El comienzo: nivel 0

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Samuel, un chico normal y corriente, se encuentra tumbado en el sofá del salón, acariciando los botones del mando a distancia. Trata de buscar un canal que sea de su interés, sin embargo, navega por estos de manera aleatoria; sin lograr apaciguar sus ganas de eliminar la sensación de aburrimiento que le abruma.

- Vaya basura, no hay absolutamente nada que merezca la pena hoy -dice en un tono malhumorado.

Seguidamente, procede a seguir oprimiendo botones sin propósito alguno, con una creciente ansiedad.

- Ojalá hubiera algo que poder hacer aparte de aburrirse reclama al aire, como si esperara una respuesta -si por lo menos pudiese hacer algo...lo que sea, al menos mi vida tendría sentido en estos momentos".

Justo en el mismo instante en el que acaba la plegaria, las luces y el televisor comienzan a dar a encenderse y apagarse a ritmo inconsistente. Samuel, que estaba solo en casa y a plena luz del día, no comprendía lo que estaba sucediendo.
Una vez acabo el fenómeno eléctrico, todo volvió a la normalidad. No obstante, Samuel seguía teniendo una sensación extraña, por lo cual fue al recibidor de su casa y procedió a marcar el número de teléfono de su tía, la cuál vivía a pocas manzanas de su calle.

- Tía Nora, ¿puedes venir? -preguntó nerviosamente.

- ¿Qué pasa, Samuel? ¿Estas bien? ¿Te has hecho daño? -contesta desde el otro lado su tía. Su voz parecía resquebrajarse con cada pregunta que formula.

- No, estoy bien, tía. Pero acaba de pasar algo en casa con las luces y tengo bastante inseguridad. ¿Podrías venir a hacerme compañía hasta que vengan mis padres?

- Claro, cariño -dice tratando de adoptar un tono calmado - dame 10 minutos y estoy en la puerta de tu casa.

- Gracias, tía Nora. Aquí espero.

Tras la despedida, Samuel posa el teléfono fijo sobre el soporte. Cuando se mira la mano con la que sujetaba el teléfono aprecia que está temblando con mucha severidad.

- Venga, no es para tanto, seguro que habrá sido algún fallo en la corriente. Cuando llegue tía Nora encontraremos la solución, ella siempre es de gran ayuda.

A pesar de intentar mentalizarse de que nada de lo sucedido es negativo, pronto escucha un golpe seco procedente de la puerta en la entrada, a pocos metros de él.
Se queda escrutando la puerta de arriba a abajo un par de veces, buscando la fuente del ruido. Pronto, su búsqueda queda detenida cuando el televisor y las luces del salón vuelven a parpadear intermitentemente.

-Otra vez no -susurra para sí, comentando a aproximarse lentamente hacia la entrada a la casa de espaldas.

A continuación, se escucha el sonido de un coche frenando en seco. Ante lo cual, Samuel procede a mirar por la ventana, confirmando su mayor deseo. Su tía estaba bajándose del asiento del conductor. Nunca antes el chico había tenido tantas ganas de ver llegar al coche amarillo pollo manejado por su esbelta y rubia dueña.

En cuanto los pies de Nora pisan el camino de tierra a la casa, Samuel corre hacia la puerta y gira el pomo, preparado para abrazar a su tía.

- Samuel, voy a entrar, tranquilo. Tu tía ya está aquí -afirma ella cogiendo también el pomo de la puerta.

El joven no es capaz de esperar y gira el pomo por completo, abriendo la puerta en el acto. Sin pensárselo dos veces, avanza hacia delante, cerrando los ojos, ya que una luz deslumbrante le impide ver lo que hay al otro lado. Una vez cruza la puerta, confiando en que vería a su tía y el jardín, se queda petrificado de pies a cabeza.

- ¡¿Samuel?! -el chico sigue escuchando a duras penas a su tía, y es que lo que tiene delante le ha dejado sin aliento.

Cuando deja su estado de asombro, se gira hacia la puerta por la que ha salido, viendo cómo esta se desvanece, así como la imagen de Nora, que se encuentra mirando hacia Samuel, intentado alcanzarlo. Justo cuando roza el pomo de la puerta, esta se transforma en una pared de estampado amarilla.

- No...no no no no no -Samuel se encuentra patidifuso, mientras echa una última mirada a la pared dónde hace unos segundos estaba la entrada al lugar donde se encuentra ahora.

Tras el shock que ha recibido, se decide a regresar a su posición inicial y comprobar que lo que sus ojos apreciaban anteriormente no es obra de una mala broma.

- ¿Dónde estoy? -se pregunta a si mismo, tratando de comprender como es posible que semejante evento haya tenido lugar.

Ahora se encontraba en un sitio completamente distinto al receptáculo de su casa: el suelo está ligeramente húmero, las paredes se encuentran manchadas con regiones de humedad y el techo también es de una coloración amarillenta. Alargando la visión más allá de las tres paredes que le rodeaban, se logra visualizar más habitaciones semiabiertas como en la que se encontraba.
Aquel lugar parecía repetirse por kilómetros. Una sensación de temor comenzaba a llenar su cuerpo por momentos, sin poder parar de mirar con detenimiento aquellos pasillos aparentemente infinitos que tanto misterio obstentaban.

- ¿Y ahora como salgo de aquí? -trata de razonar sin perder el control de la situación.

Finalmente, tras repetir la pregunta mentalmente se decide a moverse un par de metros hacia adelante para echar un vistazo un tanto más exhaustivo al enorme habitáculo en donde había ido a parar. En efecto, el conjunto de pasillos y estancias parecen no desembocar en salida alguna, como si de un laberinto se tratase.
Samuel respira hondo y cuenta hasta 10, sigue avanzando otro par de metros y se encuentra en medio de una estancia compuesta por la unión de 4 pasillos que se unifican en el punto en el que se encuentra.

- De acuerdo, ¿a dónde? -el joven trata de decidir a que dirección dirigirse. De todos modos, a pesar de su indecisión, algo le hace sobresaltarse y consigue despertarlo de su ensimismamiento.

Se gira hacia el pasillo a su derecha. Agudiza su vista y oído y tras aguardar unos pocos segundos, es capaz de ver aquello que provocó el sobresalto.
Se escucha una especie de sonido gutural. Seguidamente, Samuel realiza un gesto de asco y trauma al mismo tiempo: un ser humanoide, con dientes afilados, aspecto de robot destartalado y miembros desmesurados comparándolos con su tronco; aparece tras una esquina al fondo del pasillo.

- ¡¿Q-que es eso?! -Samuel se encuentra paralizado viendo como la criatura se acerca lentamente hacia su posición.

A unos 20 metros, la figura humanoide se percata de la presencia del chico, quedándose inmóvil 5 segundos, para posteriormente avanzar a pasos agigantados con disposición amenazante.
Samuel no lo duda dos veces y corre a la izquierda lo más velozmente que puede, trata de buscar un escondite para ocultarse de lo que le persigue. Para su suerte, no tarda mucho tiempo en encontrar un pequeño hueco entre dos paredes de habitaciones contiguas donde introducirse.

- Por favor, vete, vete, vete...

Se escuchan las pisadas cada vez más próximas a Samuel. Pasado un breve pero agonizante instante, la cabeza metálica de la criatura se acerca pausadamente al hueco donde se encuentra. Se dejan de escuchar los pasos, quedando el chico a pocos centímetros del ser escalofriante.
La criatura emite un último chirrido antes de desaparecer en el sentido del que proviene. Samuel queda paralizado por el miedo, jadeando con fuerza tras haber aguantado el aire todo este tiempo.

- Definitivamente tengo que salir de aquí.

The Backrooms: la otra realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora