500 palabras de odio

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Eres mi puto calmante diario, mi chute de optimismo y de algunos colores para que la vida no tenga ese sabor gris. Bien, hoy no me he dopado y estoy que me subo por las paredes, y puestos a ser realistas, menos mal que nadie escucha lo que pienso porque podría destrozar esta estupidez de realidad con cuatro palabras, podría apretar los puños hasta sacar polvo y tengo fuego tras los labios. Tengo también rabia contenida, de tantos años de buena cara y buenos actos, siempre siendo un idealista y llevándome patadas en los dientes, por intentar corregir algo que ya está muerto. Me he guiado por el principio de dar sin esperar recibir, de tratar como quieres que te traten y la jodida realidad es que nadie te va a dar nada si no lo coges tu, que en este puto mundo si no eres un cabrón y reclamas a hostias las cosas nadie va a escuchar lo que dices y tanto da cuantas palabras tengas en mente o lo buenas que sean tus ideas, por que si no las impones nadie las va a valorar. Es triste lo subnormales que llegamos a ser a veces (y si, me incluyo) no vemos las cosas que tenemos delante y pretendemos comprender más allá, es como mear contra el viento. Ni las palabras ya me desahogan, sólo sirven para que mi mente procese con más fuerza todo esto. Sigo creyendo que las palabras pueden cambiar el mundo, pero cada día veo más claro que para que alguien les haga caso tienes que gritarlas tan alto que no puedan ignorarlas. Tengo un problema muy grave en mi vida, que a diferencia de muchos siento de verdad. Soy un gran mentiroso, no lo niego, al fin y al cabo soy escritor, me dedico a ello, pero lo que siento, lo siento de verdad y eso no lo cambia nadie. Cuando te gusta sentir de verdad y aunque no te guste no puedes evitarlo, es imposible que no te hagan cicatrices. Mi problema en la vida es que ni cierro las cicatrices ni dejo de sentir, que oculto con un velo de conformidad todo lo que creo que puede dañar a la gente que quiero y en palabras de Manuel Chinato "querer no herirte en nada y en mi soledad, sólo herirme yo mismo". Querido diario, querido cerebro, querido corazón, bienvenidos de nuevo a la mierda hasta el cuello, disfruten de su estancia y no eleven la voz, no vayan a despertar otras mentes.
Todo tiene el mismo sabor otra vez, es como vivir un jodido bucle en el que no encuentro nada dulce para matar este amargor. Es el mismo sentir, el mismo pesar, es como vivir en un disco rallado donde día tras día tras día suena la misma melodía y da igual la cantidad de veces que yo intente pasar de canción, la reproducción se traba y vuelve a empezar.

F-I-N.

El ególatra que dejó escapar la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora