Capitulo XX

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¿Cómo es posible dormir?

¿Cómo es posible dormir después de lo que acabo de vivir?

Su voz, sus ojos, su tacto, su piel, su olor me persiguen.

Me persigue la sustancia oscura, con sabor a metal y pegajosa en cuanto cierro los ojos.

Me persigue el miedo, el terror.

Me persigue el enfado, la ira.

Me persigue la vergüenza y la culpa.

Me persigue el asco, la repugnancia.

Me persigue la desesperación, las ganas de gritar.

Me persigue un vacío que se ha instalado en mi pecho cuando recuerdo su horrible voz.

Y por si fuera poco, a parte de todo esto la música en los altavoces del sótano de los Wheeler con la canción de "Running up that hill" resuena en cada recoveco de mi mente.

Se han ido turnando esta noche, para vigilar a Max, para que no le pase nada.

Y para que nada tampoco me pase a mi.

La energía que gasté en su momento sólo se puede reponer con descanso, pero no hay tiempo y estoy segura de que dormir me pondría en riesgo.

En riesgo de que me encuentre.

Aprovechará el más mínimo segundo de distracción para atacarme.

Está enfadado.

Lo noto y no se cómo.

Se que lo está, nunca le ha gustado perder, nunca le ha gustado sentirse inferior.

Y que haya escapado solo le enfada más, me hace ver como la poderosa...

Y algún momento fue así.

Pero no ahora.

Número dos temblaba en la silla.

Respiraba entrecortadamente.

Y me ponía nerviosa.

Su aire entrando sin control en su cuerpo, la fuerza que realizaba.

Podía sentir como su cuerpo se descargaba poco a poco.

Sentía el latido de cada persona en la habitación, todos en armonía... Menos él.

Como el aire entraba en sus pulmones, todos en armonía... Menos él.

Mi cuerpo temblaba también, pero de la desesperación.

Quería que parará.

Que simplemente parará.

Las luces se movían rápidamente en la pantalla.

Siempre había sido el más poderoso de entre nosotros.

Podía dar lo mejor de mi, podía esforzarme todo lo que quisiera, pero nunca. Nunca. Nunca seria mejor.

Siempre ganaba los caramelos, los premios, las palabras de apoyo... Todo.

Y lo odiaba por ello.

Y él me odiaba a mi.

Me odiaba por ser diferente, por tener otra clase de poderes.

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