Nivel 33: El centro comercial infinito

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Samuel contempla el panorama que se presenta frente a sus ojos: un pasillo central descomunal, con tiendas de marcas que le son muy conocidas a los laterales, se extiende hasta donde la vista le alcanza. El suelo está dibujado por figuras romboidales en forma de baldosas. Alzando unos centímetros más la mirada, se ven más plantas, así como una cristalera gigante en forma de cúpula que cubre todo el lugar. Todo se encuentra iluminado, como si se tratara de una época estival, pero con la notable diferencia de que no hay absolutamente nadie en el interior.

- Espero que no haya entidades haciendo la compra en rebajas por aquí cerca- dice Samuel, en tono sarcástico, dando un último vistazo a los pasillos superiores.

El joven da unos primeros pasos firmes al frente, escrutando cada uno de los establecimientos desde la lejanía, aguardando por si algo o alguien surgiese de alguno de ellos. Su cabeza se mueve de izquierda a derecha con cada tienda que pasa, tratando de ver algún artículo que le pudiera ser de utilidad. Su mente no para de pensar en que debe salir cuanto antes de ese centro comercial.

- Genial, un supermercado- el estómago de Samuel comienza a rugir tenuemente- espero que esta vez no tenga que cederle mi bocado a un Sabueso.

Procede a aproximarse con cautela a la entrada de este, adentrándose tan pronto las puertas se abren. Comienza a hurgar en cada una de las estanterías en busca de barritas de energía, agua de almendras o cualquier otra "delicia" que le ayude a mantenerse en pie. Abre todos los frigoríficos, neveras y cajones que se encuentra a su paso, no logrando su objetivo. Sin embargo, el chico no se desespera, respirando profundamente a la par que intenta pensar en el lugar donde podría haber más existencias.

- ¡Claro!- exclama con un pequeño entusiasmo- en la mayoría de los sitios de compras tienen un almacén con productos en stock. Quizás haya suministros ahí.

Samuel da una vuelta por el local en busca de una puerta, localizando una al cabo de un par de minutos. Tira de la manilla y entra en un minúsculo habitáculo con múltiples cajas. Se dispone a abrir todas y cada una de ellas. En las primeras no encuentra hallazgo alguno, hasta alcanzar una de color más oscuro.

- Esta tiene un color un tanto distinto, me pregunto por qué.

Abre el envoltorio, separando los bordes de la caja y mirando el contenido de la misma, quedando gratamente sorprendido: una barrita de energía y una grabadora de voz se encuentran en el interior del paquete.

- ¡Estupendo!- una mueca de satisfacción es expresada por la alegría de Samuel, quien no espera demasiado para hacerse con ambos obsequios.

El chico abre la barrita y se la zampa de dos bocados, quedando su hambre sorprendentemente satisfecha de inmediato. Acto seguido, agarra la grabadora con una de sus manos, dándole al botón de reproducción.

"Te doy la bienvenida al mejor centro comercial de los Backrooms, donde podrás encontrar el traje ideal para aguardar a tu muerte.

Vale, bromas a parte, si has encontrado esta grabación solo quiero que sepas que te acompañaré hasta poco más de la mitad del recorrido, puesto que como te iré explicando a continuación, no muchos saben lo que hay más allá de los setecientos cincuenta kilómetros de distancia.

Dicho esto, te invito a que salgas de la tienda en la que te encuentres y comiences a escuchar atentamente todo lo que tengo que decirte."

- ¡¿Setecientos cincuenta kilómetros tengo que recorrer?!- Samuel se sorprende y su cara expresa un gesto de intenso disgusto- Eso es una locura... Espero que la información sea de calidad al menos.

The Backrooms: la otra realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora