Capitulo XV

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Sali de la ducha con mi piel roja debido a que el agua estaba literalmente ardiendo.

Toda la habitación estaba sumida en vapor de agua y el espejo estaba empañado.

Mis pies tocaron el suelo que a comparación con mi cuerpo estaba frío...

Encontré una toalla que olía a limpio sobre la tapa del inodoro.

Frunci el ceño y la tomé.

No había cogido yo la toalla y estaba segura de que no estaba ahí cuando entre.

Me gire mirando a mi alrededor, no había nadie.

Y en esta casa solo estaba Steve... ¿Había entrado?

Esperaba no hubiera visto nada o que lo hubiera intentado, ni siquiera lo había escuchado dios mio... De solo pensarlo me puse roja y no por el calor en la habitación sino...  ¡que vergüenza!

Me ate rápidamente la toalla alrededor del cuerpo y antes del salir del baño dibuje unas caritas sonrientes y un corazón en el espejo.

Sali tarareando una canción mientras me cepillaba con un peine, que había encontrado en el baño, el pelo lleno de nudos.

Lance un grito y me di las gracias por haberme ceñido bien la toalla por arriba de mi pecho.

Steve estaba en la habitación.

Se me quedo mirando y me dio un repaso de arriba a abajo y volvi a gritar.

En cuanto se dio cuenta de que me estaba mirando se dio la vuelta dandome la espalda.

- ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Juro que no he visto nada! ¡Lo juro!

- ¡Dios mío! ¡Qué susto!

- ¡Lo siento! ¡Venia a por la ropa para ponerla en la lavadora!

Suspiré y me aseguré que siguiera bien puesta la toalla.

- No pasa nada. - suspiré.

- Lo siento

- Para de disculparte. - me mire de arriba abajo -  Gracias a Dios no se me ve nada.

- Menos mal.

Nos quedamos en silencio un rato.

- ¿Me has dejado tu la toalla en el baño?

- Si, me acorde de que no había ninguna y decidí dejarte una. Juro que no he visto nada tampoco, entre con los ojos tapados.

Me reí fuertemente.

- Gracias

- La comida ya está hecha. Será mejor que me vaya.

- ¿Estas seguro de que puedo coger lo que sea del armario?

- Preferible eso a que bajes desnuda

- ¡STEVE!

Esta vez fue Steve quien se rio.

- Bueno... - me retorci los dedos - ¿Podrías marcharte para que me cambie?

- ¡Si, si, claro, lo siento! - salió a paso rápido de la habitación y cerró la puerta.

Volvió a abrir la puerta y metió su brazo solo para coger la ropa que me había quitado.

- ¡Lo siento! - volvió a lanzarme antes de volver a cerrar.

Lo escuche suspirar e incluso pude imaginar su sonrisa detrás de la puerta. Luego escuche sus pasos bajar hasta la cocina.

Me reí y negué con la cabeza.

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