orgullo, a concluir las mil melodías inconclusas. Da igual cuanto tiempo haya pasado, dan igual las muescas en la empuñadura, da igual todo lo que piense que he cambiado, no dejo de ser en el fondo un crío con todas las respuestas, con palabras de fuego, fluidas o regias como la roca, sedantes como algunos besos. Sólo soy un mentiroso demasiado experto, capaz de inventarme una realidad entera e irreverente hasta lo enfermizo. Y ahora que la música me llena, que las palabras me envuelven y la niebla se empieza a disipar otra vez ha llegado el momento de tirar los mapas e improvisar. Llega un momento en la vida en el que o giras y te doblegas o te estrellas, yo, por mi parte, he saltado el muro. Y es que es así, la vida es una sinfonía agridulce, como diría el reverendo Aschcroft, a veces ganas, la mayoría pierdes, pero parafraseando a Kubrick, la inspiración le llega a quien sabe esperar.
Y la revolución empieza con algo de poesía que agite las mentes.
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El ególatra que dejó escapar la Luna
PoetrySerie de reflexiones y escritos cortos que de otra forma estarían cogiendo polvo en algún cajón. Porque creo que lo que de verdad merece la pena es aquello que no estás dispuesto a enseñar.