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Satoru

Un nuevo día llegó acompañado de una brisa caliente digna de la primavera, el sonido de los insectos correteando por las hojas y los brillantes rayos de Sol colándose por las cortinas de la ventana, los que penetraron la piel de los párpados de Satoru, despertándolo lentamente.

No pasó ni un segundo desde que abrió sus ojos para que con rapidez acercara su mano hasta el velador y tomara su teléfono, comenzando a revisarlo con desesperación.

No había señales de Suguru.

Nada, ni siquiera un mensaje.

Demonios, su corazón ya comenzaba a decirle que algo marchaba mal, que todo estaba cayéndose en picada y no quería sonar como un dramático, pero realmente no le daba buena espina. Nunca, en casi dos décadas de amistad que Getou lo había ignorado de aquella forma. No lo malinterpreten, Satoru es una persona con una agenda ocupadísima, desea poder dividirse en cien y terminar en un dos por tres todas las tareas pendientes, pero la realidad es otra y a veces se agotaba de la rutina de levantarse con el Sol y acostarse a altas horas de madrugada, poco antes de que su amiga estrella saliera a saludarlo. Bajo aquello, él comprende lo que conlleva ser un adulto y tener responsabilidades, como el trabajo, ser padre, entre otras.

Sin embargo, sabía que Suguru no le había llamado de vuelta porque algo más pasaba.

Joder, lo conocía tan bien, casi a la perfección como para saber lo que pasaba por su mente, por qué actuaba de diferentes formas dependiendo de la situación y también sabía cuándo no quería hablar con él directamente... y esta era una de esas veces. No, no está loco, puede asegurar al cien por ciento que algo anda completamente mal y cree saber por qué.

Se enteró de todo.

Pero ¿cómo es posible? Estuvo casi todo el día en clases, turnándose entre los muchachos de primero y segundo, los vio en todos los recesos por separado y que sepa sus ojos no lo engañaron. Mimiko y Nanako jamás compartieron una sola palabra con Itadori, Kugisaki y Fushiguro, no es como que se haya comportado como todo un acosador y los hubiese tenido en la mira toda la jornada. Oh, pero pudo existir la posibilidad que durante el almuerzo o el receso en el que fue a comer Pan dulce con Nanami se hayan reunido a conversar.

Un nudo se comenzó a formar en su garganta, tan molesto que le cortaba la respiración, su estómago punzaba por la angustia que sentía y sus ojos miraban una y otra vez el contacto de Suguru en la pantalla del móvil, dudando si realmente debería llamarlo una última vez.

"Tal vez olvidó llamarme, estos días han sido un desastre para él" pensó, intentando acabar con la nube de pensamientos agresivos que comenzaba a erguirse encima de su cabeza. Creía tener la justificación a las actitudes de Suguru, pero solo eran teorías, nada verídico.

"No eres el centro del Universo, tiene más vida aparte que ti" volvió a darse ánimos, dejando el teléfono de vuelta en el velador y mirando hacia el techo.

"Pero, siempre me deja un mensaje, aunque esté ocupadísimo" ay no, nuevamente la negatividad comenzó a destruir la pared que separaba su raciocinio de su lado más sensible.

"¿Estará molesto conmigo? No entiendo, ¿qué hice mal?" su respiración se aceleró un poco, entrando levemente en pánico.

"Demonios, ¿ves lo que causas en mí? Estúpido idiota" lo maldijo mentalmente, nadie había sido capaz de colocar nervioso, ansioso o mal emocionalmente a Satoru. No obstante, existía una pequeña excepción, con cabello azabache y suave como el algodón de azúcar, ojos almendrados y más brillantes que las estrellas, olor similar a las olas rompiendo contra la arena y piel cálida que al tacto se sentía irreal; Getou Suguru.

❝Bad Habit❞ 「SatoSugu」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora