Sali de la ducha con mi piel roja debido a que el agua estaba literalmente ardiendo.
Toda la habitación estaba sumida en vapor de agua y el espejo estaba empañado.
Mis pies tocaron el suelo que a comparación con mi cuerpo estaba frío...
Encontré una toalla que olía a limpio sobre la tapa del inodoro.
Frunci el ceño y la tomé.
No había cogido yo la toalla y estaba segura de que no estaba ahí cuando entre.
Me gire mirando a mi alrededor, no había nadie.
Y en esta casa solo estaba Steve... ¿Había entrado?
Esperaba no hubiera visto nada o que lo hubiera intentado, ni siquiera lo había escuchado dios mio... De solo pensarlo me puse roja y no por el calor en la habitación sino... ¡que vergüenza!
Me ate rápidamente la toalla alrededor del cuerpo y antes del salir del baño dibuje unas caritas sonrientes y un corazón en el espejo.
Sali tarareando una canción mientras me cepillaba con un peine, que había encontrado en el baño, el pelo lleno de nudos.
Lance un grito y me di las gracias por haberme ceñido bien la toalla por arriba de mi pecho.
Steve estaba en la habitación.
Se me quedo mirando y me dio un repaso de arriba a abajo y volvi a gritar.
En cuanto se dio cuenta de que me estaba mirando se dio la vuelta dandome la espalda.
- ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Juro que no he visto nada! ¡Lo juro!
- ¡Dios mío! ¡Qué susto!
- ¡Lo siento! ¡Venia a por la ropa para ponerla en la lavadora!
Suspiré y me aseguré que siguiera bien puesta la toalla.
- No pasa nada. - suspiré.
- Lo siento
- Para de disculparte. - me mire de arriba abajo - Gracias a Dios no se me ve nada.
- Menos mal.
Nos quedamos en silencio un rato.
- ¿Me has dejado tu la toalla en el baño?
- Si, me acorde de que no había ninguna y decidí dejarte una. Juro que no he visto nada tampoco, entre con los ojos tapados.
Me reí fuertemente.
- Gracias
- La comida ya está hecha. Será mejor que me vaya.
- ¿Estas seguro de que puedo coger lo que sea del armario?
- Preferible eso a que bajes desnuda
- ¡STEVE!
Esta vez fue Steve quien se rio.
- Bueno... - me retorci los dedos - ¿Podrías marcharte para que me cambie?
- ¡Si, si, claro, lo siento! - salió a paso rápido de la habitación y cerró la puerta.
Volvió a abrir la puerta y metió su brazo solo para coger la ropa que me había quitado.
- ¡Lo siento! - volvió a lanzarme antes de volver a cerrar.
Lo escuche suspirar e incluso pude imaginar su sonrisa detrás de la puerta. Luego escuche sus pasos bajar hasta la cocina.
Me reí y negué con la cabeza.

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etéreo
De Todo"Hawkins, Indiana, 1986. Una chica llena de secretos, de misterios, llena de vida, pero también de muerte. Una chica que por mucho que intenta encontrarse, el tiempo es capaz de encontrarla primero... y no solo el tiempo" Una historia de suspense...