He pasado mayor parte de mi vida enamorada de la soledad, no, no enamorada... Me han impuesto la soledad. Largas noches de vela imaginando qué habrá más allá de la ventana, o si valía la pena saltar de ella.
Amaba las historias en la pequeña TV, por...
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Soy un pequeño monstruo, tenme miedo
Te estoy molestando haciéndote soñar solo conmigo
Bailaré y jugaré mientras lanzo un hechizo sobre tu cuerpo
Dentro de una pesadilla...
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Red Velvet – Monster
Daba pasos pesados por el largo pasillo, era curioso, noté. Desde fuera el lugar se veía relativamente pequeño, pero los pasillos eran tan largos como los de un supermercado. Aunque estuviésemos en pleno día era sorpresivamente oscuro, tan oscuro que de no ser por un pequeño rayo de luz no hubiese sido capaz de ver al hombre que se paraba orgulloso ante mí.
- Aléjate- Le advierto viéndolo posarse ante mi altanero, bloqueando mi paso.
- No saldrás viva de aquí, pequeña bruja – Sonríe dejando entrever sus dientes perfectamente alineados de colmillos sobresalientes. Conecto mi mirada con la suya, y desinteresada vuelvo a repetir mis palabras.
- Aléjate, por favor.
- ¿Por qué no intentas ábrete sésamo? – Ríe como si hubiese dicho el chiste del año y acompaño su risa sobresaltándolo – Realmente estás loca.
- Eso dicen – Sonrío aún más - ¿Pero puedes culparme? - Suspiro- Y eso que trataba de ser amable – Y al final de mis palabras ya está bajo mi control. Su cuerpo se movía bajo mi comando, cada vez más pasos atrás, empujándolo con mi mente y avanzando amenazadoramente hacia él, viendo el temor bañar su expresión bajo el rostro riendo, cubriéndolo con mi cabello en el transcurso- ¿Realmente creías que podías tú solo conmigo? – Sonrío peinando mis cabellos hacia atrás – Eres muy ingenuo – Pauso escuchándolo chillar y más de un hueso tronar – Demasiado ingenuo.
- Sálvame, por favor – Rogaba y mi ánimo aumentó.
- ¡Idest! – El llamado de Kit atrae mi atención, giro sobre mi propio eje encontrándolo parado justo frente a mí. - ¿Qué haces? – Me encojo de hombros y doy un paso a su dirección lentamente, atraída por el color increíblemente blanco que rodeaba su ser, era un blanco puro, tan puro como la nieve del Ártico, tan puro como su pelaje.
