Poche Pov
Las mañanas en Canadá eran lluviosas, al menos en marzo. Podía sentir aquella brisa fría escurrirse por mi ventana; mi suéter de lana no era delgado pero tampoco tan grueso, por lo que podía sentir la temperatura del aire.
A pesar de ser domingo y ser también mi día libre, me levanté a las cinco de la mañana. Mi reloj biológico estaba acostumbrado a despertarme a esa hora.
Tomé los extremos de mi abrigo de lana abrazándolos más a mi para no sentir frio; pero no fue suficiente, por lo que me acurruqué como un bebé cubriéndome con las sábanas. Después de unos minutos sin conciliar el sueño mi mente comenzó a planear el dia que tendría hoy.
Debía ir al hospital para acompañar a mi mamá a su sesión de quimioterapia y luego iríamos a un centro de ayuda para ciegos.
Tal vez antes de conocer a Calle jamás habría pisado ese lugar, pero Abi había mencionado que pronto sería su cumpleaños, por lo que quería regalarle algo que jamás olvidara o al menos que fuera útil cuando yo no estuviera.
Cuando mi pequeño cuerpo dejó de temblar me senté en la cama tratando de visualizar mis pantuflas, pero sólo pude alcanzar una, con esfuerzo me coloqué en cuclillas y me arrastré por debajo de la cama alcanzando el otro par.
Cuando tuve aquellas pantuflas en mis pies bajé las escaleras dando un bostezo profundo.
No me apetecía algo de jugo fresco ni té, quería algo suave, preparé un café agregando algo de leche, busqué entre los cajones algunas galletas y las coloqué en un plato.
Podía escuchar el sonido de la lluvia golpeando el suelo, esperaba que parara un poco para salir con mi mamá. Su cita sería a las 11 por lo que no me preocupé.
Mientras tomaba mi café, soplándolo y haciendo que saliera el vapor de este, pensé en Calle, y era extraño al principio. Tal vez el pasar demasiado tiempo juntas había logrado que yo creara un cariño hacia ella. Y era casi imposible que no lo hiciera porque era el tipo de persona que podía generar cariño en un microsegundo.
Había momentos en los que sólo quería abrazarla y decirle que estaba bien...que estaba bien enojarse....que estaba bien gritar o simplemente quedarse callada si eso la hacia sentir mejor. Porque fuera como fuera, no le daría la espalda por la forma en que ella se desahogaba.
Había alzado sus paredes todo este tiempo, era como si no quisiera dejar entrar a nadie como si simplemente prefiriera estar sola toda su vida ha generar alguna clase de cariño hacia alguien.
Y eso hacía que yo quisiera quedarme, me hacía quererla...
Detuve ese pensamiento cuando me hice a mi misma una pregunta. ¿La has llegado a querer?
Conocía sus mañas, sus expresiones, pero algo que no había conseguido era conocer su pasado y tampoco creo que me dejara hacerlo pronto. A pesar de todo lo que estaba pensando en este momento no quería dejarla sola nunca más.
Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando escuché unos pasos acompañados del chillido de los escalones de madera.
-Buenos días, cariño-Dijo mi mamá. Caminó a la cocina y se sirvió lo mismo que yo. Una taza de café con leche y galletas y antes de sentarse depositó un beso en mi frente.
-Buenos días.-Le dije-¿Cómo has dormido?
-Bien. Me he sentido mejor últimamente. ¿Cómo te ha ido esta semana? No me has contado mucho acerca de aquella militar.
Sonreí al pensar en ella.-No me cuenta mucho, cada vez que intento saber algo de su pasado lo evade totalmente, y aunque responda a veces, se va dejando en claro que quiere hablar más.
-Tu padre era así, ¿sabes? Era el típico hombre que pensaba que mostrar sus sentimientos era poner en duda su masculinidad-Remnojó la galleta en el café.-Y sabes cómo es mi forma de pensar.-Dijo llevándose la galleta a la boca.-Discutíamos mucho. Pero el hecho de que no me dijera lo que sentía no significaba que no me amara. A pesar de todo me hacía saberlo con cada acción.-Sonrió.-Las personas con pasados complicados terminan siendo, a veces, el mejor ejemplo de amor cuando eligen amarte para siempre. Solo dale tiempo.
La miré mientras le daba un sorbo al café. Mi padre había muerto cuando apenas entraba a la universidad. Jamás había sentido tanto dolor en mi vida como ese día. Senti como si todo se hubiera apagado en mi, perdí a mi mejor amigo, mi héroe y mi mamá perdió al amor de su vida.
Pero a pesar de todo continué, porque es lo que él hubiera querido, me había enseñado a a persistir.
-Por cierto.-Dije-¿Me podrías acompañar a un lugar saliendo de tu sesión?-Ella asintió y nos quedamos escuchando cómo la lluvia disminuía su fuerza cada vez más.
Bajé del taxi pidiéndole al chofer que se estacionara cerca del centro de ciegos, mi mamá estaba débil debido a la quimioterapia, por lo que esperó en el auto.
Entré con pasos rápidos al centro.
Antes de buscar el regalo de Calle me acerqué al recepcionista.-Buenas tardes.-El joven que atendía levantó su mirada dándome una sonrisa y colocándose los lentes.
-Buenas tardes. Mi nombre es Jimi. ¿En qué puedo ayudarle?
-Llamé anteriormente, mi nombre es MaríaJosé, María José Garzón -Buscó mi nombre entre sus registros.-Hablé con alguien acerca de un perro guía.
-Si.-Dijo subrayando mi nombre.-Aquí está. Déjame buscar a mi compañera.
Salió por la puerta trasera mientras yo colocaba mis brazos en el mostrador dándole una mirada al lugar.
-Aquí está.-Jimi hizo entrada junto con un labrador blanco.
Me acerqué al lazarillo colocándome a su altura.-Es precioso... Dije tocando su pelaje.-¿Tiene nombre?
-Sí, se llama Leo.-Dijo una chica colocándose al lado de Jimi.-Un gusto, soy Sana.-Sacó una correa negra colocándola en el collar de Leo.-Como sabes, los perros guías no tienen precio pero debes llenar un formulario y firmar algunos papeles.
-Será un placer. Respondí. ¿El se quedará siempre con la dueña?
-No...-Dijo Sana.-Ellos están entrenados para guiar a quien los necesite. Cuando la dueña no lo necesite más, debes regresarlo.
Asentí. Aquello tenía sentido.
-Bueno. Vamos, Leo.-Sana me pasó la correa y firmé los términos y condiciones.
Salí de aquel centro no sin que antes Leo se despidiera de Jimi y Sana. Si algo estaba claro era que Leo tenía un alma dulce. Sólo esperaba que el fuera lo que Calle necesitaba.
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Ahora si!
Tengan linda noche, nos leemos mañana.
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Pikos en sus colas!
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Mi mejor coincidencia | Adaptación Caché | Terminada.
Hayran KurguDaniela creía que después de haber perdido la vista todo a su alrededor seguiría siendo oscuridad, pero todo cambia tras la llegada de María José, una enfermera que le ayudará no sólo a hacer sus cosas de día a día sino que también le hará saber que...