Como de costumbre, llegué a la escuela temprano y me reuní con una de mis amigas. De una forma u otra, al final terminamos hablando de uno de los chicos más problemáticos del pueblo.
—Yo nunca saldría con alguien tan problemático — ella comentó con una expresión de desagrado.
—Prefiero evitar a la gente así, pero no es nada feo —lo admito, tengo una pequeña fascinación por los "chicos malos".
—¿Qué?, ¿bromeas cierto?
—Bueno, quiero decir, no me gusta ni nada por el estilo-
—¡¿Te gusta Vance "malandro" Hopper?!—Odio que me interrumpa.
—Gritalo más fuerte, creo que no te escucho toda la escuela—le respondí con sarcasmo.
—Lo siento, pero no evites la pregunta.
—Creo que deberías ir a tu salón.
—Oye, contéstame o lo tomaré como un si.
—Piensa lo que quieras.
La campana hizo que la conversación terminará y se lo agradecí muchísimo.
Una cabellera peliroja me atrapó después de salir del aula.
—La duda no dejo que me concentrará en biología. Caminé hacía mi casillero y comencé a tomar los materiales para la siguiente clase.
—Sabes que tengo un pequeño problema con los chicos así.
—Carajo, debí asumirlo después de segundo año. Ya sabes lo que pasó con Jace.
—Tal vez.
—¿Quién lo diría?, tu buena reputación lo hace imposible de pensar y lo oculta muy bien. Ambas nos reímos.
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Al terminar las clases me despedí de mi amiga y comenzé a caminar hacía mi casa.
Un grito me detuvo a voltear. Era un rubio de melena rebelde y ojos celestes
—Oye, esto... ¿es tuyo? Sonaba más como una afirmación que una pregunta. Me extendió un broche de plata con una mariposa muy bonita.
—En realidad no recuerdo tener este broche esta mañana.
El bufo y volteó la mirada.
—Claro que no lo tenías esta mañana, se te cayó. Tomalo.
—Pero no es mío.
—Eso ya no importa, te lo regalo. Podría jurar que estaba sonrojado, pero no podía ver bien su cara por su cabello.
—Gracias... Sin querer, creo que también me sonroje.
¿Vance Hopper me está regalando un broche para el cabello?
Desde ese día no logré sacar de mi cabeza a Vance. Y creía que me estaba volviendo loca, porque parecía que el tampoco dejaba de pensar en mí.
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