Ciento sesenta y siete palabras

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Sueña envidiosa la luna que tiene la luz que hay en ti, vibra con la densidad de tus párpados y se le nubla el juicio al pensar en tu piel. Hay algo animal en ti, elixir de la elevación, frenesí de como gritan las flores, la quietud de un torrente de creatividad, cuando el loco coge su pincel y destensa las notas de su pensamiento. Eres la rítmica de un reloj sin cuerda, lo que me saca de quicio, me aterra y adoro por encima de todas las cosas. Eres quizás, en un acto de cobardía, mía. Eres, apurando la parte racional de mi cerebro, aquello que mantiene la otra parte activa, que mientras te hablo, inconscientemente, te está escribiendo las millones de formas de decirte que te necesito. Eres la fuerza primaria que impulsa todo lo bueno que hay en mi, la cumbre de mis abismos más profundos, allí donde nadie se atreve a asomarse. Eres, quizá, la centésimo sexagésima octava palabra de este escrito. Eres tu.


El ególatra que dejó escapar la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora