Eva vende lo mejor que tiene en un club de skinheads, treinta preciosas monedas por su paraíso tintado, por sus amaneceres de papel-maché.
Y yo voy a apuñalar la manzana mientras aún esté germinando.¿Dónde coño se importan los vicios que recomponen el alma?
Voy a construirme herramientas para destrozar puentes, para cristalizar olvido, tallarlo en forma de pistola y que cada bala sea un orgasmo.
Que me atraviese.
Que me atraviese arrancando los temblores que Dulcinea se olvidó en el abismo, junto con su lápiz de labios, su imagen y mis dudas.
¿Y qué me importa a mí sí el sótano arde cuando estoy en la azotea? Me dedico a cazar nubes con aros de humo, aunque de momento no resulta muy efectivo.
El mundo sigue girando, no me interesa la traslación, sólo la rotación, pegado a una gravedad que no me conmueve mientras Eva vende lo mejor que tiene por treinta putas monedas.
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El ególatra que dejó escapar la Luna
ŞiirSerie de reflexiones y escritos cortos que de otra forma estarían cogiendo polvo en algún cajón. Porque creo que lo que de verdad merece la pena es aquello que no estás dispuesto a enseñar.