He pasado mayor parte de mi vida enamorada de la soledad, no, no enamorada... Me han impuesto la soledad. Largas noches de vela imaginando qué habrá más allá de la ventana, o si valía la pena saltar de ella.
Amaba las historias en la pequeña TV, por...
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Un paso, será un poco peligroso
si te acercas demasiado (Goteo)
con fuerza, (Goteo) con emoción
ya lo bebiste por completo
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Twice – Expresso
- Tú – Trago saliva - ¿Cómo entraste aquí?
Me aparto de su cuerpo rápidamente, sin esperar si quiera un segundo. Pero el calor seguía allí, latente entre nosotros, ferviente como el sol de una tarde veraniega.
- Esa no es la forma de saludar a una visita – Mi corazón brinca contra mi caja torácica. Y su sonrisa parece aumentar. – Es peligroso dejar las puertas abiertas – Señala la puerta de la cocina.
- El zorro – Murmullo acercándome inconscientemente a la puerta, siendo retenida por un fuerte agarre.
- ¿A dónde vas?
Hago fuerza para escapar de su agarre y algo parecido a un gruñido sale de sus labios – Suéltame – Le ordeno.
- No
- No era una pregunta, estúpido – Lo intento una vez más sin conseguir nada mas que enojarlo, de un empujón mi cuerpo se encuentra encerrado entre el suyo y la puerta antes abierta.
- Eres muy escurridiza ¿Realmente crees que volvería a despegar mis ojos de ti? – Sus palabras salieron mas duras al hacer la pregunta, dejando en evidencia que estaba enojado, más que eso, parecía cabreado.
- Esto no es sobre ti, gusarapo – Vuelvo a usar el apodo que en cinco años no había mencionado más allá de mis pensamientos – Hay un pequeño zorro lastimado allá fuera y un pueblo enojado que quiere matarlo. No puedo dejarlo morir – Gruño en su dirección sintiendo mi labio temblar pensando en la probabilidad de que el pequeño muera. – No puede morir.
