Tía Nora

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Nora acaba de presenciar cómo su sobrino es sustituido por el fondo amarillo del coche aparcado a pocos metros. La mirada asustada de Samuel se le queda marcada, siendo ahora un mero recuerdo de quien era.

- ¡Oh Dios mío! -no es capaz de apartar la mirada de la puerta, su respiración es agitada y entrecortada- ¡SAMUEL POR DIOS, NOO!

La tía del chico cae al suelo de rodillas, con lagrimas que le recorren las mejillas, tratando de asimilar lo que acaba de suceder. Intenta buscar una explicación coherente, pero su cabeza solo es capaz de gritar internamente el nombre del joven.

- Tengo que llamar a Patricia y Pedro. No es la mejor manera de que acaben las vacaciones, pero sin duda es conveniente que sepan lo que le ha ocurrido a su hijo.

Inmediatamente, Nora saca su teléfono móvil del bolsillo del pantalón, tecleando con ansias los números, acercándoselo a una oreja. Escucha los primeros pitidos, aumentando su nerviosismo con cada sonido emitido. Al cabo de unos pocos tonos más, salta el contestador automático, desatando la ansiedad de la mujer.

- No, no, no, no... Esto es una pesadilla hecha realidad. Justo hoy teníais que poner el móvil en modo avión.

Nora bloquea el móvil, guardándolo nuevamente. Ante un intento desesperado, sube las escaleras al piso superior, para llegar al cuarto de Samuel.

- Dime que tienes algo que me sea útil, cariño.

La mujer rebusca en todos los cajones que hay, removiendo papeles, vaciando estuches y abriendo cualquier cuaderno que encuentra, en busca de un porqué acerca dl desvanecimiento del chico. No obstante, solo encuentra apuntes de las clases, dibujos variados y una carta que según decía, tenía un valor especial para él.

- Oh, esto debe de ser el regalo que Sandra le hizo -los recuerdos inundan la cabeza de Nora, quien comienza a leer la carta en voz alta, como si con ello consiguiera que su sobrino la escuchara:

"Sa, que sepas que me lo pasé fenomenal contigo ayer cuando fuimos a la casa del árbol que papá nos había ayudado a construir. No sabes lo feliz que me hizo ver la cara de tonto que se te quedó al verla. Estoy segura de que dentro de poco podremos montar una pijamada con esa persona que tanto te gusta y mi mejor amigo.

Sé que estás muy preocupado estos días por los estudios y por que será la primera  vez que mamá y papá nos van a dejar solos en casa. Pero descuida, que aunque no nos dejen traer a nadie, no estás solo. Me tienes a mí, a tu segunda persona favorita, aunque eso ya se sabía, ¿verdad?

No estoy segura, pero es muy probable que tía Nora esté cerca cuando estemos solos, así que podemos invitarla a pasar tiempo con nosotros. Siempre he adorado como nos trata, pero sobretodo esa forma tan carismática que tiene de echarnos la bronca cuando hacemos algún desastre.

Tengo otra sorpresita guardada para cuando leas esto. Así que ya sabes qué hacer cuando la termines. Y sino, pues te la recordaré. Tienes que dejar la carta en la caja que hay encima de mi cama. Ya sabes, esa que usábamos cuando éramos críos y y jugábamos a imaginar que era un coche antes de tener todos los juguetes que nuestra tía nos regalaba.

Nos vemos cuando vuelvas de clase. Tu hermanita mayor te quiere mucho".

- Oh, Sandra. Me pregunto por qué motivo desapareciste. ¿Por qué dejaste a tu hermano solo después de su cumpleaños?

Nora posa con gentileza la carta en el lugar donde la encontró. Trata de dejar atrás sus pensamientos, esos que la habían atormentado durante casi dos años. Aquel fatídico día marcó un antes y un después en sus vidas, pero no puede dejar que eso afecte a la desaparición de Samuel.

- Tal vez encuentre algo de luz en la cabaña- la tía sale del cuarto a toda prisa, bajando las escaleras hasta acceder al patio trasero. -Cuánto tiempo hace que no piso esta parte de la casa. No creo que encuentre gran cosa, pero lo último que se pierde es la esperanza, ¿no?

Nora sube las escaleras que dan al interior de la habitación de madera. Al llegar a esta, se percata de que las paredes se encuentran llenas de carteles con dibujos de habitaciones vacías de distinta apariencia, los cuales tienen escrito una palabra que le hace arquear una ceja: "MEG".

- ¿Sandra? ¿Qué significa esto? -Nora no comprende lo que simbolizan esos dibujos con aquellas siglas, pero está convencida de que tienen algo que ver con su desaparición.

Se acerca  a una pequeña mesita de noche, regalo de los padres de la cría, en la que encuentra una breve nota con un texto que le hiela la sangre: "Sa. Si encuentras esto es que he logrado eso que te dije justo en este mismo lugar. No intentes buscarme, nada mas pueda volveré para contártelo todo. Te lo prometo, pero no dejes a papa y mamá solos".

La mujer suelta el papel, dándose cuenta de que sea lo que fuera lo que Sandra intentara conseguir no aseguraba su integridad. Regresa la mirada a su alrededor, buscando la surrealista relación entre aquellos dibujos y la nota, sin lograr encontrarla.

- No me digas que... -Nora se da cuenta de algo que sí podría tener sentido en su mar de pensamientos- no me digas que se te ha ocurrido escaparte con alguien a alguna casa.

La tía entra en pánico, pensando que alguien ha secuestrado a su sobrina. Decide bajar a toda prisa de la casa del árbol, volviendo al interior del salón, donde intenta marcar el teléfono de la madre de los chicos. Al igual que la última vez, el esfuerzo es en vano y salta el contestador automático. Los nervios de Nora van en aumento, buscando con desesperación una solución a todo lo que está aconteciendo.

- ¡Lo tengo! -se le ilumina la cara, mientras se dirige velozmente a la puerta de la entrada -Jorge, el amigo del que Sandra tanto habla y presupongo que aparece en la carta, debe saber qué le ha sucedido.

Sin dudarlo dos veces, Nora abre la puerta y la cierra posteriormente, echando la llave. Corre de vuelta a su coche y lo arranca, mirando una última vez la casa que jamás pensó que sería el inicio del mayor tormento de su vida. Aparta la mirada y retrocede, suspirando profundamente antes de poner la primera marcha y disponerse a partir a la casa de Jorge.

- Tranquilos, mis niños, vuestra tía va a encontraros. Os lo prometo.

The Backrooms: la otra realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora