He pasado mayor parte de mi vida enamorada de la soledad, no, no enamorada... Me han impuesto la soledad. Largas noches de vela imaginando qué habrá más allá de la ventana, o si valía la pena saltar de ella.
Amaba las historias en la pequeña TV, por...
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Tiene una amplia enfermedad mental, fallas de personalidad.
Si bien su única falla parece ser que no tienen ninguno en absoluto.
¿Alguna vez has visto a alguien y piensa?
Wow, Dios debe odiarme
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Catie Turner – God must hate Me
El otro lado era más claro de lo que imaginaba y unos ojos marrones me escrudiñaban.
- Kit- susurro su nombre encontrándome justamente con los ojos marrones que esperaba ver. Pero su mirada no era lo que buscaba. No había un rastro de ternura en ella, toda su expresión estaba nublada.
- ¿Por qué nunca me escuchas? Te digo que te quedes en un lugar y haces completamente lo contrario – No gritaba, pero su tono de voz dejaba entrever su enojo y descontento – Por lo menos esta vez no saliste del país, o tal vez no lo hiciste porque no podías. Y tú, grandioso Laggo, podrías haberme avisado antes.
- ¡Ya supéralo!
- No me digas que debo superar o no. No tienes derecho a hacerlo.
- ¡Claro que lo tengo! ¡Vives en mi casa, por si se te olvida!
''no, no lo tienes... Pero quieres''. ¿Sigues aquí? Vaya gran apoyo.
- ¡Wow! Que gran privilegio. – El sarcasmo era notorio en sus palabras.
- ¡Entonces vete!
- Deja de mandarme – Susurra tirándose al sofá con los brazos cruzados. Golpeo mi fentre con la palma soltando un suspiro. Un carraspeo atrae mi atención, volviéndome consciente nuevamente de la persona que me envió a un viaje astral.
- Es ridículo – Exclamo con poco aliento.
- ¿Lo es? – El chico pregunta con una sonrisa enigmática - ¿Fingirás que no lo has sentido? O que ya lo has usado. ¿Puedes explicar entonces todas las cosas que has hecho? ¿Cómo sobreviviste en Francia? ¿Cuál fue tu primer paso para escapar del hospital? O mejor, el hecho de que tus pensamientos tengan voz propia; normalmente las cosas no suceden así.
