Una historia donde dos hermanos buscan la forma de mantener a salvo las personas que más quieren.
Donde se pondrán a prueba las verdaderas amistades.
Donde volverán a creer en el amor.
Una historia donde se cuenta la vida de Tn y Peter Stark.
Wan...
— Al parecer el destino hizo lo suyo y nos quiso juntar de nuevo — su voz se me hace familiar pero no logro recordar.
Me giré a ver quién era encontrándome con aquella chica pelinegra, ojos cafés, de tez blanca, un poco más pequeña que yo.
— ¿Emily? — es la chica del cementerio.
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— Esa soy yo — dice con emoción acercándose a mí y regalándome una cálida sonrisa y dos besos en las mejillas -- te juro que pensé que no me reconocerías.
— ¿Quién es Emily? — escucho por el pinganillo a una Sokoviana con bastante acento.
— Es… es imposible no recordarte después… después de haber parecido una loca frente a ti — hablé con un leve tono de nerviosismo en la voz después de escuchar a Wanda enojada
-- ¿Estás bien?
-- Por su puestos claro que si ¿Qué tal tú estancia en la ciudad? — me apresuré en preguntarle para que no siguiera indagando de más.
— Sigo adaptándome. Pero va muy bien.
— Eso es… estupendo — miraba hacia todos lados necesito subir ya — ¿Y qué haces aquí? — pregunté con estupidez.
— Creo que hay una bruja que quiere matarte Stark y no precisamente Bonnie — la voz de Nat tampoco ayudaba.
— Bueno, lo mismo que todos, deleitarme de esta majestuosa vista
— Cierto que estúpida soy — coloqué una mano en mi frente, idiota.
— Estoy conociendo la ciudad apenas, no me había dado el tiempo y además sola es un poco… aburrido, me alegra ver al menos una cara conocida que me acompañe el día de hoy.
— Hermana, necesitas subir ya, Kuznetzov está saliendo — me alerta Peter.
— Oh Bueno yo… realmente tengo algo de prisa y debo ir por unos documentos unos pisos más arriba.
— Ah claro, entiendo… Entonces quizá podamos vernos otro día y tomar un café o cenar, yo invito.
— Si no te matan en la misión, serás picadillo apenas llegues.
— Cállate Nat — susurré
— ¿Dijiste algo?
— Ah, no, bueno si… por supuesto que acepto tu invitación — disimulé con una sonrisa — me voy o no podré llegar a tiempo, Emily, en serio ha sido un placer verte, de verdad.
-- Lo mismo digo.
Me acerco y me despido rápido con dos besos que ella acepta gustosamente y salgo apresuradamente por las escaleras.
