C A P Í T U L O ²¹

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—¡Hola! —Abrí la puerta de su cuarto.

—¡Amor! —sonrió de oreja a oreja.

Hace 1 semana que no nos habíamos visto. ¿Por qué?, Richie se calló... desde las escaleras de mi casa, y... se lastimó el brazo y el tobillo; sentí algo de culpa, ya que fue en mi casa, ese día vino la ambulancia y se lo llevó, dejándome a mi sola, tiempo después me di cuenta que su madre estaba con el, después de un día me dijo que Richie necesitaba reposo y descansar, por lo cuál no había venido y tampoco yo había ido.

Ahora estoy en su casa, lo cual me pone muy feliz.

Me acerqué a el y lo abracé cuidadosamente, pero de su parte sentí un apretón.

— Me pone feliz verte, cariño —nos separamos para vernos unos segundos y volvernos abrazar.

— A mí igual, bonita.

La culpa y la vergüenza estaba apoderándose de mí.

— Estoy tan avergonzada por lo que te sucedió — me senté a su lado, mientras este me abrazaba por los hombros con su mano sana, ya que en la otra mantenía un yeso.

— No te preocupes, todo puede pasar, y me pasó a mi.

Hicimos contacto visual, por fin volví a ver sus hermosos ojos, solamente que este tenían un toque de cansancio, pero me miraba de la misma forma que siempre.

— Te amo —dijo.

Sonreí, nuestros labios se fueron juntando poco a poco, nuestras miradas se desviaban, nos veíamos a los ojos y después a la boca. Llegó el punto en el que ya no hubo más espacio entre nosotros, y nuestros labios se pegaron, volvieron a encajar perfectamente.

Cuando nos separamos coloqué mi mano en su mejilla, de paso peinaba alguno de sus cabellos que estuvieran fuera de lugar.

— Te amo más, Bocazas — besé la comisura de sus labios.

— Te extrañaba, por fin mi madre dejó que me visitaras, me pone muy feliz.

— ¿Cómo sigue tu tobillo? —pregunté.

— No está tan lastimado, está bien, en algún par de días el doctor me dijo que caminaría sin problemas —movió su tobillo vendado lentamente.

— Me alegra, ¿Y qué pasa con tu mano? —entrelacé su mano con la mía, la de el mantenía un poco menos de fuerza, estaba fría y algo pálida.

—Siento un dolor terrible, desde aquí —señaló donde se supone que estaría la muñeca de su mano –lo cuál no se ve por el yeso– —hasta acá —señaló detrás de su cuello.

— ¿Duele mucho? —asintió —¿Y cómo te sientes tú?.

— Me siento cansado, tengo sueño y frío, pero también desearía jugar contigo, quiero volver a divertirme, pero no puedo... estoy cansado y los ojos me pesan — su voz es completamente diferente, es suave pero ronca, y pareciera como si no agarrara aire.

Rápidamente sentí un nudo en la garganta, lo miré a los ojos y se cristalizaron los míos.

— No llores pequeña —besó mi frente —pronto volveré a ser el mismo de antes.

Parpadeaba lentamente, no lo sé pero pareciera como si fuera a morir, se que no lo hará, pero como está... no está bien.

— Perdoname Richie, ¿si? —juntó nuestras frentes — creo que fue mi culpa que calleras desde ahí.

—No es tu culpa, amor — negó levemente — Y si lo fue... para mí nunca lo será — volvimos a juntar nuestros labios.

— ¿Hay algo en el que pueda ayudar? —pregunté.

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