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Satoru

Quiso lanzar el teléfono por la ventana de la oficina cuando por milésima vez escuchó el irritante "este usuario no se encuentra disponible" del otro lado de la línea. Ha llamado más de treinta veces a Suguru, le ha mandado cerca de cien mensajes de texto y no ha habido ninguna respuesta. Satoru no suele ser una persona que se agobie rápidamente, incluso, sabe que el pelinegro ha estado demasiado ocupado con su nuevo trabajo y más aún por su nuevo horario en que sale relativamente tarde, los quehaceres del hogar y su tiempo de recreación fuera del ámbito escolar; pero, siente la necesidad y urgencia de conversar con él, antes de que la ansiedad lo domine por completo.

Por supuesto que no va a cumplir su promesa, adora a sus estudiantes y sobre todo al trío de pequeños problemáticos, es capaz de sacrificarse por ellos de lo mucho que los ama. Sin embargo, siguen siendo demasiado ingenuos y aprovecharse de ello no está tan mal. No va a negarlo, es una persona demasiado desleal y lo sabe, pero en el fondo quiere creer que tiene una pequeña oportunidad.

¿Y si Suguru todavía lo quiere?

Centrarse en el presente es una de sus leyes de vida, y aquello conlleva aprovechar la información que había adquirido el día anterior de la boca de sus estudiantes, sacrificando el perder para siempre la confianza que sus "retoños adoptivos" habían puesto en él.

Tampoco es tan malo, si se diese la escaza posibilidad de que todavía pudiese ocurrir algo entre él y Getou los niños serían los primeros en estallar de felicidad, ¿quién no estaría contento si el rumor de amorío entre el profesor de Química y el de Lengua terminase siendo cierto?

Volvió a marcarle a Suguru, esperando que esta vez contestase o al menos le dijera que podrían hablar en otro momento, así su ansiedad se reduciría y la desesperación no lo comería. No hay manera de que se haya enterado de que es conocedor de aquel secreto a voces tan importante, Suguru no ha visto a los muchachos desde el festival y tampoco es como que suelan conversar con sus hijas.

No sabe bien por qué está tomando medidas tan extremas insistiendo en contactar a Suguru y decirle que necesita hablar algo importante... ni siquiera sabe qué va a decirle.

"Me enteré de que te gustaba, ¿sigue siendo así?".

No, hay un límite para su arrogancia y egocentrismo, eso ya es sobrepasarse. Pero ¿cómo decírselo sin sonar un idiota desagradable y sin espantarlo? Lleva tantos años conociéndolo que sabe que Suguru es capaz de tomarlo del cabello y sacarlo a patadas de su casa si toma esa actitud tan narcisista y prepotente, eso empeoraría las cosas y sus esperanzas por tener algo más con su bonito mejor amigo de ojitos lindos se irían al carajo.

Ah, si seguía sobre pensando las cosas su cabeza explotaría y lamentablemente aún no terminaba la jornada escolar.

Guardó su teléfono en el bolsillo ya dejándole al destino que se hiciera responsable de sus impulsos primitivos, si Suguru no contestaba es porque probablemente estaba ocupadísimo, entendía eso y esperaría hasta la noche, Getou sí o sí le mandaría un mensaje preguntándole si todo estaba bien y de pasada disculpándose por no poder encontrar un tiempo libre para decirle.

Estaba por subir a la oficina de profesores a pasar el rato molestando a Utahime (como solía hacerlo todos los días) hasta que a lo lejos visualizó a las dos hijas de Getou, las que estaban conversando con Okkotsu fuera de la sala de clases. Rápidamente una idea surgió en su cabeza, solamente para sacarse del cerebro el intrusivo pensamiento de que no estaba ignorándolo y realmente estaba hasta el cuello de papeleo.

Mientras se acercaba a paso lento hacia los tres estudiantes se sacó las gafas de Sol, lo último que quería era parecer un desesperado de mierda en busca de información.

❝Bad Habit❞ 「SatoSugu」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora